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ANÁLISIS Y OPINIÓN

La miopía sindical cuando ataca la “tercerización” laboral

Visión sobre el tema tercerizados en el marco de los últimos conflictos. Adolfo Ruiz & Asociados

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INFORMADOR PÚBLICO

La “tercerización” consiste en la subcontratación, por parte de una empresa determinada, a otra organización con experiencia y especialización en el movimiento, recolección, fraccionamiento o envasado de mercaderías, o bien, a otra que destina sus propios recursos y aplica su experiencia o conocimientos, para cumplir o prestar servicios en ciertas tareas o áreas específicas. En el uso corriente, “tercerizar” significa delegar o derivar tareas a otra empresa, que asume así las responsabilidades en su ejecución.

Según el jurista Jorge Rodríguez Mancini, “Es lógico y obvio que existan relaciones y conexiones entre las distintas etapas del proceso del circuito económico, en donde podemos encontrar las transferencias de bienes que se registran entre los sectores primario, secundario y terciario de la producción” (1). Y el actual Ministro de Trabajo y SS., Carlos Tomada, sostuvo: “La subcontratación, la tercerización de servicios forman parte de la organización del trabajo contemporáneo” (2).

Aunque muchos dirigentes gremiales y políticos, sostienen que se trata de un instrumento que perjudica a los trabajadores -una especie de fraude laboral-, su vigencia, debidamente reglamentada, apunta precisamente a lo contrario, pues busca la inclusión dentro del empleo formal o “en blanco”, de todos aquellos trabajadores que se desempeñan en tareas complementarias o suplementarias, sean éstas de naturaleza permanente o temporaria.

Es sabido que el trabajo informal o “en negro”, existe en todo tipo de actividades económicas, así se trate de tareas propias de una organización o estén tercerizadas. Hasta la misma CGT ha perdido juicios laborales por tener contratado personal “en negro”. Son, en todo caso, los directivos de las organizaciones empleadoras, quienes resuelven desempeñarse formal o informalmente, asumiendo los riesgos del caso. Los fraudes, estafas y violaciones legales existen en todos los campos de la actividad humana -desde la medicina o la religión, hasta las de economía o de gobierno-, pero de ahí a descalificar un sistema harto ventajoso para mejorar la competencia, para ampliar los mercados y para alcanzar así un mayor beneficio para los consumidores, hay una gran distancia.

La “Tercerización” a través de la historia
Tal vez, la primera forma de “tercerización” social se dio a través de brujos y sacerdotes, intermediarios ante los dioses y las fuerzas de la naturaleza. Luego, surgió la división de tareas dentro del mismo clan, así como la asignación de roles laborales específicos (hombre cazador, mujer recolectora, por ejemplo). Y cuando la lucha por la supervivencia llevó a las guerras entre clanes, dio lugar a la aparición de la esclavitud de los prisioneros. Precisamente, es a raíz de las guerras que surgen los combatientes llamados mercenarios, o sea, contratados para reforzar el propio ejército. La consecuente expansión imperialista de las naciones forjó otros intermediarios para tareas en las que, por razones económicas o jurídicas, no se podían involucrar los monarcas o las casas reales: aparecen así los “adelantados” en la América española y, en todos los mares, los corsarios y los piratas. Hasta que llegamos a la “tercerización” parlamentaria del poder político: los pueblos no legislan a partir de entonces sino sólo a través de sus representantes.

Pero también existió desde la antigüedad la “tercerización” como una institución económico-industrial: zafras, cosechas y obras públicas -todas actividades de naturaleza periódica o estacional- dieron lugar a la contratación específica y temporaria de mano de obra, destinada a la recolección, clasificación y transporte de lo producido.

Dos tipos de “Tercerización”
a) Por tarea (locación de obra)
Se contrata a una empresa, o una o más personas, para que obtengan un determinado resultado, es decir una tarea o un proceso terminado, que puede ser un producto final o un insumo a utilizar en otros procesos (por ejemplo, una encuesta de opinión pública).

b) Por tiempo de ejecución (locación de servicio)
Se contrata a una empresa, o una o más personas, para que asigne recursos humanos, tecnológicos o financieros, así como para aplicar su idoneidad o experiencia en determinada especialidad, y así ser utilizados durante determinado lapso en la ejecución de una actividad específica (por ejemplo, el alquiler de máquinas viales).

