ANÁLISIS Y OPINIÓN
La industria del conocimiento y el mito del freelancer
Por Bianca Coleffi (*)
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En pandemia hubo un boom de servicios digitales. Desde 2019 a 2022, fue el rubro dentro del sector privado que más creció en Argentina. Ser «freelancer” con el dólar devaluado infló el mito de “volverse millonario trabajando para afuera”. A fines de 2024 el hervor mermó y ahora el rubro tiene sus desafíos en cuanto a su estabilidad, organización intersectorial y acuerdos sobre condiciones mínimas de trabajo.
Del boom hasta hoy pasaron varias cosas: la diferencia cambiaria planchó, la mano de obra creció y por lo tanto la demanda laboral se redujo. Algunas empresas locales ven en esto un panorama positivo para fidelizar sus plantas y seguir en el camino de la competencia.
Entre otros mitos, el sector acarrea con el famoso discurso del emprendedor que lo logró a puro mérito. Sin embargo, el crecimiento de muchas empresas como Mercado Libre, Globant y otras de desarrollo de software y actividades digitales, se lo debe en gran parte a la Ley de Software sancionada en el 2007, que funcionó como política de Estado para el desarrollo del rubro.
A llorar al campito
Según datos informales, en Argentina hay alrededor de medio millón de trabajadores del rubro de la Industria del Conocimiento. Se trata de trabajadores que brindan servicios relacionados al desarrollo software, diseño y programación web, entre muchas otras actividades. En general están calificados por experiencia y conocimiento del trabajador como; Senior (más alto), Semi Senior y Junior.
Muchos trabajan de forma freelance y otros en empresas. El trabajo freelance generalmente es informal, sin aportes jubilatorios, aguinaldo, obra social, e incluso algunos sin facturación. Laura Rado pasó de ser empleada en Oracle con régimen formal de trabajo a la modalidad freelance con menos beneficios laborales. Sin embargo, “el salario es mejor”, dice Laura quien pasó de percibir dos mil dólares en 2023, con baja a mil a mediados de 2024 y ahora percibe tres mil dólares.
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Laura Rado
Las empresas grandes hacen la diferencia precarizando a su mano de obra; los salarios son bajos en relación a su ingreso. Empresas como Globant son el ejemplo. Utilizan la política de los descuentos y beneficios para sus trabajadores como forma “compensatoria”. “¿Que me importa comer ravioles de salmón en el trabajo o que tenga un metegol o una play? Aumentame el salario mejor”, dice Laura Rado, actual freelancer y ex trabajadora de la empresa Oracle.
Los problemas cuando trabajas para multinacionales o por cuenta propia son parecidos: “¿A quien le vas a reclamar? Hay algunas que son empresas con 200 personas y no tienen ni un área de recursos humanos”, cuenta el secretario general de la Asociación Sindical Unión Informática, Ignacio Lonzieme. “Es la ley de la selva”, asegura.
“En la empresa en la que estoy querían que hagamos guardias gratis. Nos organizamos entre cuatro y dejamos de trabajar. Más tarde nos informaron que nos pagarían las guardias. Pero no es lo común que suceda eso. Nadie quiere organizarse en este sector, prefieren arreglarse solos”, admite Laura Rado quien además es Subsecretaria de la Unión Informática. «Trabajando como free, sabes que no tenés a donde reclamar. No sabes ni como son los contratos, trabajas en negro. Pero cuando te compensa la plata, todos lo prefieren”.
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Ignacio Lonzieme
Con la estabilidad cambiaria, los salarios en dólares dejaron de rendir, y las empresas ya no ofrecen propuestas irrisorias porque hay otro esperando por ese puesto. “Muchos se quedaron con el mito que el sistema te vende: si trabajas para afuera te vas a hacer millonario. Y no es así; necesitas contactos, suerte, manejo de inglés”, asegura la freelancer.
Los unicornios no nacieron de un repollo
“Estamos a la par o superamos al campo en lo que es generación de divisas y aporte a la economía actual”, afirmó Ignacio Lonzieme de la Unión Informática. El sector creció en un 12% interanual entre el 2019 y el 2022, con una proyección de exportación en 10 mil millones de dólares en 2030, y “ya lleva 8 mil millones en el 2024”, asegura la subsecretaria de Economía del Conocimiento del gobierno anterior, María Apolito.
Las empresas de este rubro brindan servicios a otras para mejorar su competitividad. “Empezando por la pandemia en donde para cualquier cosa que querías vender necesitabas un desarrollo web”, afirma la ex funcionaria.
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María Apolito
La pandemia resultó ser un antes y un después para el sector empresarial que necesita un software cada vez más desarrollado para aumentar su competitividad, el caso es Mercado Libre, Globant, o Rappi. Los famosos “unicornios”- empresas que están valuadas en más de mil millones de dólares- que aunque parecieran haber nacido de repollos, sus historias están vinculadas con las políticas de Estado.
Como el caso Mercado Libre quien percibió hasta 2023 un subsidio que equivalía a todo el presupuesto anual de las Universidades Nacionales y estuvo 17 años recibiendo exenciones impositivas. En 2007, aplicó los beneficios de la Ley de Promoción del Software, que le redujo el pago de hasta un 70% en las contribuciones patronales y del 60% del impuesto a las Ganancias. Con la ampliación del régimen en 2011, también quedó eximido de pagar retenciones a las exportaciones y tiene garantizado el acceso a dólares para importar
De manera contradictoria, Galperín milita la “libertad” y el anti Estado y festejó que el Gobierno le permita a personas beneficiadas con programas sociales cobrar a través de su billetera virtual: Mercado Pago.
