Como cada año, el 1° de Mayo nos convoca a participar de un espacio de reflexión acerca de la cuestión laboral, de las vicisitudes que día a día forjan el presente de los trabajadores y de un tema central, que irrumpe inevitablemente cuando pensamos en el futuro: las elecciones presidenciales que se avecinan.
Nuestro espacio político lo conforma una coalición de partidos con visiones diferentes en torno a muchos temas. Esa característica, tal vez, ha cumplido dos roles tan importantes como controversiales: por un lado, ha fortalecido los debates internos relacionados a cómo y cuándo ejecutar las políticas públicas; y por otro lado, ha sido un factor determinante de desgaste de cara a la percepción que la sociedad pueda tener.
No obstante esto, la esencia no se ha vulnerado y por eso nunca se ha dejado de lado el mandato que Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner establecieron: gobernar con los trabajadores adentro.
En la actualidad, las dificultades económicas más profundas, fomentadas en parte por una coyuntura internacional desfavorable, han impactado en el poder adquisitivo de los trabajadores. Pero atento a eso, las políticas impulsadas y ejecutadas junto a los sindicatos, los empresarios y las organizaciones sociales, estuvieron siempre orientadas a fortalecer la dignificación de las familias y a paliar el estado de crisis en el que nos encontrábamos.
Por esa razón pudimos recuperar el empleo como primera media y luego apuntar a que las condiciones laborales sean dignas y de calidad. Asimismo, este proceso ha evolucionado sin conflictos laborales, lo que no significa que no ha habido fricciones o discusiones entre trabajadores y empleadores, ya que eso es parte de la genealogía del trabajo; sino que esas relaciones se han podido desarrollar en un marco de paz social.
Hoy estamos ingresando nuevamente a un momento histórico determinante para el futuro de todos los argentinos, relacionado a las elecciones nacionales. Es ahí donde debemos poner el foco para repasar lo que fueron los cuatro años del gobierno de Macri, para entender que a pesar de las dificultades, fogoneadas muchas veces por los medios de comunicación, estamos mejor y con grandes expectativas de recuperación.
No es todo lo mismo, esto está claro. El límite es la política neoliberal de concentración de riquezas, donde se gobierna en connivencia con un puñado de empresarios y se deja de lado la vida de los trabajadores. Debemos entender que un triunfo de la derecha significará una reforma laboral en el peor sentido del término: flexibilidad laboral, con eliminación de indemnizaciones por despidos, subsidios para grandes empresas que se quedan con ganancias extraordinarias. Persecución a los sindicatos, como ya lo hicieron, degradación de los derechos laborales y apañamiento a las nuevas formas de trabajo irregular que se esconden detrás de las nuevas plataformas tecnológicas.
Estos no son pronósticos agoreros para enfundar preocupación. Esto pasó apenas hace cuatro años. Y hoy nos dicen, sin tapujos, que se quedaron cortos y que si vuelven a ganar van a hacer lo mismo pero de manera más violenta.
Se ha gobernado en medio de una pandemia sin precedentes, hemos sobrellevado la crisis internacional de manera que la gente no sufra impactos desmedidos. Hemos tenido que esforzarnos para que nuestro país no caiga en un desastre económico luego de la deuda impagable que la derecha encabezada por Macri contrajo con el FMI y que fugó inmediatamente a paraísos fiscales, sin que un peso llegue a la gente y sin que un culpable pague por lo que hizo. Sin embargo, estuvimos y seguiremos estando al lado de los trabajadores.
En estos cuatro años, Axel Kicillof se puso al frente de la recuperación de una Provincia devastada: llevamos más de 20 meses de crecimiento económico ininterrumpido; el desempleo está en niveles de 2015 luego de llegar a casi 12 puntos cuando asumimos. Se construyeron cientos de escuelas, se hicieron obras históricas que le cambiaron la vida a los bonaerenses y se terminaron cerca de 150 obras abandonadas por la gestión anterior.
Además, se recuperó el sistema de salud, arrasado por el Macrismo a nivel país y por Vidal en la Provincia. El Banco Provincia volvió a ser sólido y a través de su gestión se brindaron créditos a productores que permitieron el crecimiento sostenido y la recuperación agrícolaganadera. Se terminó con el marketing en torno a la seguridad y se implementó un sistema sin fisuras que ha arrojado resultados muy positivos en torno a la baja del delito. Y así se pueden nombrar muchísimos hitos más que se lograron con firmeza, con gestión y con el respaldo de la gente.
Por todo esto, entendemos que las diferencias internas seguirán existiendo y no debemos renegar de eso. La diversidad de miradas generan el escenario propicio para que las políticas públicas lleguen a los trabajadores luego de discusiones y de análisis crítico de la situación. No obstante eso, debemos entender en este 1° de Mayo, que lo que se pone en juego en las próximas elecciones es mucho más profundo y está vinculado a qué modelo de país queremos. De espaldas a los trabajadores como propone el PRO, la UCR y los libertarios. O con los trabajadores adentro, con los esfuerzos y las luchas que eso implica, como lo impulsaron Perón, Evita, Néstor, Cristina y Axel Kicillof en la Provincia de Buenos Aires.