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Moyano, en la ofensiva final
El sindicalista camionero endureció su discurso contra el Gobierno y busca desplegar todo su poderío para lograr una nuevo período en la CGT.

Hugo Moyano ha lanzado la ofensiva final para lograr su reelección al frente de la CGT. Cada vez más irá endureciendo su discurso en contra del Gobierno y, antes o después, convocará a un paro general.
Como primer paso, seguramente para el 1 de mayo, preparará una gran movilización a la Plaza de Mayo, para demostrar su poderío y seguramente lanzar oficialmente su postulación para un nuevo período en la CGT.
“No se dan cuenta de que al ser voto secreto, me los como crudo”, dijo el camionero frente a los suyos en las ultimas horas, tras anunciarles que nuevamente será de la partida en la CGT:
Moyano se siente fuerte. No le interesa tener 50% de imagen negativa en la población. Comienza a ver que detrás de su figura logra reunir a los “heridos” que inexplicablemente va dejando el kirchnerismo. Sin confirmar, se habla de que Julio Bárbaro es uno de los ideólogos de la “resistencia” moyanista, y algunos diputados, como Claudia Rucci, han salido públicamente a darle su apoyo.
Desde hace tiempo que Moyano sueña ser “el Lula argentino”. Cada vez que hablaba en el pasado de que algún día un trabajador llegará a la rosada, se pensaba el mismo en esa situación. Justamente ese fue el primer tema que lo comenzó a alejar de la actual Presidenta, en el aquel acto en River cuando Cristina le contestó que “yo soy una trabajadora”.
No hay ningún puente tendido con el Gobierno, aunque desde la Rosada sostienen que “llegado el momento, será Tomada el que tenga que negociar con Moyano”. Pero soló se habla de paritarias, porque no hay ninguna señal de que la relación se pueda recomponer.
Hoy por hoy, Moyano no tiene enfrente ningún competidor en la CGT.
Los denominados “gordos” y los gremios independientes que no lo quieren sostienen por lo bajo que “Moyano se cortó solo en la elección de la fecha, que no consultó y que se corre el riesgo de terminar a los tiros y en una división en el Confederal del 12 de julio”.
Antonio Caló, el sindicalista de la UOM que dijo que le gustaría presidir la CGT, aún no ha dado el sí.
“Cuando Antonio se defina, todos nos encolumnamos detrás de él, pero el tema es que no lo ha hecho aún”, comenta uno de los operadores de los gordos.
Caló es actualmente el secretario de la otrora poderosa Unión Obrera Metalúrgica. Y quiere mantener esa condición, aun si es electo en la CGT.
Pero en su gremio, no todos están de acuerdo y algunos ya le han indicado que deberá renunciar en caso de llegar al sillón de la calle Azopardo.
“Moyano y Barrionuevo sólo quieren ponerse en contra del gobierno de Cristina, y nosotros no estaremos en esa posición. No vamos a ser los traidores de un gobierno que nos ha dado mucho”, sostienen los “gordos”, que son muy duros con Moyano: “El no consiguió nada para la clase trabajadora, soló para su gremio y para los suyos”, desafían contundentes. Y agregan: “El duhaldismo residual se pondrá detrás de Moyano”.
Moyano se defiende. Dice que hace años que no habla con Barrionuevo y que “si él quiere volver a la CGT, nadie le cerrará la puerta”. Se ilusiona con ser la figura de un peronismo que no comulga con Cristina, aunque sabe que no le será fácil. Y desmiente algún tipo de acercamiento con Duhalde. “Ni sé en que anda” dispara.
En realidad, hoy por hoy el ex Presidente sigue arrastrando su depresión poselecciones, y sin ninguna chance de retornar a la política. Pasa más días en la República Oriental del Uruguay, que en su pago chico de Lomas de Zamora.
Luis Barrionuevo aún no ha definido si apoyará a Hugo Moyano.
Está conversando con los gremios que le responden y analizando qué hacer. Sabe que su apoyo es fundamental para que Moyano logre la reelección. Sin sus congresales, el camionero vería peligrar un nuevo mandato.
Barrionuevo quiere garantizarse poder interno, y desconfía de que Moyano se lo garantice. Por eso, los próximos días serán decisivos para saber qué actitud tomará el líder de los gastronómicos.
Quien si ya salió públicamente a respaldar a Moyano es Jerónimo Momo Venegas, que le asegura un buen caudal de votos.
Mientras Moyano va despacio reconstruyendo su poder sindical y amenaza en convertirse en el principal opositor al Gobierno, desde la Rosada siguen sin dar señales de estar preocupados por esta nueva realidad. “La Presidenta tiene en claro que así será, que uno de los desafios de este año será Moyano, pero está dispuesta a enfrentarlo”, sostienen quienes la conocen.
Hoy está a la vista que las diferencias entre ellos, que siempre existieron pero que en vida de Néstor Kirchner se disimulaban al actuar este como factor de “intermediación” entre ambos, son más personales que políticas. Y que se potenciaron desde la muerte del ex presidente.
“La Presidenta se da cuenta de todo, sabe cómo viene la cosa porque es una militante y es muy inteligente, y si lo hace, sabrá porque lo hace”, sostiene un ex colaborador que ya no está en la Rosada. El mismo “huele” algunos cambios en el gabinete en las próximas semanas.
El viernes por la mañana, la Presidenta tuvo una larga charla telefónica con el ministro del Interior Florencio Randazzo, que no pasa sus mejores horas en el seno del Gobierno.
Por el momento, se despejaron los rumores sobre un remplazo de este, indicando que las cosas habían quedado en claro entre ellos, después de la charla.
“La Presidenta entiende que nuevamente los sectores que no la quieren están buscando meter alguna brecha en su gobierno y crear divisiones, y lamentablemente siempre algún inútil de adentro les hace el juego a esos sectores… Pero Cristina se da cuenta de que hay una ofensiva fuerte nuevamente contra ella y no va a ceder. Ya lo pasó y está preparada, lo ha demostrado, para seguir dando esa lucha”, comentan algunos voceros de la Rosada.
Está claro, además, que evidentemente hay sectores interesados en recrear una situación similar a la de la “125” en el país, pero que no logran “enganchar” la bandera que les sirva para enarbolar o recrear esa situación. En el 2008, lo fue la mesa de enlace. Hoy, ese sector está totalmente diluido y la dirigencia política de la oposición, tratando de saldar las deudas internas que tienen en sus formaciones, tras el papelón del año pasado.
El Gobierno sabe de esto, pero juega a veces peligrosamente con fuego, al seguir expulsando de sus filas a dirigentes que le serian mucho más útiles entre sus huestes que en la vereda de enfrente.
Y cerrándose muchas veces a su interior, en lugar de abrirse en la búsqueda de mantener el poder político que le confirió la ciudadanía el año anterior.
Gustavo Sylvestre, Columnista de UNO.
