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ANÁLISIS Y OPINIÓN

Qué justifica la división de la CTA en el escenario actual

El espacio sindical surgido en época menemista hoy está partido en dos: de un lado, la CTA de los Trabajadores, y del otro, la CTA Autónoma. Sectores internos sostienen que la división ya no tiene razón de ser y hablan de la necesidad de un replanteo urgente.

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La Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) nació en 1992 en pleno gobierno menemista por decisión de un grupo de sindicatos que definió desalinearse de la CGT. Con conflictos internos, el espacio mantuvo la unidad institucional hasta 2010 cuando se quebró definitivamente, después de un fuerte cuestionamiento al manejo electoral en una interna que llevó por un lado al oficialista Hugo Yasky por la reelección, y al opositor Pablo Micheli, por el otro. El comicio derivó en un escándalo y no hubo vuelta atrás.

De fondo, la diferencia más grande estuvo centrada en el posicionamiento político. Un ala, la de Yasky, decía que no solo había que acompañar al gobierno de Cristina Fernández de Kichner, sino que había que ser parte integral del mismo. El otro sector, del bonaerense Micheli, sostenía la central tenía que tener mayor independencia.

Ese fue el centro del debate. En la actualidad, la CTA se encuentra partida en dos: de un lado la CTA de los Trabajadores (CTA-T), y del otro, la CTA Autónoma (CTA-A).

Hoy, para algunos sectores internos de cada una de las centrales, esa división no tiene razón de ser: “no existen elementos de diferenciación que permitan que sigan actuando por separado. Los factores que llevaron a esta división pertenecen a otra parte de la historia que venimos viviendo”, expresa un dirigente con trayectoria en el espacio.

El escenario cambió. Muchos actores cambiaron, la agenda es otra, pero la división persiste. A pesar del contexto, por estas horas coexisten las dos CTA: la CTA-T que sigue conducida por el docente renovador Hugo Yasky y la CTA-A actualmente conducida por el estatal Hugo “Cachorro” Godoy (era “Cachorro” en los 70), quien desplazó a Micheli en el 2017 y fue reelecto el año pasado al frente de la misma.

La CTA, partida en dos: una pelea de egos

Hasta ahora esto es historia. La realidad es que existe una pelea de egos entre docentes y estatales. CTERA (Confederación de Trabajadores de la Educación) y ATE (Asociación Trabajadores del Estado), las dos cajas de donde se sustentan las dos centrales.

Hacia adentro, los egos no dejaron generar una renovación y quienes conducen hoy son los mismos que fundaron la central. Hacia afuera, ni son un nuevo modelo sindical (eso lo tiene la UTEP y la UTEP quiere ser una CGT). Tampoco pudieron ser una nueva democracia sindical. Ni un modelo de poder desde las bases.

Es decir, podríamos ver que fracasaron, salvo en el litigio estratégico: consiguieron en la Corte Suprema fallos que cambiaron la ley sindical. Hasta que Hugo Moyano, titular de la CGT Azopardo, se sentó con Ricardo Lorenzetti y habría mandado al escriba (relator) al archivo de la Corte y no salió más nada.

“Lo mismo explica que estén fuera de CGT: ego y el «costo hundido» de aceptar que remaron hasta llegar a la orilla pero no pudieron llegar a la playa”, dice asertivamente un analista que conoce el proceso.

Hoy la CGT se puso por circunstancia y acorralamiento en una posición de centralidad. La CTA tiene una necesidad imperiosa de un nuevo planteo. Hasta ahora, el gran ajuste de Milei no llegó a los empleados públicos, no hubo grandes despidos. Pero el agua llegará en cualquier momento. Son nuevos tiempos que requieren de otras estructuras y mayores alianzas. La unidad es la agenda de todo lo que está yendo a la batalla. Los egos no son buenos consejeros.

Juan Manuel Morena, director de Mundo Gremial.

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