La reducción de la jornada laboral es una cuestión impostergable. Las particularidades técnico científicas contemporáneas la hacen posible y las necesidades biológico psíquicas de los trabajadores la hacen necesaria.
Es sabido que la reducción de la jornada laboral estuvo en el centro de los reclamos sindicales una vez que la revolución industrial necesitó de la explotación de los trabajadores en jornadas largas y extenuantes. En efecto, en pleno siglo XIX las jornadas podían durar casi 20 horas, lo que llevó a una serie de convulsiones que minaron el orden social, alteraron la geografía humana de las naciones y aun los hábitos de participación política.
En nuestro país hay un marco normativo extenso al respecto, compuesto por el artículo 14 bis de la Constitución Nacional, por Convenios internacionales convertidos en Leyes y Decretos Reglamentarios nacionales, así como los diversos Convenios Colectivos de Trabajo y acuerdos que cada empresa realiza con los trabajadores.
No obstante, este marco normativo debe evolucionar teniendo en cuenta dos aspectos. Por un lado, las nuevas modalidades productivas basadas en trabajo en redes, inteligencia artificial y biotecnología permiten organizar el trabajo produciendo lo mismo o más en menos cantidad de tiempo. Pero por otro lado la complejidad, estrés y velocidad de la vida humana en la modernidad necesita de un modelo productivo que preserve el desarrollo biológico y psíquico de las personas.
En ese sentido, recordemos que nuestro país se encuentra atrasado en lo que a reducción horaria se refiere: según datos de la OCDE y la OIT, Argentina tiene una de las jornadas laborales legales más largas del mundo, con 48 horas, cuando la OIT reconoce que el promedio legal debería ser de 38 horas.
Al respecto, en Argentina ya existen ocho iniciativas legislativas que aún no han sido tratadas, y que han sido presentadas entre 2012 y 2021. Las iniciativas promueven una reducción de jornada que va desde 45 hasta 36 horas semanales.
Ahora bien, la reducción de la jornada laboral, ¿tiene realmente beneficios para las empresas y los trabajadores? Entre junio y diciembre de 2022 en el Reino Unido se llevó a cabo un estudio que nos ilustrará. El objeto de estudio era ver el impacto de la productividad de las empresas y el bienestar de los trabajadores si se reducía un día entero de trabajo a la semana. Es decir, observar cómo evolucionaban ambos temas en 4 días laborales semanales.
Los resultados arrojaron que las empresas vieron aumentada la productividad y reducidas las cantidades de ausencias por enfermedad e incluso las de renuncias. Tan es así que de las 61 empresas participantes, 56 decidieron seguir con la semana de 4 días laborables una vez terminado el estudio, de las cuales 18 aprobaron hacerlo de manera permanente.
En cuanto a los trabajadores, el 71% reconoció una reducción de su agotamiento y más del 50% afirma que aumentó su capacidad. Cabe informar que el estudio promovía que esta reducción laboral ocurriera sin modificar los ingresos de los trabajadores. Las empresas, no obstante, mantuvieron casi la misma cantidad de ingresos que antes de comenzar el estudio, pero un 35% más de ingresos comparativamente con el mismo periodo del año anterior.
Por supuesto, se podrá objetar que el tipo de perfil productivo de estas empresas no es igual al de Argentina. Es cierto, pero la norma es que todos los países en vías de desarrollo también, más tarde o más temprano, vayan asemejando la organización del trabajo con respecto a los más desarrollados, justamente por el avance tecnológico del que hablamos más arriba. Motivo por el cual la reducción de la jornada laboral debe dejar de ser una utopía y abrirse al debate público.