ANÁLISIS Y OPINIÓN
Qué se juega con el desdoblamiento electoral en la provincia de Buenos Aires
Por Juan Manuel ‘Pipo’ Aravena

Las (in) decisiones del gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, sobre el proceso electoral y la posibilidad de llevar adelante un desdoblamiento electoral en el principal distrito del país copan la agenda política. El viejo axioma del peronismo “somos como los gatos, cuando parece que nos peleamos nos estamos reproduciendo” no parece ser aplicable por estos días.
La Provincia aporta poco más del 30% del PBI y el 40% del electorado, por lo que la expectativa sobre el rol del peronismo en esa jurisdicción es mirada con la lupa. Allí, las tres patas de Unión por la Patria tienen un debate sobre el desdoblamiento electoral respecto de la elección nacional, aunque la cuestión de fondo pasa por la conducción del movimiento que hoy, está huérfano.
Las secuencias de esta semana tuvieron tres momentos donde sostener la unidad y suspender las PASO parecían los temas de fondo. La conversación del domingo entre Kicillof con Máximo y Massa, que siguieron las segundas líneas el día martes, se rompió cuando la senadora Teresa García vino con el proyecto escrito en el Instituto Patria y que imponía la fecha de elección. Esa presentación rompió todo.
Luego de una sesión sin proyectos importantes, Alexis Guerrera, el hombre de Massa en la Cámara de Diputados reunió a todos los jefes de las bancadas opositoras. Incluso al libertario Agustín Romo. Allí se definió el cronograma para tratar el proyecto de García en las Comisiones y darle tratamiento el jueves 3 de abril en una sesión espejo entre la Cámara Baja y el Senado. Los gestos son elocuentes. Massa cerró filas con Cristina.
En paralelo, el Movimiento Desarrollo al Futuro lanzó su batería de intendentes y sumó los vecinalistas para presionar por el desdoblamiento. “Si el jueves 3 no suspenden las PASO, el gobernador va a imponer la fecha de la elección general”, selló una fuente inobjetable. Mientras la Legislatura avanza con el debate, a dos cuadras, en el Teatro Argentino, el gobernador realizará un acto ante la militancia kicillofista, con fuerte presencia de gremios que construyen “una alternativa a Cristina”.
El fin de semana va a funcionar como termómetro en el peronismo. Los legisladores se quedaron en La Plata para afinar los detalles de la rosca. Los intendentes están preparados para llegar hasta la capital bonaerense. El jueves 3 se convirtió en el Día D de Unión por la Patria. Las señales que están dando las principales espadas hoy es de ruptura total.
Uno de los hombres de mayor confianza de Máximo Kirchner en la Legislatura aseguró que “los que intentan romper son Ferraresi, Secco y alguno más” que, sin nombrarlo, lo señala como “el primo” Larroque. Es el propio ministro de Desarrollo de la Comunidad quien oficia como la figura más ultra en el proceso que empuja a Kicillof a una ruptura. Por lo menos eso es lo que creen dentro de La Cámpora.
Los gestos son elocuentes. Larroque recriminó ante un pequeño grupo de periodistas que “para qué vamos a ir a una conversación dentro del partido si ni siquiera te dejan opinar. Te dicen ´van a hablar estos tres´ y listo”.
En la pregunta disparadora, la discusión pasa por quién se queda con el bastón de mariscal. Cristina fue beneficiada con la derrota de Unión por la Patria en 2017. Impuso la candidatura de Alberto Fernández en 2019. En 2021 la cara de la derrota fue Kicillof, quién pagó con la intervención de su gabinete pese a no haber tenido injerencia en la estrategia electoral ni el armado de listas. Los movimientos de estas semanas marcan que el gobernador aprendió esa lección, aunque no se anima a dar el paso.
Cerca de Kicillof creen que una elección concurrente garantiza una derrota, que puede dejar a Cristina Kirchner con posibilidades de ir por una nueva candidatura presidencial contra la potencial reelección de Javier Milei. En esa ecuación, Sergio Massa se cola como alternancia. Si Kicillof se impone, la carrera presidencial hacia el 2027 parece inevitable, sólo alterada por un resultado sorpresivo en la Ciudad de Buenos Aires, distrito que aportó 3 de los últimos 4 presidentes. Por su parte, el sindicalismo ve toda la jugada desde la antesala, una oportunidad pérdida para dar el salto a la política.
