Harto ya de estar harto; cansado de leer, ver y oír cada vez sobre todos los daños que produce la huelga. Sobre trabajadores que son privados de viajar en el transporte que sea, sobre los alumnos que son rehenes; y demás otras expresiones, que se acentúan por estigmatizar a la actividad sindical y a los sindicalistas. Que; porque les conviene y hace de ese discurso antisindical, un producto transable; analizan un conflicto laboral sindical, como una foto que hace foco sólo en la consecuencia, sin analizar las causas. Que siempre se concluye que la huelga no es oportuna. O que la huelga es política. Cantinelas ni creativas ya.
Harto; estimo que una huelga siempre hace daño. Pero no hay que ser tramposo o vendedor de discursos convenientes; el objeto de análisis es todo el proceso del conflicto colectivo de trabajo, que culmina en la huelga; no solo la huelga. Es el proceso en su integralidad lo que se debe observar.
No existen sindicalistas suicidas o díscolos. No existe un sindicalista que se levanta una mañana y decide hacer una huelga, porque le da la gana. A todos los efectos y en todo sentido, los sindicalistas saben que su capital son sus afiliados; y preferirán ir más despacio que rápido. Lo vemos hoy. Fomentarán o decidirán la huelga cuando tengan una alta probabilidad de éxito, por la legitimidad del reclamo. Es un difícil punto de equilibrio, que algunos denominamos capacidad de conducción, que oscila entre que las bases avancen con la cabeza del dirigente o que el dirigente vaya a la cabeza de sus bases.
Los medios en general hacen análisis conservadores, adecuados a un status quo injusto. Ocurre lo mismo que con las protestas sociales, se destaca el desorden, los desmanes, las roturas; hasta los costos de ellas y cuanto nos saldrá per cápita. Pero no se pone el acento sobre las causas que llevan a la huelga o protesta, ni sobre todas las acciones realizadas antes de llegar a esas medidas extremas.
El tratamiento mediático de la cuestión es sistemática y generalizadamente deshonesto. Lo que en verdad debiera analizarse es toda una secuencia histórica; y en especial la legitimidad del reclamo que origina el conflicto, la paciencia institucional en el proceso donde se peticiona y contra oferta; y finalmente la proporcionalidad de la medida sindical. Pero no: se presenta a la huelga como un hecho dañino nacido de un porongo, que no tiene causas ni un proceso secuencial; menos legitimación por las demandas que la provocan.
En este como en otros tópicos en que debemos contarle las costillas a ese tipo de periodismo transable, nunca olvidemos que trabajan para grandes empresas, para patrones; a los que siempre les viene bien estigmatizar a sindicatos y sindicalistas. El mundo ideal para ellos es aquel en que no existan sindicatos ni sindicalistas.
Cuando después de dar tantas vueltas la CGT ejecute un Paro General, ese día no se discurrirá sobre la excesiva paciencia y proporcionalidad de la medida, sino que se sacarán cuentas de cuanto se ha perdido y de que nada cambiará mañana.
Evidentemente el discurso mediático en general está inclinado decididamente por una posición anti sindical (contra sindicatos y sindicalistas) y anti obrera. Ha llegado la hora de preguntarnos porqué, aunque la respuesta es obvia. Y de tener memoria. A los mensajeros de la parcialidad grosera no les puede salir gratis, frente al Movimiento Obrero Argentino.
Ya he dicho antes de ahora, que es tanto el sesgo y la maledicencia con que se trata mediáticamente la cuestión gremial, que hasta en las palabras que utilizan se observa. ¿Porque se expresa que se amenaza con hacer huelga? Es una falta de sentido común sostener que se amenaza con ejercer un derecho inscripto en la Constitución Nacional. No se les ocurre expresar que un empresario amenaza con ejercer su derecho de propiedad o su derecho a la libertad de comercio. El manejo del lenguaje en este sentido no es ingenuo.
Por suerte, comienzan a debatir y organizarse colectivos de periodistas de otra estirpe, que saben que el meollo de su profesión es buscar leal y permanentemente la verdad en si. Y que cuando opinan, lo deben hacer con honestidad intelectual y moral; señalando desde qué óptica o cosmovisión lo hacen.
Es muy venido al caso de cualquier análisis conservador, tratar los problemas sociales por sus consecuencias o síntomas más disvaliosos; ocultando las verdaderas causas que generan esos problemas. Pasa con las huelgas y con las protestas sociales. Se visualiza, el desorden, la suciedad que se deja después de marchas multitudinarias, las roturas. Lo que no está bien, pero no es el fondo de la cuestión.
Son técnicas para sacar del foco de atención, lo que no conviene que se visualice y trate.
Pasa con todos los temas donde están en juego los intereses materiales de del Poder principalmente económico de nuestra sociedad. Debe puntualizarse este vicio, prevenirse de el. Además de repudiarlo, debe construirse una comunicación popular, que diga toda la verdad, que no haga silencios interesados; que desmembre y exponga la trama de los intereses en juego. Deberíamos conocer el ORIGEN DE FONDOS de cada Empresa de Medios de Comunicación, que conforma su facturación, para poder medir debidamente a que intereses responde el discurso; o destacar la independencia de criterio y profesionalidad del profesional, no obstante ese origen de los fondos explicitado.
Es muy venida al caso una idea atribuida a Cortázar, donde se destaca la relación causa efecto en estos fenómenos sociales de conflictividad y protesta: “…Es muy importante comprender quien pone en práctica la violencia: si son los que provocan la miseria o los que luchan contra ella”.