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ANÁLISIS Y OPINIÓN

«Con la reforma laboral, casi un millón de brasileños perdieron sus empleos»

EXCLUSIVO | Entrevista a Antonio Lisboa, secretario general de la Central Única de Trabajadores de Brasil.

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Antonio Lisboa es, desde 2014, secretario general de la CGT brasileña: se la conoce con las siglas CUT y significa: Central Única de los Trabajadores. Este dirigente sindical, de 62 años, llegó a la máxima representación obrera siendo un trabajador del sector público ya que es profesor universitario. En el país vecino coexisten aproximadamente 11.000 sindicatos de los cuales 3.806 están enrolados en la CUT, lo que se traduce que sobre sus espaldas tiene la representación de un 45% de los trabajadores brasileños siendo la población activa cercana a las 80 millones de personas. Esto es apenas una muestreo estadístico del gigante latinoamericano que desde hace décadas tiene su lugar en el podio de las principales economías del mundo.

Comparando, y como contó Mundo Gremial, en la Argentina hay 3.261 sindicatos, 109 federaciones y 19 confederaciones. Y una población activa de 20 millones de personas.

Mundo Gremial compartió una extensa entrevista con el dirigente sindical en estos tiempos de caída de la economía, rediscusión del mundo laboral, sumado al acuerdo “Unión Europea – Mercosur” y reformas, tanto laboral como previsional.

MG: Este mes se cumplieron dos años desde que el Senado brasileño aprobara la reforma laboral en Brasil. Consulta: ¿se replicó en más inversión productiva privada? Y si no fuera así, ¿aunque sea las empresas contrataron más personal?

AL: En los dos años posteriores a la aprobación de la reforma laboral en Brasil, en términos de generación de empleo, el desempleo aumentó del 11.8% al 12.5%; es decir que desde la implementación de la reforma laboral en Brasil cerca de un millón de brasileños perdieron sus empleos. Por lo tanto, no hubo generación de empleo sino que por el contrario aumentó el desempleo. Además, según estudios de la Universidad de São Paulo (USP) los niveles de firma de acuerdos y Convenios Colectivos han disminuido a alrededor del 45%.

MG: Mencionó todos puntos que impactaron negativamente en el mundo del trabajo; insisto: ¿no hay ningún punto a favor de la Reforma Laboral?

AL: Lamentablemente no hay puntos a favor; sino todo lo contrario como te mencioné en la pregunta anterior.

MG: La reforma brasileña puso los acuerdos entre partes por encima de los convenios colectivos: ¿sirvió para un mayor entendimiento a la hora de acordar mejoras laborales, derechos laborales o aumentos salariales?

AL: Lo negociado por sobre la ley solo sirvió para eliminar derechos. En ningún caso ha habido una mejora en las condiciones de trabajo o en la negociación colectiva. La reforma laboral se implementó solo para retirar los derechos a un nivel inferior al nivel establecido por la ley. Ninguna universidad o instituto de investigación ha indicado mejoras en la creación de empleos, el reajuste salarial, los convenios colectivos y las convenciones más allá del piso establecido; por el contrario, lo que sucedió fue la retirada de derechos. Tuvimos algunos casos, por ejemplo, de una universidad privada que, días después de la promulgación de la Ley, despidió a más de 1.200 docentes para que los volvieran a contratar bajo las condiciones que tenían anteriormente. A principios de este año, las aerolíneas propusieron reducir los salarios y las condiciones de trabajo de sus pilotos, lo que no sucedió porque el Tribunal de Trabajo lo impidió.

MG: Por definición, los sindicatos se oponen a cualquier reforma laboral y a la vez piden más trabajo, cosa que cada vez ocurre menos. ¿Qué proponen para generar trabajo? ¿O por dónde podría venir la generación de nuevos trabajos?

AL: Lo que aumenta la capacidad para generar más empleo es, sustancialmente, la generación de más inversiones públicas. Solo así la economía crece y esto lo podemos demostrar en los gobiernos de los presidentes Lula y Dilma Rousseff. Durante sus gestiones hubo aumento del salario mínimo lo que generó más consumo y, en consecuencia, más producción y más empleos. Todo esto sucedió hasta cierto punto, en 2014, cuando nos encontramos prácticamente en una situación de pleno empleo.

MG: La superpoblación mundial y la generación de riquezas en un entorno de capitalismo voraz como el que estamos viviendo y que deja a millones afuera del sistema, ¿solamente es una reforma laboral lo que puede torcer este destino sombrío para los trabajadores o hay que complementarlo con otras medidas de Estado?

AL: Esta nueva fase del capitalismo, que tu llamas «capitalismo voraz», es lo que ha generado más desigualdad, desempleo y concentración de riquezas. Para combatir esta nueva realidad, al generar una mayor distribución de la riqueza, debemos, ante todo, hacer tributar a las grandes fortunas, a la especulación financiera y a las transferencias internacionales. Además de imponer impuestos a las empresas de nueva tecnología que operan en todo el mundo y no pagan impuestos. De esta manera, generaremos más recursos públicos que, cuando se invierta en la economía, generará más y mejores empleos. Las nuevas tecnologías, en la forma en que se están utilizando, principalmente a través de la digitalización y la robotización, están expulsando a millones de trabajadores del mercado laboral. Es necesario tener inversión y regulación del poder público y, obviamente, transferir parte de los beneficios de las nuevas tecnologías a la humanidad. Por ejemplo, reducir el tiempo de trabajo, como se hizo en otras fases del capitalismo en el siglo pasado.

