Si bien la candidatura de Mario «Paco» Manrique no fue una apuesta cegetista, el ingreso del sindicalista al Congreso había generado expectativas en el sector por la eventual visibilización de las problemáticas del movimiento obrero. Un espacio para jugar a la política con las cartas de los trabajadores. Pero nada de eso pasó, y el recorrido del dirigente de SMATA en Diputados está más cerca de representar una oportunidad perdida, que un paso adelante en materia de legislación pro-trabajadores.
Manrique asumió como diputado nacional en diciembre de 2023, en representación de la provincia de Buenos Aires. Es integrante del bloque de Unión por la Patria y uno de los representantes del sindicalismo en el Congreso, junto a Sergio Palazzo (Bancarios), Vanesa Siley (Judiciales), Hugo Yasky (CTA) y José Gómez (Luz y Fuerza), entre otros.
El derrotero de Manrique en el Congreso gana aún más relevancia por su rol de Secretario Gremial del Consejo Directivo de la Confederal del Trabajo (CGT). En términos de jerarquía y relevancia, podría ubicarse debajo de los tres secretarios generales y el secretario adjunto. Se trata de un cargo de fuste dentro de la estructura cegetista, deprimido en términos de representatividad y carta de presentación en el parlamento.
En sus primeros ocho meses como legislador, el dirigente bonaerense acompañó como cofirmante a medio centenar de proyectos, pero los registros dan cuenta de sólo dos proyectos de su autoría: uno para declarar la emergencia en la red vial nacional y otro para promocionar la movilidad sustentable. No presentó ninguna iniciativa referida a los trabajadores o el mundo del trabajo.
La falta de proyectos propios resulta llamativa en el marco de meses de fuerte tensión en Diputados, con el tratamiento de iniciativas oficiales, como la Ley de Bases y el paquete fiscal, que determinaron la quita de derechos y la pérdida de conquistas -como el retorno de Ganancias- que fueron bandera de lucha del sindicalismo en las últimas décadas.
El paso de Manrique por el Congreso sí sumó escándalos. El primero fue el 1 de marzo cuando se diferenció del resto de los legisladores y siguió de espaldas el discurso del presidente Javier Milei en la apertura de sesiones ordinarias. Su postura ganó relevancia y se ganó fuerte críticas, y hasta el enojo de compañeros de bancada.
El otro, más reciente, lo tuvo como protagonista días atrás durante el inicio del debate por cambios en el modelo sindical. En plena reunión informativa de la Comisión del Trabajo, el adjunto de CGT se cruzó duró con el diputado del PRO, Fernando Iglesias. El intercambio terminó con un cara a cara entre los legisladores, con insultos y gritos. Iglesias fue a la Justicia y ahora Manrique afronta una causa por amenazas.
Fiel a su estilo, el adjunto de SMATA fue parte este último jueves de un fuerte cruce de palabras en Diputados. Esta vez, con el titular del Movimiento Empresarial Anti Bloqueos (MEAB), Juan Méndez. Las autoridades de la Comisión intervinieron y la situación no pasó a mayores.
En paralelo, Manrique ganó críticas dentro del peronismo por sus contantes ataques a representantes del espacio y gobernadores. También mantiene internas en la propia CGT. «Tiene la lógica de la bolsa para atacar. Generaliza, los metes a todos y se equivoca. Además, critica a peronismo y a la CGT.. ¿y vos no sos peronismo? ¿Acaso no sos CGT? Hay mucha hipocresía», apuntó un referente del sindicalismo del conurbano, que describe el hartazgo con la figura del adjunto de SMATA.
En las últimas horas, el sindicalista se volvió viral por la justificación al despido de 300 trabajadores de la empresa Volkswagen, donde el SMATA tiene representación. En diálogo con Radio Splendid, y al ser consultado sobre la situación de los cesanteados, Manrique sostuvo que «las medidas del Gobierno hicieron que algunas plantas tengan que reestructurarse y se acordaron retiros voluntarios, prejubilaciones y demás para encarar los proyectos que vienen. Si bien son pérdidas de puestos de trabajo, son salidas coyunturales que debemos acordar para evitar mayores consecuencias».
«Hubo el despido de algunos compañeros que los legajos no estaban como correspondían. Y bueno, se acordó. Más o menos, entre empleados y operarios, son unos 250 a 270 trabajadores», confirmó con liviandad Manrique, en una postura que desacomodó a propios y extraños por su exacerbado perfil combativo en el Congreso y la CGT y dialoguista/negociador en su sindicato. «Paco» a la carta.