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ANÁLISIS Y OPINIÓN

Perón y el 1° de mayo

Por Damián Descalzo*

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El objetivo del presente artículo es recordar el modo en que Juan Domingo Perón recordaba la fecha más importante, a nivel internacional, del sindicalismo.

Los días 1° de mayo se conmemora, en casi todo el mundo, la lucha de los llamados “Mártires de Chicago”; un grupo de sindicalistas que fueron reprimidos y asesinados en la referida ciudad de los Estados Unidos, mientras realizaban una jornada de protesta. Como consecuencia de lo mencionado, históricamente, esta fecha ha sido de confrontación y lucha.

Durante los años del gobierno del General Perón, se cambió ese sentido. Del mismo modo que el peronismo “nacionalizó” al sindicalismo y cambió las banderas rojas de las agrupaciones sindicales de “izquierda”, por las banderas con los colores de la Patria, el 1° de mayo pasó de ser una fecha de bronca y de protesta, a ser la “Fiesta de los Trabajadores”, quienes disfrutaban de los inmensos beneficios y de las grandes conquistas logradas por el impulso y la decisión política de Juan Domingo Perón durante aquellos años.

Desde sus primeros tiempos en la función política ligada al mundo sindical, Perón tuvo en mente cambiar el sentido tradicional que tenían las conmemoraciones de los 1° de mayo. Ya desde los tiempos de la Secretaría de Previsión se marcaban las diferencias. Por ejemplo, en los afiches que el organismo daba a publicidad en la celebración del Día Internacional del Trabajador, se leía la siguiente leyenda: “Obrero. Ayer oprimido, hoy dignificado”. En su primer 1° de mayo siendo Secretario de Trabajo y Previsión, o sea, el de 1944, así lo señaló: “En este día clásico de los Trabajadores, prometo, en nombre del gobierno, que esa confianza no será defraudada. Las nuevas conquistas darán a esta conmemoración un sentido más patriótico y más argentino”.

En esa misma oportunidad, ratificó una noción central de su accionar: la Conciliación entre patrones y trabajadores con intervención del Estado.

Propuso como camino a seguir, la armonía y la conciliación entre patrones y obreros, con la debida intervención del Estado. En este aspecto, como en tantos otros, Perón adoptó la postura de la Doctrina Social de la Iglesia Católica, acerca de la necesidad de solucionar los problemas sociales mediante la colaboración de todos los sectores productivos. Sobre el particular, el 25 de agosto de ese mismo año de 1944, Perón expresó que no creía que “la solución de los problemas sociales esté en seguir la lucha entre el capital y el trabajo” y, en ese marco, reivindicó al Papa León XIII por su doctrina en favor que desaparezca “la lucha inútil que, como toda lucha, no produce sino destrucción de valores”.

Aquí encontramos otra diferencia enorme entre el Peronismo y el tradicional sindicalismo internacional: Banderas nacionales en vez de los distintivos rojos; conciliación y armonía del trabajo y el capital, en vez de lucha de clases sociales; Doctrina Social de la Iglesia Católica, en vez de Marxismo.

Como consecuencia de todas estas divergencias, se comprende que Perón no quisiera que las conmemoraciones de los Días del Trabajo queden ligadas a “ideologías extrañas” (así las llamó el 1° de mayo de 1944 y en infinidad de oportunidades) que promovían la discordia entre los argentinos y renegaban de los sentimientos patrióticos. Esa línea de diferenciación se profundizará en los siguientes años ya con Perón convertido en Presidente de la Nación; en los actos del 1° de mayo, no se harán protestas ni se promoverá, con desfile de banderas rojas, la lucha de clases. El Peronismo festejará los 1° de mayo -en una Plaza de Mayo repleta de banderas argentinas- en un clima de paz, armonía y agradecimiento.

El 1° de mayo de 1950, el General Perón sentenció que “La defensa de los trabajadores se hace sólo por los trabajadores mismos. Que se fortalezcan nuestras organizaciones para que muchos 1° de mayo nos sorprendan en el grado de felicidad y dignidad que hoy disfrutamos.

En el 1° de mayo de 1952 aprovechó para contrastar el 1° de mayo original con la situación de los trabajadores argentinos de ese momento. Sobre el particular, indicó que “El día 1° de mayo, que recuerda la infamia más horrorosa de la historia del trabajo del mundo, nos brinda a nosotros, hombres justos, la oportunidad de mostrar la cara limpia de los hombres humildes frente al cielo límpido de la Patria, como una promesa de sacrificio eterno, para que esas injusticias cesen en el mundo y para que en nuestra tierra no permita Dios que jamás reine nuevamente la injusticia”.

En el acto del 1° de mayo de 1953 reafirmó, con vehemencia, la Tercera Posición Justicialista y la excepcionalidad de la fortaleza del sindicalismo argentino, en los siguientes términos: “La conciencia social de la clase trabajadora argentina ha despertado ante los ojos admirados del mundo, que la observa, o con simpatía o con temor, porque ve en ella el ejemplo de la liberación de millones de esclavos que sufren bajo el látigo del capitalismo o del comunismo”.

Pero también reivindicó las luchas obreras en aquella oportunidad y señaló “Que cada Primero de Mayo sea para nosotros un altar levantado en cada corazón para revivir la memoria de los que murieron en defensa de los pueblos, esos héroes anónimos que nadie recuerda porque han sido abandonados en la lucha anónima de todos los días. Para ellos, nuestro reconocimiento; para ellos el mejor recuerdo de nuestro corazón de hombres de trabajo y de hombres buenos”.

En el acto del 1° de mayo de 1954 tuvo un recuerdo especial a la figura de Evita y al consejo por ella dado en el lecho de su muerte. “No pasará en mi vida, probablemente, ningún Primero de mayo sin que yo dirija mi recuerdo a esa inolvidable mujer (Eva Perón), porque ella fue la amiga sincera y la defensora de los trabajadores en todas las horas de su vida, desde sus luchas en la Secretaria de Trabajo hasta el postrer momento de su vida, cuando ella, que tenía fe en mí y conocía mi vocación, murió diciéndome que no abandonase jamás a los trabajadores”.

La aciaga situación en la que se encuentran nuestros trabajadores, no nos permite realizar festejo alguno. Vivimos tiempos de lucha de nuestro sindicalismo. Que el recuerdo de Perón y Evita sirva de guía en esa lucha. Que los trabajadores argentinos no olviden jamás, ni el sentido patriótico y ni la inspiración cristiana que Perón les legó y que convirtieron al Movimiento Obrero Argentino en uno de los más fuertes y poderosos del mundo.

*Damián Descalzo es abogado laboralista y escritor. Autor del libro “Haciendo Justicia Juntos. Origen, historia y vigencia del modelo sindical argentino”.

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