MG: Argentina depende mucho de la actividad económica de Brasil, ya que es el principal motor de la región: ¿cómo ve la relación comercial en estos tiempos donde Macri y Bolsonaro son presidentes?

AL: El gobierno brasileño tiene una mirada mucho más cercana a los Estados Unidos que a la integración de nuestra región y también a los otros países latinoamericanos. De esta manera, el mercado bilateral entre Brasil y Argentina, así como las transacciones comerciales entre los otros miembros de Mercosur, están perdiendo relevancia. También porque tanto el gobierno brasileño como el argentino no tienen interés en fortalecer el mercado regional y en una asociación efectiva entre Brasil y Argentina. Un ejemplo de esto es que recientemente el presidente brasileño celebró la venta de solo tres camiones de aguacate a Argentina, como si fuera una gran victoria.

MG: Hablando de Mercosur y mercados extranjeros, ¿qué opinión tienen del reciente acuerdo firmado entre el Mercosur y la Unión Europea? En nuestro país es difícil encontrar a alguien que explique cabalmente de qué se trata.

AL: En nuestra opinión, el acuerdo Mercosur-Unión Europea tiene varios problemas serios. El primero de ellos es la forma en que se construyó: sin transparencia y sin participación efectiva. En definitiva como usted mismo dijo: sin escuchar a los sindicatos y a la sociedad civil de los dos bloques. El segundo problema es el desequilibrio desde el punto de vista del capítulo sobre derechos democráticos y civiles entre el bloque Mercosur y el de la Unión Europea. Sabemos que tanto Brasil, como yo diría especialmente Brasil, pero también Argentina y Paraguay, viven en una situación de poca transparencia y falta de democracia y participación de la sociedad civil en las decisiones del gobierno.
Es muy delicado para usted llegar a un acuerdo en el que el país más grande del Bloque, en este caso Brasil, vive un proceso de regresión democrática extrema. Otra cuestión, desde el punto de vista económico, es que de alguna manera el acuerdo se remonta a los procesos de colonización: porque lo que se ve claramente aquí es que la Unión Europea ofrecerá productos industrializados de alta tecnología y, a cambio, recibirá productos básicos. Además, al mismo tiempo no hay contraparte en el sentido de que también ofrece transferencia de tecnología.
De esta manera, podemos decir que es un acuerdo extremadamente malo para nuestro bloque porque fortalecerá el proceso de desindustrialización en la región y abrirá mercados para la exportación de productos a la Unión Europea. Por último, no tenemos garantía de que se respeten los problemas ambientales, especialmente en Brasil. En resumen, el acuerdo es terrible porque nos quita la capacidad de los países del Mercosur, de desarrollar sus tecnologías, de desarrollar su Parque Industrial. Nos convertiremos en un centro dependiente únicamente de la producción de mercancías.

MG: Luego de la última conferencia de la OIT que se hizo el mes pasado en Ginebra, ¿cómo está a su entender la balanza al comparar los avances tecnológicos que conllevan pérdidas de puestos de trabajo versus la generación de nuevos empleos?

AL: En la cuarta revolución industrial o revolución tecnológica actual, diría que, a diferencia de las otras revoluciones capitalistas, tenemos una revolución en la revolución tecnológica de una manera extremadamente acelerada, pero sin una gobernanza global adecuada como ocurrió a principios de la segunda mitad del siglo XX, como en la llamada Tercera Revolución Industrial.
La gran diferencia, desde la llamada “4° Revolución Industrial”, en relación con las otras fases del capitalismo, es que en estas otras fases existió una gobernanza global que se formó e impactó, al menos una parte, en beneficios para mejorar el bienestar. Hoy en día tenemos una disminución en los empleos a una velocidad inmensa y, al mismo tiempo, el control de las nuevas tecnologías no sucede por parte de la gobernanza global, los gobiernos nacionales o las organizaciones multilaterales, sino por el propio sistema financiero.
En nuestra opinión tendremos, en un futuro próximo, una concentración creciente de riqueza en manos de pocas personas y también una concentración de riqueza desde el punto de vista regional. Los países que tienen tecnología son cada vez más ricos y países como los del bloque del Mercosur estarán obligados, junto con los de África y el resto de América Latina, a buscar alternativas para la creación de empleos.

MG: ¿Vamos camino a un nuevo paradigma laboral en el que es necesario replantearse desde las condiciones de trabajo hasta los métodos de contratación y que acaso todo pase porque cada uno de nosotros sea su propio empleador?

AL: En primer lugar, debemos combatir estas nuevas formas de empleo en la medida en que son solo una nueva modalidad de precariedad del trabajo y desvinculación total del trabajador con la empresa y, en consecuencia, de la falta de respeto por los derechos laborales. De hecho, necesitamos mejores condiciones de trabajo, menores horas de trabajo, mejores salarios, respeto por los derechos laborales y una distribución equitativa de las ganancias del cambio tecnológico, generando así una distribución de ingresos y riqueza. Una sociedad más democrática y socialmente justa.

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