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ANÁLISIS Y OPINIÓN

¿Se enfría la alianza entre la CGT y los movimientos sociales?

Por Emiliano Russo, columnista de Mundo Gremial

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Esteban “Gringo” Castro, secretario general de UTEP, Héctor Daer, titular de CGT, y Fernando Chino Navarro

Un dato que no escapa al devenir de la coalición oficialista de las últimas semanas ha sido la postergación de la incorporación formal de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) a la CGT. Ayer, por caso, ambas organizaciones no marcharon juntas en la movilización que convocó el kirchnerismo a Plaza de Mayo por el Día de la Democracia. Son gestos que expresarían una falta de sintonía, al menos, en lo coyuntural.

“Está frío”, graficó lacónicamente una fuente gremial al ser consultada acerca de la creación de “un instituto o departamento” dentro de la central de calle Azopardo que contenga a las organizaciones sociales, tal como se había anunciado desde ambos sectores meses atrás cuando estaba en marcha el proceso de renovación de la central obrera.

En las organizaciones sociales oficialistas, que el viernes respondieron a la convocatoria oficial y se ubicaron cerca del palco donde hablaron Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Lula, hoy prima la incertidumbre. Hubo malestar en la semana por la represión de la Policía Bonaerense a una cooperativa de Avellaneda vinculada al Frente Patria Grande de Juan Grabois. Pero también los ánimos estuvieron caldeados por el “ninguneo de la CGT a los movimientos popular”, según observó una fuente de la UTEP consultada.

En los hechos, la incorporación de la confederación de organizaciones sociales a la central obrera venía a ser la “institucionalización” de una alianza que comenzó a imaginarse en 2016 y terminó de sellarse con el Frente de Todos en el poder. El objetivo nunca fue que formaran parte del consejo directivo y puedan votar dentro de la entidad pero sí que tuvieran un espacio para plantear propuestas para la evolución de la denominada economía popular. Ya pasó un mes desde las elecciones en la CGT en la que se actualizaron los estatutos para garantizar una mayor participación de las mujeres y no hubo ningúna enmienda que posibilite el ingreso a la entidad de las agrupaciones.

Más allá de la significancia política que tendría la ratificación de esta alianza, cuyo músculo político se pudo ver en las movilizaciones realizadas el 18 de octubre y el 17 de noviembre últimos, hay problemas que hoy parecen de difícil resolución. Uno de ellos es la ambición de la UTEP de contar con una obra social propia o con convenios con las prestadoras sindicales, que sería uno de los motivos de la demora en la institucionalización de este vínculo.

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