O el caso Globant, la empresa multimillonaria que hoy es el sponsor de la nueva estrella argentina de Fórmula 1 auspiciando a Franco Colapinto y pagando millones de dólares a la escudería Williams. Si bien recibió muchos años subsidios estatales, el relato oficial de Globant está más aparejado con la meritocracia y la típica historia del “garage” de cuatro amigos con sueños y sin dinero.
Las Pymes y medianas de la industria
La competencia es desleal entre los grandes gigantes y las pymes. Las pymes le dan trabajo al 60% de la masa asalariada. “Durante la pandemia las empresas más grandes aprovecharon eso para que los trabajadores hagan sus entrenamientos, y una vez que ya estaban con un perfil especializado, luego les ofrecían mejores salarios y vaciaban de perfiles senior a las pymes. Esto se replicó a nivel mundial.”, cuenta Laura.
“Hay una competencia muy pedorra entre las empresas por ganar clientes de afuera. Falta unidad y proyección”, dice Ignacio Lonzieme. Sin embargo, desde el sector empresarial aseguran que la situación de paridad con el dólar y el freno en la devaluación generó más interés por los clientes “de adentro”.
“Antes, tener un cliente de afuera era oro en polvo, ahora quizás hasta se equilibran”, dice Damián Grimberg, gerente comercial de Snappler. “Además, son difíciles las negociaciones con clientes del exterior. A uno de EEUU recién pudimos hacerle un ajuste presupuestario por primera vez en 5 años”, afirma Grimberg.
Muchas de las pequeñas y medianas empresas como Snappler, son fruto de años de trayectoria, capacidad empresarial y apoyo estatal. Una política que permitió a muchas pymes crecer, fue el Programa de Apoyo a la Competitividad (PAC) que tenía como función que clientes argentinos contraten a empresas locales para mejorar su competitividad. “Se le hacía un reintegro a clientes para que pudieran embarcarse en proyectos de desarrollo y gracias a esto pudimos tener valores más cercanos a valores de mercado”, aseguró el titular de Snappler.
“El fondo hoy está dormido. Este gobierno no impulsó ningún programa con este fondo”, asegura la ex Subsecretaria de Economía del Conocimiento.
El programa se ejecutó a la par que se sancionó la ley de Software (2007), la misma fue reemplazada por la Ley de Promoción de la Economía del Conocimiento (Ley 27.506) en 2019 con la intención de abarcar más profesiones que únicamente el desarrollo Software como biotecnología, nanotecnología, entre otros.
“La ley de software terminaba en 2019 y el gobierno de (Mauricio) Macri había dejado una ley de economía del conocimiento que fue aprobada por el Congreso. Creíamos que la ley no tenía el espíritu federalista y de favorecer a las pymes, sino que las grandes recibían los mismos beneficios que las pequeñas. Es por eso que la modificamos y esa es la ley que rige actualmente”, dice María Apolito.
Los desafíos que tiene hoy la industria del conocimiento
La industria del conocimiento en su boom fue un escenario perfecto para vender espejitos de colores que muchos compraron. Ahora con su estabilización, las pequeñas y medianas empresas empiezan a tener por primera vez plantas fijas, sin tantas rotaciones. “Ahora lo que resta es organizar al sector, e ir por condiciones mínimas de trabajo”, afirma Lonzieme.
Entre las pautas mínimas de trabajo están: establecer escalas por categoría, salarios, tiempo, certificaciones y habilitaciones. “Es una industria muy dispar, en donde cada trabajador tiene su forma y sus beneficios. No hay un diagnóstico compartido”, asegura el sindicalista.
“Es necesario no solo organizar al sector trabajador, sino también al empresarial, y las pymes están con la intención de hacerlo”, afirma Lonzieme. “Debería haber un régimen que favorezca la innovación porque son las pymes las que lo generan”.
Sin un diagnóstico de la industria, ni organización ni planificación es difícil proyectar la actividad como estratégica para el desarrollo nacional. ¿Argentina será exportador de conocimiento y entrenador de IA ajena o desarrollará la propia? “El polo de IA del que habló Milei es imposible de realizar si no hay un sector organizado y con proyección. Se pareció más a la promesa de -a la estratósfera en dos horas- que hizo Menem que a algo serio”, dice Lonzieme.
Otro desafío que tiene la industria es su constante reconversión: “está pasando que empresas desarrollaron sus propios equipos técnicos, y ya no tanto tercerizan las tareas de desarrollo de software. Eso hace que pierdas la cantidad de gente que labura en el sector y hace que las empresas de software a esos clientes los tengan que seducir con otras propuestas”, agrega Apolito.
A futuro -y no tan futuro- el sector de la inteligencia artificial está planteando desafíos al mercado laboral. “Sobre todo a los perfiles medios junior que pueden ser suplantados. El lector del software se tiene que reconvertir y adaptar al uso de esa herramientas. Y eso va a ser que se requieran perfiles más especializados incluso en sector junior”, agrega la ex funcionaria.
* Bianca Coleffi es periodista nacida en el sur, criada en Bahía Blanca y ensamblada en la capital bonaerense. Es fundadora del multimedio Desde la Raíz, dónde cuenta historias sobre el ambiente, el trabajo y el alimento. Se especializa en política ambiental: temas marítimos, pesca artesanal, agricultura familiar y economía popular
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