La industria textil continúa renovando las alarmas por la crítica situación que viene atravesando desde que asumió la actual gestión que encabeza Javier Milei. Según los últimos informes, se estima que se han perdido más de 10 mil puestos de trabajo en lo que va del año, producto de las pymes y comercios que han cerrado.
“La ropa es un bien que se deja de comprar cuando no tenés plata porque en todo caso seguís usando lo que tenés. Los alimentos, por más que suban lo que suban, no vas a dejar de comprarlos porque necesitas vivir”, declaró el presidente de la Fundación Pro Tejer, Luciano Galfione, en el último documento de la entidad.
Según sostienen desde la fundación, el escenario textil es “alarmante” y apuntan contra varios factores aunque acentúan las implicancias de la caída del poder adquisitivo de los salarios que se tradujo en el desplome del consumo. Además, advirtieron que la apertura de importaciones no va a generar una baja de los precios.
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En ese sentido, explicaron que “la disminución de la demanda produce inevitablemente una baja en la producción y, por ende, la suba del costo unitario del producto dañando así la rentabilidad del producto, lo que se refleja principalmente en las pymes y en el empleo”. “Necesitamos condiciones de competencia leal”, reclamaron.
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“Hay muchas cosas que el empresario no maneja, como los costos. Lo que reclamamos son reformas estructurales que nos habían prometido en campaña, pero como no hay plata, no hay presupuesto para llevarlas a cabo y así convertir a la industria argentina en competitiva”, consideró el secretario de Pro Tejer, Jorge Sorabilla.
Por último, la organización textil aseguró que las mediciones que colocan a la indumentaria y el calzado como uno de los rubros que más aumenta mes a mes «son erróneas” dado que el Índice de Precios al Consumidor no es preciso por varias razones, entre ellas, no discrimina entre productos nacionales e importados y tampoco tiene en cuenta los cambios de hábitos de los consumidores.