ANÁLISIS Y OPINIÓN
Los dilemas de la clase obrera
Por Carlos Chino Fernández, columnista de Mundo Gremial.

A través de diferentes medos gráficos y audiovisuales, se habla insistentemente acerca de la tiranía que el Poder Ejecutivo Nacional ejerce sobre gobernadores, municipios y sobre la oposición en general.
Se acusa al Gobierno nacional de intentar disolver las corporaciones y a todo el sistema de partidos políticos. De esta manera, la presidente de los argentinos tendría el camino libre para vincularse directamente con el conjunto de la población y especialmente con los trabajadores y con los jóvenes.
En primer lugar, el llamado Kirchnerismo es un emergente de la crisis de 2001, que expresa la descomposición parcial de un orden social, político, económico y de representación construido desde mediados de los años ´70.
Las luchas sociales adquirieron cierto sesgo insurreccional (ya que las protestas excedieron los marcos institucionales) y condensaron la resistencia a largos años de lógica financiera y especulativa, en donde los partidos políticos y muchas corporaciones fueron cómplices.
El Kirchnerismo es la resultante y la salida a ese tremendo punto de llegada. Poniendo blanco sobre negro, el Kirchnerismo expresa en carne viva, la necesidad y la posibilidad de superar las frustraciones de las últimas décadas anteriores.
En honor a la verdad
El logro mayor del Gobierno nacional, es el avance en la recuperación del control autónomo del poder central del Estado Nacional, en el marco mayor de la creación de la UNASUR.
El colapso del orden anterior, abre una larga transición en la construcción de uno nuevo en donde prime la lógica del movimiento social y no del sistema de partidos políticos anteriores. Por otra parte, el proceso exige un transvasamiento generacional con las lógicas tensiones que esto supone.
La interrupción de este proceso sería letal para la salud de la Nación, en donde la oposición debería distinguir lo esencial de lo accesorio a la hora de confrontar con el gobierno.
Con respecto al movimiento obrero, los términos de una nueva unidad, no pueden ser establecidos por una política gremial y de corto alcance. El gobierno nacional ha definido políticas estratégicas en la recuperación del control de la renta, de la explotación energética y del comercio exterior. Es sobre esta base que hay acompañar y en todo caso plantear la superación hacia adelante y hacia una mayor soberanía.
No es tirando piedras junto a la oposición decadente que conseguiremos los objetivos. En todo caso, deberemos trabajar fuertemente en la creación de nuevas formas de representación que incluyan lo nuevo y no reflotando lo viejo que ha quedado superado por la historia.
La lucha gremial es legítima y necesaria, como lo es la lucha electoral, pero la hora exige un alineamiento junto al gobierno desde la política estratégica. Como decía el Gral. Perón, desde la gran política.
