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ANÁLISIS Y OPINIÓN

Reforma laboral: imposiciones y resistencias

Por Federico G. Arabia, abogado laboralista

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Los temas sociales, en la actualidad, aparecen parcelados. Cada individuo, en la preocupación de sus intereses, recibe la porción justa de información a su medida. La política pareciera haber encontrado en este terreno disperso, la posibilidad de avanzar sin que importe el qué dirán o la respuesta en la calle. Las acciones de resistencia, las manifestaciones, como en un prisma, se dispersan en distintas direcciones y se limitan al sector que toma las medidas. Por su parte, el gobierno nacional se muestra invulnerable a los reclamos (la respuesta de Milei burlándose de la marcha universitaria a través de un tuit, es un ejemplo de tantos).

Sin embargo, el paro de la CGT fue la demostración de que el freno de la actividad económica es lo que más le duele a este gobierno. Las fervientes quejas de Caputo, los escraches a dirigentes sindicales, los esfuerzos por ningunear la efectividad de la medidas, quedaron en claro offside ante una sociedad paralizada.

El silencio en las calles fue contundente en todo el país y la impresión es que el ordenador es económico. Así como el disciplinamiento a través de la recesión económica impuesta por el gobierno de Milei es el denominador común para evitar el desorden social, la resistencia colectiva de los sectores del trabajo pareciera ser la herramienta más efectiva para evitar la imposición gubernamental del orden.

Resta preguntarse si existirá una sincronización de los reclamos y las demandas (diría Laclau), por ahora fragmentados. El mundo del trabajo, con sus sindicatos organizados por la CGT, la clase media representada en la marcha universitaria, el ciudadano de a pie, los intelectuales, los relegados del sistema, todos unidos: ¿triunfaremos?

Trampas en la Ley Bases: las cuatro patas de la mesa enclenque

La reforma laboral es una de las peores producciones jurídicas de los últimos tiempos. Ni el menemismo ni el macrismo se animaron a destruir con tanta contundencia el andamiaje protectorio que tiene el derecho laboral y que es fruto de décadas de luchas del movimiento obrero. Describiremos solo 4 de sus puntos:

Eliminación de multas por trabajo no registrado

Dentro de la Reforma Milei se encuentra la eliminación de las multas de la Ley Nacional de Empleo. Esto significa que quienes tengan empleados sin registrar, ya no tendrían ningún tipo de apercibimiento o disuasión, y podrían “contratar y descontratar”, como dijo alguna vez un ministro macrista haciendo alusión al proceso digestivo.

Se trata de una vía libre para el fraude. Las multas de la Ley 24013 tenían por objeto multar a quienes contrataban gente de manera informal. Según esta reforma, no tendría sentido registrar a un empleado, ya que, de no hacerlo, el empleador podría postergar el pago de una indemnización hasta lo que dura un juicio laboral (5 años aproximadamente). Entonces, lejos de generar mayor registración y bajar la informalidad, la reforma será un cheque en blanco para el fraude y la ilicitud.

Ampliación del período de prueba

Sumada a la derogación de las multas, se encuentra la ampliación del período de prueba de 3 meses a 1 año. Si bien, en su naturaleza jurídica, la función del período de prueba es evaluar la idoneidad de un trabajador para su puesto, en los hechos es utilizado como una forma de reciclaje. Es decir, se reduce la duración en los puestos de trabajo, ya que el trabajador puede ser despedido durante ese período sin recibir indemnización alguna. De este modo, con la reforma se habilitaría a que una empresa pueda emplear a un trabajador un año y, antes de cumplir dicho plazo, despedirlo sin consecuencias.

Se obtiene así un engendro jurídico, ya debatido y fracasado en los 90, no como mera apreciación de este cronista, sino como una experiencia verificable en el campo de los derechos laborales. Puesto que ampliar el período de prueba, lejos de mejorar las condiciones laborales, produce mayor inestabilidad, mayor reciclaje de trabajadores y mayor informalidad.

Tercerización

La tercerización fue terreno de disputa jurídica y social. Desde el emblemático fallo “Rodriguez, Juan Ramón c/ Cía Embotelladora Argentina S.A. y Otro”, donde la Corte de los 90 avaló la quita de responsabilidad solidaria de las empresas, pasando por el asesinato de Mariano Ferreyra como contrapunto del reclamo de los trabajadores ferroviarios por ser encuadrados en el convenio de su empleador principal, la tercerización es el punto sobre el cual las empresas ejercen mayor presión. Cuanta menor responsabilidad tenga la empresa principal -aquella que contrata un servicio, por ejemplo, un supermercado que contrata el servicio de vigilancia-, mayor posibilidad de fraude posee. Cuanta mayor segmentación del sector productivo, mayor evasión.

Las empresas que subcontratan servicios tienen, hasta que se apruebe la reforma, una responsabilidad sobre sus empleados. Ahora, dicha responsabilidad se encontraría limitada, fomentando la subcontratación y, en consecuencia, el desamparo de los trabajadores cuyas contrataciones se sucedan entre distintos empleadores.

Fondo de Cese laboral

El fondo de cese es, en pocas palabras, el sistema por el cual el propio trabajador se paga su despido. Es el sistema que adoptó la UOCRA y el pretendido paradigma del resto de las actividades. El fondo de cese es la madre de la flexibilización, porque:

1. Permite despedir más fácilmente, fomentando el reciclaje de trabajadores.

2. Otorga poder a compañías de seguros, debido a que este sistema obliga a su contratación, al traspasar la seguridad social a manos privadas con fines de lucro.

3. Contradice el principio de protección contra el despido establecido en la Constitución Nacional.

El rol del movimiento obrero

El gobierno nacional intenta imponer un cambio productivo a través de leyes laborales. Sin embargo, no hay registros en la historia argentina donde la modificación de la legislación laboral haya impactado en el desarrollo productivo, el ingreso de inversiones o mejoras en las pymes. Muy por el contrario, estas reformas son como “piñas” al aire que proponen un crisol de flexibilización y desregulación generando, en consecuencia, mayor desempleo, mayor informalidad y reciclaje.

Desde ya, la reforma sólo es posible en un contexto de recesión económica y disciplinamiento a los sectores del trabajo: represión institucional, despidos masivos, reducción del poder adquisitivo. Con el agravante de una dispersión informativa que obstaculiza la comunión de los reclamos.

En este estado de fragmentación social, la imposición del gobierno y la resistencia de los sectores populares son los contendientes de una esgrima cotidiana que repercute en la vida de los argentinos y argentinas de a pie. El Paro Nacional como faro de resistencia no parece ser fácilmente ninguneado por tuits o posteos en redes sociales y el rol de la CGT junto al movimiento obrero comienza a ser decisivo en la canalización y la respuesta colectiva al descontento social.

* Federico Arabia, abogado laboralista y docente universitario. Especialista en derecho laboral.
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