ANÁLISIS Y OPINIÓN

Llegan buenas noticias para el gobierno desde la CGT

Por Nicolás Alberio, columnista de Mundo Gremial

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Esta semana se conoció, como lo anticipó Mundo Gremial, que el Consejo Directivo de la Confederación General de los Trabajadores (CGT) decidió respaldar al Triunvirato que comanda la central obrera, por lo cual se descartó la idea de convocar a elecciones el próximo de 22 agosto para definir a las nuevas autoridades.

De este modo, la organización sindical seguirá a cargo de Juan Carlos Schmid, de Dragado y Balizamiento; Carlos Acuña, de Empleados de Estaciones de Servicio; y Héctor Daer, de Sanidad.

Estos dirigentes vienen desempeñándose al frente de la central obrera desde los primeros meses que Mauricio Macri asumió la Presidencia de la Nación, y si bien la relación no es plena, supieron sortear los diversos inconvenientes que se fueron suscitando en más de dos años de inestabilidad económica con su correlato en el mundo laboral, sin generar grandes choques con el gobierno.

Pero la situación económica y social se agravó este año. A los problemas que ya acarreaba el país, se le agregó el cese del financiamiento externo y una vez más, la Argentina recurrió al Fondo Monetario para pedir un salvataje, que con los condicionamientos habituales que impone el organismo internacional, verán afectadas las condiciones laborales tanto de los trabajadores activos como de los jubilados.

En este escenario de radicalización del conflicto social en ciernes, el gobierno encontró un bálsamo con la continuidad del Triunvirato en la conducción de la CGT. Su permanencia, muy cuestionada por las bases, le asegura una cierta calma a pesar de los cruces retóricos que han esbozado cada tanto.

Sin embargo, la noticia generó un fuerte malestar en dirigentes como el camionero Pablo Moyano, quien tenía la ilusión junto al bancario Sergio Palazzo, de ponerse el traje de Secretario General de la CGT. El espacio que representan busca imponer una política más activa de confrontación con el gobierno y hasta se atrevió a calificar la continuidad del Triunvirato como “Un día negro para los trabajadores que se habían esperanzado con una nueva CGT”.

El Triunvirato tiene mandato para conducir, pero muchos gremios ya están barajando la idea de no reconocer su legitimidad y comienzan a tejer una ruptura formal con una CGT que ya está partida aunque en los papeles figure otra cosa

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