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ANÁLISIS Y OPINIÓN

Rucci, el gran soldado de Perón

Por Damián Descalzo *

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La prédica y la acción de Perón generaron en la Argentina un sindicalismo diametralmente opuesto al que ha predominado en la mayoría de los países del mundo. Lejos del clasismo que corroe la comunidad y de un vacuo internacionalismo producto de influencias exóticas a nuestra idiosincrasia, el sindicalismo postulado por Perón siempre colaboró en favor del armónico desarrollo nacional y mostró compromiso con el común destino de los argentinos. Grandes dirigentes han surgido del seno del Movimiento Obrero Argentino. Entre ellos, sobresale la figura descollante de José Ignacio Rucci, figura arquetípica del sindicalismo peronista. Héroe de la Resistencia Peronista, Rucci tuvo también un papel central para que se concrete el retorno del General Perón a la Argentina en noviembre de 1972, luego de 17 años de exilio.

Homenajear a Rucci es reivindicar la gloriosa historia del movimiento obrero peronista. Históricamente denostado por los enemigos de la justicia social, el sindicalismo peronista ha dado muestras, a lo largo de toda su historia, de empeños claros y decisivos por generar condiciones laborales dignas para los trabajadores. Esas tareas han excedido, en mucho, la mera discusión salarial, sino que han tenido una mirada integral del trabajador, es decir, un ser humano con necesidades materiales pero sin descuidar su faz espiritual. Bajo esta concepción, la tarea sindical consiste en defender las necesidades de alimento, vestimenta y vivienda, pero también proteger su profunda fe cristiana, sus valores familiares y propender a su elevación cultural.

Rucci ha sostenido estos principios a lo largo de toda su trayectoria sindical. Del mismo modo, mantuvo incólume la lealtad al General Perón y a su filosofía política humanista y cristiana. En su último mensaje -que no alcanzó a hacerlo público por su alevoso asesinato y que se convirtió en su testamento político-, señaló que los trabajadores debían ser actores centrales en el proceso de recuperación material. Pero su mirada no era economicista. También aseveraba que era preciso reconstruir y reconquistar los valores nacionales y espirituales. Construir la Argentina Potencia era el horizonte que planteaba Rucci cuando fue cobardemente asesinado en su casa de Flores. Pasó a la inmortalidad pregonando la Unidad Nacional -atacada por diferentes ideologismos, alejados de la realidad nacional y la Unidad Latinoamericana y del Tercer Mundo que nos fortalecía para sofocar las ambiciones imperialistas.

En la acción y en la prédica de José Ignacio Rucci, los peronistas de ahora y de la posteridad tenemos un gran ejemplo de insobornable lealtad y profundo amor por la causa de la Patria y su Pueblo.

* Damián Descalzo es abogado laboralista y escritor. Autor del libro “Haciendo Justicia Juntos. Origen, historia y vigencia del modelo sindical argentino”.

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