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ANÁLISIS Y OPINIÓN

Un acto de injusticia a la sangre obrera derramada

Por Gerardo Juara

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En los festejos del 10 de diciembre por el 38 aniversario del regreso de la democracia y por el Día Internacional de los Derechos Humanos se recogió, con justicia, la influencia de las organizaciones de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y del resultado de la guerra de Malvinas como las principales causas de la caída de la dictadura militar.

El curso del tiempo ha establecido pacíficamente esta explicación y ha cerrado con ello diversos debates. Sin embargo, en medio de tan justificado reconocimiento ningún orador y ninguna oradora mencionó el lugar de los trabajadores en la caída de la dictadura.

La intervención y clausura de las organizaciones sindicales, la eliminación por ley de las centrales sindicales, la detención de sus principales dirigentes, el secuestro y muerte de muchos de ellos son datos de la realidad que no pueden ser ignorados.

La conflictividad sindical en la base, la defensa de los derechos laborales que no registró cese sino por el contrario aumentó progresivamente hasta convertirse en el gran problema de la dictadura son datos de la historia que están en la memoria del movimiento obrero.

El movimiento sindical desafió a la dictadura y el 27 de abril de 1977 lanzó su primera huelga general y el 30 de marzo de 1982 Saúl Ubaldini encabezó una marcha hacia esa misma plaza en que se homenajeaba el viernes a los que recuperaron la democracia, pero no fueron nombrados.

No tengo dudas que no está en el espíritu de ninguno de los oradores y la oradora de ayer “ningunear” al movimiento obrero, pero el olvido es, indudablemente, un acto de injusticia a la sangre obrera derramada y al lugar que los trabajadores merecen en la historia.

Tampoco tengo dudas que si es cierto que la historia la escriben los que ganan, continuar omitiendo el lugar de los trabajadores en la Lucha contra la dictadura y el rol en la recuperación de la democracia y, esencialmente, la responsabilidad en su mantenimiento, solo beneficia a los mismos intereses que los oradores y oradora del ayer creen combatir, porque asi como la dictadura se ensañó particularmente sobre el mundo del trabajo, desapareciéndolo físicamente, desapareciéndolo normativamente (anulando la ley de asociaciones sindicales y desapareciendo derechos en la ley de contrato de trabajo) hacerlos desaparecer en la memoria del homenaje completa -involuntariamente- uno de los objetivos que todo golpe militar tiene, que es arrancarle derechos y desconocer el lugar del movimiento obrero y sus sindicatos en la sociedad.

Como bien señalaron en varias oportunidades los oradores y la oradora: tengamos memoria y gobernemos con ella, pero bien vale, para que esa memoria sea justa, poner la luz del homenaje también sobre los héroes del movimiento obrero, con el que la democracia tambien debe saldar su deuda, como lo ha hecho con las otras víctimas de la dictadura y de la guerra de Malvinas.

Que el próximo 10 de diciembre la memoria de los trabajadores sea reparada.

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