Cuando los ecos de la polémica en torno a la Feria del Libro no se habían apagado, por el debate entre Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura y otras plumas insignes del neoliberalismo como Savater, fue quedando claro que el debate de fondo es entre éstos y el modelo económico vigente desde 2003. La literatura en todo caso quedó en un segundo plano aunque el negocio editorial trasnacional brinde por sus éxitos.
Entonces otros tomaron la pluma crítica y se encargaron de calificar la movilización del sindicalismo argentino.
El acto del 29 de abril convocado por la CGT en homenaje al «Día internacional de los trabajadores» reunió a una multitud que podría contabilizarse en doscientos cincuenta mil almas, en cuatrocientas mil, y que un viejo compañero resumiría así: ¿cuánta gente había…MUCHA contestaba.
El 1º de Mayo evoca a los Mártires de Chicago y con ellos a todos los luchadores que bregaron ayer y hoy por una sociedad más justa y digna de ser vivida.
Sin embargo algunos medios han pretendido una vez más alterar el orden de los factores creyendo que no alteran el producto. Esta vez, urdieron un supuesto distanciamiento o diferencias entre la presidente Cristina Kirchner y el secretario de la CGT Hugo Moyano. Algunas plumas aviesas insinuaron el despropósito de la fecha de la convocatoria, o la falta de referencias en la oratoria a los dirigentes anarquistas sacrificados por las patronales y la justicia norteamericana hace más de un siglo.
Ni distanciamiento ni olvido. Más allá de que gusten o no los mensajes de la CGT y del compañero Moyano, el 29 de abril miles y miles de trabajadores argentinos refrendamos el modelo económico iniciado en 2003. La clase trabajadora argentina dijo una vez más que queremos vivir en este modelo de producción e inclusión social. Aún con el faltante por hacer.
En ese sentido, ningún hombre o mujer de buena fe pone en duda el acuerdo estratégico entre el gobierno y la CGT-Moyano, y que en todo caso el pueblo refrendará en las «primarias» y las elecciones de octubre.
Somos lo que somos y formamos parte del movimiento obrero internacional, aunque algunas voces interesadas quieran reducir el protagonismo de los pueblos y sus gobiernos -pienso en Venezuela, en Bolivia, en Cuba, en Brasil- a la burda calificación de populismos, tiranías y demagogia.
En los tiempos que corren, el internacionalismo proletario se refleja en los procesos de integración que recorren «nuestra América», según nos decía el escritor y revolucionario José Martí.
El protagonismo de la clase trabajadora argentina el 29 de abril es señero por el contenido político-ideológico y cultural, ni más ni menos, que los actos por el «Día de los Trabajadores» realizados en otras partes del mundo.
A diferencia de algunas «plumas ilustradas e internacionalistas», nos reconocemos en el Mayo francés de 1968, pero mucho más en el «Cordobazo» que puso fin al onganiato; reconocemos la Revolución de Octubre en la Rusia de los zares, pero mucho más en el 17 de Octubre de 1945; retenemos en la memoria a los mártires de Chicago, como a los luchadores que mojonaron con su sangre la patagonia, los quebrachales santafesinos, la Plaza de Mayo bombardeada; los treinta mil compañeros detenidos-desaparecidos entre una lista que no olvida al maestro Fuentealba, Kosteky, y a Santillán asesinados en el Puente Avellaneda.
Quienes no perciben los cambios locales y globales (asunto que despista a la oposición) tampoco dimensionan la realidad del país y de la clase trabajadora en estos últimos años. Mil doscientos Convenios Colectivos de Trabajo firmados y homologados; cuatro o cinco millones de trabajadores incorporados a la producción genuina, la mayoría jóvenes; hablan por sí solos de los cambios operados en la sociedad durante la última década.
Que entre los jóvenes están los mayores porcentajes de desocupación es cierto y es un asunto de carácter estratégico a resolver.
Y nuevos son los sujetos del cambio: el fondo y la forma en la conducción del gobierno; el crecimiento y fortalecimiento de la clase trabajadora; dos nuevas organizaciones político-sindicales. Transformaciones a la que no son ajenos los partidos políticos tradicionales y testimoniales, como otras organizaciones sociales y populares. La CGT en la 9 de Julio y la CTA en el Luna Park lo testimonian.
Como no recordar los discursos a Mordisquito dirigido a propios y extraños por el inolvidable Discépolo, en vísperas de una concentración peronista.
«Para eso llegan, para eso cantan, para eso piden. Y no piden una conquista nueva, sino que piden la presencia de los que conquistaron para ellos tanta dicha. No quieren perderlos, Mordisquito, ¡y no los van a perder!»
De eso se trata, de ver lo principal en lugar de lo secundario, así fue como sorprendió la intervención de Moyano donde esperaban palabras duras se encontraron con un inventario político-social por el que tanto luchamos.
En vísperas del 1º de mayo hemos cumplido con nuestro deber y afirmamos que seguiremos en este camino para oponernos a todo aquello que no sea la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación.
(*) Además, Juan Carlos Schmid es integrante de la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista (CNSP) y Secretario General del SIPEDYB