El plan del gobierno de Javier Milei de achicamiento del Estado nacional llegó también a las empresas públicas, y Agua y Saneamientos Argentinos S.A (AySA), la firma encargada de proveer los servicios de agua y cloacas para la Ciudad de Buenos Aires y 26 partidos del conurbano bonaerense, no fue la excepción.
Si bien en primera instancia, el Sindicato Gran Buenos Aires de Trabajadores de Obras Sanitarias (SGBATOS) plantó bandera y anticipó un plan de lucha para evitar el desguace, la actualidad le presenta un oscuro panorama a los trabajadores de la firma.
El primer avance sobre AySA fue con el despido de más de 200 en distintas áreas de la empresa, que derivó en la primera medida de fuerza del gremio. Pero la pelea resultó insuficiente y abrió rispideces con críticas al secretario general del SGBATOS, José Luis Lingeri.
La aparición de un listado de trabajadores «disponibles» a despedir por parte de la conducción del sindicato despertó la alertas y el enojo en buena parte del sector. Fuentes internas señalaron a Mundo Gremial que la lista formó parte de una negociación interna que llevó adelante Lingeri con la nueva administración.
«Se entregó a toda la gente de la gestión anterior», confían a este portal, en referencia a la «limpieza» de los empleados ligados a Malena Galmarini, presidenta de AySA durante el gobierno de Alberto Fernández.
Además, el propio gremio avaló un esquema de despidos encubiertos, a través de plan de retiro voluntario en la empresa. El sindicato explicó que regirá hasta junio y que consiste en un plan de retiro voluntario para toda la dotación, para el personal prejubilable y también un plan de incentivo al personal con la posibilidad de retiro en edad jubilatoria.
Con este panorama hostil, en los últimos días se vio un Lingeri derrotado. La última aparición pública dio cuenta de un dirigente sin fuerzas, desanimado. Abatido. De rodillas, solicitando el apoyo de los trabajadores, en medio de un fuerte reproche por el posicionamiento con la nueva gestión de la empresa.
La situación se oscurece aún más por las críticas y el enojo que nace desde el interior de los sindicatos que administran obras sociales. Lingeri es titular la secretaría de Acción Social de CGT y el encargado de llevar adelante las conversaciones sobre temas de salud con los distintos gobiernos de turno.
El arco sindical hizo notar su malestar al considerar que el interlocutor de la CGT llevó la negociación a un escenario sin salida. En ese marco, cuestionan el ineficaz diálogo del dirigente con los nuevas autoridades del ministerio de Salud y la Superintendencia de Servicios de Salud, que mantiene ahogadas a las obras sociales.
Las voces disonantes contra Lingeri van en el aumento en el seno de los gremios, en una situación que podría tener impacto en la mesa de negociación de la CGT que necesita recomponer con urgencia un operativo salvataje para las obras sociales.