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ANÁLISIS Y OPINIÓN

Una marcha, dos sindicalismo y en el medio Moyano

Por Nicolás Alberio, columnista de Mundo Gremial.

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La marcha de Hugo Moyano convocada para el 21 de febrero contra el gobierno de Macri corrió el velo del presente que vive el sindicalismo nacional. En Argentina existen dos tipos de gremios: uno estatista y el otro de los privados. Ambos corren históricamente por carriles separados, y si bien, en estos primeros dos años el Camionero más famoso se mantuvo al margen de toda discusión, el 2018 lo encuentra posicionado de forma muy clara.

Dentro del sindicalismo estatista podemos encontrar a las CTA, con el SUTEBA de Roberto Baradel, ATE de Cachorro Godoy, y al férreo opositor al kirchnerismo, Pablo Micheli. A ellos se suman, el titular de la Bancaria, Sergio Palazzo, el de Judiciales, Julio Piumato, y los movimientos sociales, CTEP y Barrios de Pie, principalmente, con el nexo del Papa Francisco.

Para este sector del sindicalismo Macri es una aberración, una falla de la historia. Desde su primer día como Presidente llevan adelante una sistemática denuncia en contra de la política aplicada por el empresario que con los votos logró sentarse en el Sillón de Rivadavia. Hay aquí un conflicto de clase, una orientación política no compartida que choca con la ideología kirchnerista que detentan la mayoría de sus dirigentes.

Los estatista, por obvias razones, negocian directamente con el Estado sus condiciones laborales y salariales. Para ellos, el diálogo con Macri no es factible.

Al otro lado del abismo se encuentran los privados. Allí están los denominados Gordos, con Armanado Cavallieri (Comercio) y el triunviro cegetista Héctor Daer (Sanidad). Como así también, los “independientes” Gerardo Martínez (UOCRA), Andrés Rodríguez (UPCN) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias).

A diferencia de los estatista, para los privados Macri es el Presidente de la Nación. No les gusta, no lo sienten un compañero, pero es el que ganó. A ellos no le gusta el conflicto, detestan las crisis políticas y están dispuestos a negociar todas las veces que sea necesario para mantener la “paz social” y cobrarla, claro está.

Un ejemplo, es el reparto de los fondos que percibieron los sindicatos por parte del gobierno nacional en relación a los recursos de las obras sociales. En los dos primeros años de gestión Comercio, UPCN y la UOCRA fueron los más beneficiado, según lo que se observa de los registros contables de la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS), organismo que regula los recursos de la salud.

En el medio de estos dos tipos de sindicalismo se encuentra Hugo Moyano. El Camionero es difícil de encasillar, siempre lo fue. Desde los noventa tiene grandes diferencias con los Gordos, pero mantiene buen diálogo con los Independientes y con los gremios más importantes de la CGT. Pero por otro lado, a partir del vínculo de su hijo Pablo con el Papa, supo construir una relación con las organizaciones sociales a través de las gestiones realizadas por el triunviro Juan Carlos Schmid.

Los dos primeros años de la gestión de Macri, el titular de Camioneros mantuvo al margen de los conflictos. La fallida Reforma Laboral hizo que en Casa Rosada lo vieron como el responsable de esta situación y le apuntaron todos los cañones.

Moyano, como un buen león herbívoro, se corrió hábilmente en el tablero sindical y se puso a la cabeza de los gremios que pelean contra el gobierno. Por estas horas, Moyano y Macri cuentan porotos. Quien va y quien no a la marcha es seguido con suma atención. Sin embargo, la gran incógnita es qué pasará después del 21 de febrero.

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