ANÁLISIS Y OPINIÓN
Una hoja de ruta para las paritarias
Por el abogado laboralista Lucio Garzón Maceda.

En tiempos de negociaciones salariales, sobran las declamaciones empresarias sobre sus efectos perversos.
Hoy se agregarían condicionamientos gubernamentales.
Ello ocurriría pese a no haberse garantizado, previamente, reparaciones mínimas por los perjuicios inflacionarios padecidos desde el año pasado, con los derivados de la devaluación oficial. El Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario pudo haber dado ese marco de reparación.
Los sindicatos, obviamente, obtendrán el mejor salario, no sólo previendo el daño inflacionario futuro, sino reparando el ya producido en el pasado cercano. Esta ronda de negociación, pese a la teatralización empresarial, será la habitual expresión de la relación de fuerzas, sin nervios, ni intransigencias inexcusables. Advirtamos que el capital privado ya se ha beneficiado de las alteraciones al abonar a sus trabajadores remuneraciones devaluadas.
Deben cesar los otros beneficios adicionales del empresariado, derivados de imponer, en períodos de alta inflación, incrementos salariales en cuotas.
Es una pérdida neta para el asalariado, al abonársele los aumentos tardíamente y es, a la par, una ganancia económica adicional para el empresario, quien aumentó precios sin aumentar salarios, consagrando, además, una productividad ilegítima, no compensada. Y obteniendo beneficios financieros con la capitalización de las diferencias no abonadas.
Una pérdida salarial pasada debe, pues, efectivizarse en un solo pago o como máximo en dos si se cubren, además, las pérdidas que irremediablemente se producirán en los próximos meses.
Es un hábito equívoco, aprovechado por el empresariado, cuantificar la negociación por el valor de la última cuota, que suele ser corta temporalmente. Valga un ejemplo: si se firma, como ha sido práctica, un acuerdo por doce meses con un 15% inicial, con un segundo y un tercer pago de un 10%, cada uno, la noticia escandalosa e interesada sería que “se suscribió un acuerdo por el 35%” , cuando sabemos que la masa salarial consolidada compensatoria de aumentos ya producidos y a producirse, en tal caso, no supera el 25/27%.
Los funcionarios deben ayudar a los sindicatos, -como lo han venido haciendo-, sin nervios, a establecer valores verdaderamente reparatorios, para que los asalariados compensen la estampida de precios y para que recuperen lo que ya perdieron y puedan prever lo que perderán.
Es hora de que los empresarios dejen de industrializar en su provecho la pérdida de poder adquisitivo del asalariado.
Sindicatos, entre ellos los cordobeses, han enunciado públicamente, como consigna central, que la crisis la paguen los empresarios. Pactada la reparación de los salarios alimentarios, se podrá emprender, el diálogo sectorial –no global-, necesario para alcanzar la estabilidad deseada.
