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ANÁLISIS Y OPINIÓN

Un ropaje actual para la educación

Por Emiliano Viviani (*)

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Después de transcurrido un tercio del año que corresponde a la mitad de un ciclo lectivo no podemos dejar de mirar hacia adentro. Las circunstancias epidemiológicas que en el mundo aquejan a millones de personas nos proponen que nuevamente tomemos la iniciativa de educar desde otro lugar. De este modo se abren muchos frentes que la comunidad educativa en su conjunto está abordando con todas las herramientas que tiene y puede. Cada uno desde su lugar dispone de ciertas herramientas metodológicas que acompañan las trayectorias educativas a distancia mientras que los establecimientos educativos solo abren para una tarea asistencialista, que nos recuerda las crisis económicas más recientes de la historia del país.

Abordar estas cuestiones permite reflexionar sobre nuestra labor docente en un contexto incierto, con el compromiso de los estudiantes, el necesario acompañamiento de las familias, y el seguimiento de los directivos escolares. Esta misma coyuntura, pese a sus condiciones particulares, sigue fomentando el trabajo docente como una herramienta puesta al servicio de intereses económicos que lejos están de las voluntades y de las necesidades de las mayorías.

La importancia de pertenecer al sindicato docente contribuye a construir un sentido de pertenencia y forjar un modo de organización para poner freno a la quita de derechos y buscar condiciones más dignas de trabajo para todos los actores que transitan la institución escolar, entendiendo que se pide todo a la escuela pero poco se aporta para concretarlo. El sindicato visibiliza nuestras realidades comunes o dispares, como parte de un sistema político y económico que negocia nuestras reales condiciones de llevar adelante procesos de enseñanza y aprendizaje dignos.

La historia de luchas consecutivas como respuesta a un modelo económico neoliberal que afecta a los países de Latinoamérica está plagada de ejemplos, como el caso particular en nuestro país tras largos años de gestión de un gobierno porteño que produjo con sus políticas educativas el vaciamiento de logros de raigambre nacional, o el caso de la Provincia de Buenos Aires cuya ex gobernadora declaró una guerra abierta al conjunto docente especialmente sindicalizados buscando su debilitamiento. En ambas jurisdicciones se compartía la visión neoliberal propensa a debilitar al colectivo docente organizado en sindicatos con la pretensión de construir nuevas subjetividades más “emprendedoras”. Cuánta necesidad tenemos de estar atentos a la nueva gestión gubernamental después de semejantes atropellos y las pérdidas humanas producto de la desidia de entonces.

La pandemia nos obliga a tener presentes y dar continuidad a nuestras luchas en torno a la NES, la escuela del futuro, el desfinanciamiento educativo, los negocios edilicios como UNICABA CENARD e IRURTIA, el cierre de los comerciales nocturnos, las reasignaciones presupuestarias para refrigerios y viandas, la interrupción del plan 1 a 1 que significó Conectar Igualdad, entre otras que son parte de una concepción mercantilizadora y privatizadora de la educación.

En efecto, el neoliberalismo termina por imponer algo que en principio presenta como sugerencia, es decir, un modelo de sociedad que enarbola los valores del individualismo y el consumo bajo la supuesta premisa de que es inviable otro modelo que no sea el capitalista con sus ajustes y medidas que atentan contra las clases trabajadoras. Cualquier intento de gobierno que tenga presente y sea consciente de las necesidades de justicia social así como la concepción del trabajo como factor nucleante de su sociedad estará obligado a hacer una relectura del peronismo y sus medidas más representativas: redistribución de los ingresos; suministro de asistencia y apoyo a los ciudadanos que sufren necesidades; reconocimiento del papel formal de los sindicatos; mejora de la calidad de vida en los referido a salud, educación, vivienda digna y trabajo de sus habitantes; estimulación y ampliación de la industria y el mercado interno.

Lo que nos une, a pesar de nuestras diferencias, es que todos somos docentes con el claro convencimiento de querer ser parte de una escuela que de batalla ideológica. Como parte de una cultura escolar asumimos a diario desafíos que, a veces, son muy angustiantes, porque las condiciones de trabajo no son las más ideales y el Estado pareciera no estar a la altura de las circunstancias en plena pandemia; lo cierto es que los trabajadores de la educación tenemos que estar preparados para actuar siempre.

La mirada que tenemos todos los que ejercemos la docencia es que todo es político en la escuela. A pesar de que se busque dar un sentido desdibujado desde los medios de comunicación y que ciertos sectores se sumen para bajar una línea de que este esfuerzo llegó para quedarse como parte de una nueva normalidad, postura que está en consonancia con los Organismos No Gubernamentales y la práctica impuesta de pruebas estandarizadas que no condicen con las realidades y formaciones que propone la escuela, cada institución y sus actores lo visibilizan claramente.

Se ve a diario como los sindicatos, los directivos, los docentes enfrentan demandas y emergentes que les exigen actuar. Muchos asumimos tareas que son ajenas a nuestra función, que demandan más horas y días que aquellos que figuran en los recibos de sueldo y que no están reconocidas por una retribución monetaria, lo cual evidencia que eso es condición de la situación excepcional que atravesamos dado el aislamiento social obligatorio, pero también es consecuencia del vaciamiento educativo que está operando en el sistema en consonancia con el modelo neoliberal que apunta a la meritocracia de quien posee los recursos tecnológicos y reconoce un modelo hegemónico de familia.

A modo de reflexión final se puede decir que somos conscientes de las enormes responsabilidades que implican la docencia y la necesidad de unidad de los trabajadores para defender el derecho al acceso y permanencia a la educación pública y gratuita.

* Profesor de Historia. Especialista en gestión educativa.

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