El bloque de diputados de Juntos por el Cambio sorprendió a todos con un proyecto de resolución, en el cual le pide al Poder Ejecutivo y al Ministerio de Trabajo que le quiten la personería gremial al Sindicato de Choferes de Camiones.
Dicha acción por parte de políticos muy poco afectos a las mejores y más sanas tradiciones argentinas, tiene algunas aristas que ameritan un análisis.
El hecho de que este puñado de cosmopolitas haya presentado un proyecto sin ninguna posibilidad de éxito, ya sea por ser disparatado desde lo legal o por carecer del mínimo consenso necesario en lo legislativo, implica la necesidad concreta de dar un testimonio de antiperonismo explícito. Seguramente haya una explicación, y el 2023 y la reafirmación temprana del voto “isaac-rojista” tengan que ver con ella.
No menos llamativo es que los infames cañones de los representantes de la alta finanza en el Congreso Nacional, apunten ni más ni menos que a la figura de la PERSONERÍA GREMIAL. Ya no disimulan ni disfrazan sus intenciones con ataques a dirigentes obreros de carne y hueso, sino que se sinceran y ponen la mira por debajo de la “línea de flotación” de los trabajadores organizados.
En este punto vale hacer una pequeña cronología de hechos y antecedentes que nos permita apreciar la conexión entre distintos momentos históricos, sus actores y cuáles son los intereses que los movilizan.
En octubre de 1945, luego de firmar el decreto que creaba el MODELO SINDICAL ARGENTINO, y a consecuencia de esto, el por entonces Coronel Juan Perón era obligado a renunciar a todos sus cargos y posteriormente encarcelado, lo que desembocaría en la histórica jornada del 17 de octubre. Los adversarios de Perón, para enfrentarlo en los comicios de 1946 formaron la Unión Democrática, sello que contaba con la bendición de la embajada de los Estados Unidos a cargo de Spruille Braden.
En 1956, tras el derrocamiento de Perón (a manos de la marina, que fue reabastecida de armas por el imperio británico para tal fin), Pedro Eugenio Aramburu e Isaac Rojas promulgaron el decreto 9270 dirigido a negar el MODELO SINDICAL PERONISTA, derogando la PERSONERÍA GREMIAL.
En 1976, la dictadura, también autodenominada Proceso de Reorganización Nacional (nombre alusivo al “Proceso de Organización Nacional” de las fuerzas oligárquicas y apátridas que derrocaron a Juan Manuel de Rosas), interviene la CGT y suspende el MODELO SINDICAL de hecho.
En 1983, a comienzos del gobierno radical de Raúl Alfonsín, se intenta destruir el MODELO SINDICAL mediante el tristemente célebre proyecto de ley conocido como “ley Mucci”. La UCR había sido parte de la Unión Democrática y sus dirigentes participaron activamente del derrocamiento de Perón en 1955.
Tal como dije en mi debut como columnista de Mundo Gremial, allá por febrero de 2018, “a la corporación política liberal no le molesta en lo más mínimo que un sindicalista sea malo, lo que realmente no pueden soportar es que un sindicalista sea fuerte”.
Es evidente que lo que se intenta atacar no es a los dirigentes sindicales, a sus aciertos o traspiés, sino a lo que todos nosotros unidos y solidarios representamos, un modelo sindical que es efectivamente el último ladrillo que queda en pie del Movimiento Nacional Justicialista. Porque lo que realmente no pueden soportar, lo que definitivamente les molesta, es lo que este modelo defiende: a los trabajadores y a Perón.
El sueño húmedo de este puñado de sin patria es volver a un país pre peronista. Añoran la no existencia de un sindicalismo con poder real. Como dijo el ministro de interior de la dictadura del 76, general Albano Harguindeguy (amigo personal de Alfonsín), el objetivo del gobierno del proceso era “retrotraer la Argentina al 3 de junio de 1943”. A confesión de parte, relevo de pruebas.
Hoy, los nietos de “la fusiladora” y creadores de la “gestapo antisindical”, hacen gala de su desprecio por la herramienta de lucha de los más humildes. No vienen por la personería gremial de Camioneros en particular, sino por la destrucción del MODELO SINDICAL PERONISTA en su totalidad. Su defensa, por parte de los trabajadores organizados, es la madre de todas las batallas.