La frase, dicha en medio de una puja sindical no puede generar sorpresa, ni mucho menos estupor, ya que cosas peores se han dicho en el fragor de la lucha gremial, pero sí es raro ese tono en medio de la formalidad de un plenario de delegados del interior, convocado para explicar el robo de $1.200.-millones del que se acusa al Secretario General del Sindicato del Seguro (OSSEG), Raúl Martinez, por estos días, más aún cuando quienes esgrimían la frase eran los que decían defenderlo.
¿Pero entonces cuál es el conflicto? ¿El supuesto robo o la rosca?
Unos y otros se culpan mutuamente por el desmadre en el que cayó la organización, toda vez que luego de intentar una salida consensuada, los delegados más combativos quisieron ir por la cabeza del secretario general, sin éxito aparente, pero infligiéndole un daño mortal a su investidura que ya no es vista con el halo de poder con el que solía pavonearse. El que pega primero pega dos veces dicen los boxeadores.
En efecto, la semana pasada un grupo muy decidido intentó que Martínez razonara que lo mejor era dar un paso al costado, para oxigenar a la organización y descomprimir la bronca de quienes ven en el secretariado a un grupo de pusilánimes, a los que “el Flaco” como le dicen a Martínez, manejó como quiso siempre. Hoy eso se terminó.
Al ver que el secretariado no tenía el coraje suficiente para encarar al número uno, los delegados más combativos exigieron su salida sin más trámite, poniéndose de manifiesto con todo el folklore de bombos y petardos, hasta hicieron imprimir billetes con la cara de Martínez.
“O estás con los chorros o estás con los compañeros que luchan” sintetizó un delegado para reflejar lo que sería el problema de fondo hoy, mientras que del otro lado, los que dicen defender a Martínez, hablan de “preservar la institucionalidad”, como un eufemismo para justificar “que el chorro siga”, en lo que no sería otra cosa que mantener todo sin cambios para ganar tiempo, hasta que se abra la temporada de rosca.
Es simple, quienes buscan la salida de Martínez, el actual secretario Adjunto Miguel Méndez, entre ellos, ya estarían listos para afrontar una transición, y eventualmente, la posterior contienda electoral, si es que cabe como paso siguiente. Mientras tanto, los que se resisten todavía, lo hacen porque no están preparados para los cambios y apuestan a un Martínez eterno.
¿Pero no es que todos quieren que se vayan los que robaron dinero de la seguridad social?
No todos. “Con dos años más de Martínez llegamos bien al armado electoral, graficó un cacique provincial”, “Sí pero es mi pellejo el que ponen en juego” bramaba ayer el Flaco Martínez consciente de que lo quieren usar. El todavía titular del gremio es un dirigente poco afecto a la exposición, y en estos días estaría padeciendo la presión que ejercen los dirigentes más jóvenes para que se vaya. “Le vamos a meter los billetes con la cara de Martínez hasta debajo de la cama, van a ser dos años muy largos para él”, prometían.
A pesar de todo, a Martínez se lo vio entero, incluso renovado, junto al moyanista Jorge Sola durante el plenario que convocó al interior. Con pocos argumentos válidos para defenderse, pero estoico, frente a los supuestos cuestionamientos, Martínez repitió una y otra vez, al igual que la semana pasada frente a los delegados, que él no sabía nada.
Pero nada de “supuestos”. La cifra del desaguisado es exorbitante.
Exactamente estamos hablando de $600 millones (seis cientos millones de pesos) -ya entregados- más otros $600 millones más reclamados en pago para los próximos vencimientos, lo que totalizarían unos $1.200 millones (mil doscientos millones de pesos) que se desviarían de la seguridad social al bolsillo de quien fuera hasta ayer la mano derecha legal de Martínez, Carlos Miodwnik, involucrado en más de una maniobra, según la justicia. Y cuyo andamiaje legal no será fácil disolver, según los especialistas, razón por la que el gremio ya habría recurrido a los buenos oficios de Santiago de Estrada, un viejo conocido del sindicato y una de las espadas legales del gobierno, con la que se habría intentado neutralizar los embates legales de Miodownik.
“Yo no sabía nada” insiste Martínez, para despegarse y justificar que quien él puso a manejar los destinos legales de la organización, “se la llevó toda en pala” pero sin su consentimiento.
“¿Entonces por qué no lo tiran por la ventana de una vez?”, preguntaba ayer un viejo dirigente.
“La razón es muy sencilla”, le decía otro, “Martínez será el pato de la boda” y terminará acusado él mismo junto con el resto de los miembros del directorio de la obra social, puesto que se trata de un contrato espurio y sin justificación legal alguna, “además está probado que las órdenes las impartía directamente él, como hacía con todo lo demás”, su propia secretaria sería testigo privilegiada de todos esos desmanejos, y ya acordó colaborar, “el próximo congreso va a estar divertidísimo”, decía la fuente.
“Si no fuera por mí que lo banqué, ahora tendrían la cabeza del viejo en una bolsa” fue la frase poco feliz con la que el tesorero, Salvador Bianco, ilustró el momento, y como al pasar facturó a propios y ajenos que Martínez sigue en pie gracias a él.
Tanto es así, que cuando Martínez estaba contra las cuerdas fue el apoyo del tesorero lo que lo mantuvo donde está, sin embargo se descuenta que ese apoyo no es incondicional, “ayer durante el plenario ya se borró de nuevo, su conducta es muy errática” decía un compañero de su sector deslizando la suspicia.
Bianco cree que va a ser el próximo Secretario General, está totalmente convencido y así se lo hizo saber a su tropa en una reunión íntima después de la cual salió a desdecirse de todo lo que venía diciendo contra el secretario general, «lo del afano le importa tres pelotas,» dijo uno de sus laderos, «los que lo involucran son los que quieren rajar a Martínez, y él va a aprovechar eso, por eso estos días ni aparece».
Con todo, el plenario dejó más dudas que certezas entre los concurrentes, porque nadie parece creer en la inocencia que pregona Martínez.
Sin embargo, no queda claro cómo va a seguir el juego, faltando dos años, con el gremio cuestionado, con un jefe jaqueado que ya nadie respeta y todos peleados con todos.
