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ANÁLISIS Y OPINIÓN

Unidad aunque duela: El peronismo bonaerense habla de unidad masticando bronca

Por Juan Manuel ‘Pipo’ Aravena

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“La unidad es la prioridad porque Milei es el enemigo”. Esa frase suena en cada una de las trincheras de Unión por la Patria, aunque el sacudón que dio Axel Kicillof la última semana con el desdoblamiento electoral tras más de ocho horas de reunión con Sergio Massa y Máximo Kirchner generó un nuevo tablero político.

El desdoblamiento en la Provincia es un hecho y ahora el gobernador va por la suspensión de las PASO con una primera parada en el Senado, donde Verónica Magario trabaja a contrarreloj para tener el número interno para avanzar. Aunque en la semana desde la vereda de Sergio Massa dejaron entrever que están preparados para las primarias, en las sombras el Frente Renovador juega por la suspensión e inclina la balanza por el proyecto de Kicillof.

Ante esto, y con Cristina Kirchner en el tablero político, el diagrama del poder pasa por otro lado. Kicillof pide meterse en otra mesa y deja entrever que la discusión no debe ser con Máximo Kirchner, sino que con la propia Cristina. Se ganó ese privilegio. El líder de La Cámpora puso a disposición su salida de las mesas de negociaciones, aunque no era esa la discusión.

Este último detalle fue el que generó la reacción de los principales dirigentes cercanos al líder de La Cámpora. Facundo Tignanelli, hombre que quiere disputar la intendencia de La Matanza, fue quien apuntó contra Andrés Larroque por acusar “un golpe institucional”. El conflicto escaló generando ruido en el grupo de whatsapp de los diputados bonaerenses, que comenzó en X (ex Twitter) y terminó en los pasillos del Anexo de la Cámara de Diputados.

Tignanelli también marcó la estrategia de ese sector del kirchnerismo. “Cristina va a ser candidata por la Tercera”, sentenció. La importancia de una de las dos secciones más importantes en el peso político también desnuda una falencia en el armado camporista. Allí, Kicillof cuenta con mayoría de alcaldes y ostenta capital político. Verónica Magario, actual vicegobernadora, puede amagar con jugar en la elección si la unidad se rompe.

El otro capital político de Kicillof viene de una premisa del kirchnerismo. “Nadie sobrevivió políticamente a un desafío a Néstor y Cristina”. Carlos Menem primero, Eduardo Duhalde más tarde. Los nombres pueden extenderse hasta Daniel Scioli y Diego Bossio, el otro hijo político de Cristina que hoy se perdió en una banca en el Congreso por la fina avenida del medio. Kicillof, por ahora, sobrevive al embate del cristinismo y redobla la apuesta para quedarse con el bastón de mariscal hacia el 2027.

Sin embargo, el Gobernador le dijo en las últimas horas a los propios que su estrategia política es con unidad. “No hay nada mejor que tener a Cristina en la Legislatura. Es la más coherente de todos nosotros”, dijo un ministro kicillofista y agregó: “Sabes que lindo sería si Cristina es la jefa de bloque del Gobierno de Kicillof. Hoy tendríamos Presupuesto”.

En la jugada de Kicillof entran dos escenarios. Por un lado, busca que los intendentes presionen a los legisladores para suspender las Primarias. Si esto se da, el siguiente paso es resolver cómo se dividen las listas. “Estamos trabajando por mantener la unidad”, repiten los intendentes de Derecho al Futuro, mientras que arman las mesas seccionales contando poder territorial: “Queremos hacer 50% nosotros, 30% La Cámpora y 20% el Frente Renovador”, dice un alcalde de la Quinta Sección. Sin embargo, la preocupación pasa por la conformación de la lista en los distritos.

Hay distritos donde la pelea es irreconciliable y la guerra interna es cada vez más aguda, como es el caso de Morón, donde el intendente Lucas Ghi tiene una disputa con Martín Sabbatella con consecuencias en la fuga de dirigentes del Gabinete. Allí, las PASO serían una herramienta para sanear las diferencias. Otro caso similar es Avellaneda, donde el camporista Emmanuel González Santalla quiere disputar el poder territorial del jefe político del distrito, Jorge Ferraresi.

El otro actor de trascendencia, Sergio Massa, tiene su juego propio. Se inclinó por la suspensión de las PASO para lograr una ficha en la próxima jugada. Si llega a darse el esquema que piensa Kicillof, el líder del Frente Renovador puede colar un tercio de la lista, más de lo que puede aspirar si contamos el poder territorial. En ese esquema de tres tercios, Kicillof es quién pierde más, aunque la lectura interna pasa por otro lado: Se ganó el derecho de estar en la mesa grande.

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