La “tercerización” en las industrias ensambladoras: automotrices y constructoras
Tanto la industria automotriz como la de la construcción, constituyen actividades que se caracterizan por instalar, ensamblar o adaptar componentes e insumos varios, provenientes de distintas procedencias y de diferentes ramas del quehacer económico. Estas industrias han sido pioneras en materia de “tercerización”, en el siglo XX. En la medida en que la tarea artesanal, que fuera característica en sus inicios como industria, se fue transformando en manufactura seriada, se fueron desarrollando políticas de abastecimientos y de stocks, basadas en la derivación hacia proveedores de esos insumos y servicios.

El caso del transporte
Desde el comienzo del primitivo comercio entre clanes, existió realmente una tarea económica de “tercerización” por antonomasia: el transporte de cargas y mercaderías. Constituye, precisamente, una de las primeras actividades de subcontratación que apareció en la economía, trasladando bienes por tierra, ríos y mares. Precisamente por eso, los gremios vinculados al transporte -como el del inefable sindicalista Hugo Moyano, o el fundado por Jimmy Hoffa en EE.UU.- tuvieron y tienen tanto peso económico y político. Con tracción a sangre, eólica, a vapor, automotor o aeronáutica, el transporte ha sido un servicio imprescindible para la creación de riqueza, la que sólo el comercio genera. Hubiera sido económicamente inviable que los productores de cualquier bien, por más poderosos que fueran, se hicieran cargo de su traslado.

A ningún exportador o importador de bienes se le ocurriría acarrearlos en sus propios medios de transporte. Basta visitar cualquier puerto marítimo de cierta envergadura, para observar el movimiento de containers, el que está a cargo de unas pocas compañías especializadas. Pero no solamente el traslado de mercaderías está tercerizado en el comercio internacional. También lo están casi todos los servicios complementarios: bancarios, seguros, de control de calidad, de despacho, etc. Es obvio, sería de una inversión inalcanzable para los productores, el pretender ocuparse por sí mismos de ello.

“Tercerización” formal, informal. Subterfugios y fraudes laborales
Como en toda actividad humana, la de “tercerización” está expuesta a distorsiones. Así ocurre con la casi totalidad de las actividades económicas que involucran mano de obra, sean o no tercerizadas. ¿O acaso el 40% de empleo informal o “en negro” existente en nuestro país es responsabilidad de empresas tercerizadas y no de aquellas que producen bienes y servicios finales? Por el contrario, una adecuada reglamentación del trabajo tercerizado o temporario, constituye la mejor garantía para que el personal esté rigurosamente registrado y protegido socialmente.

El valor económico de la “tercerización”
Después de muchos años de enseñar en las escuelas de negocios las ventajas de la integración vertical -es decir, la fabricación no sólo los productos finales sino los insumos necesarios para producirlos-, finalmente se ha comprendido que la mentada economía de escala que se obtenía mediante la llamada integración vertical de una organización, ha fracasado. Y ese fracaso de debió a varias causas:

1) La integración vertical hace perder foco sobre el negocio principal a la gerencia, que debe entonces ocuparse de atender cuestiones periféricas a los objetivos principales de la empresa;

2) En algunos casos, asimismo se pierde productividad, por la necesidad de operar “mutualmente” entre las diversas secciones de la empresa, haciendo concesiones (“gauchadas”) entre los gerentes colegas, lo que encarece los costos y desequilibra los stocks;

3) Los márgenes de contribución bruta se ven casi siempre reducidos, porque hay secciones periféricas que pasan a comportarse como gastos fijos, cualquiera sea el nivel de ventas o utilidades, y así se enfrente un pico de trabajo o una baja estacional;

4) Fomenta la proliferación de distintas ramas sindicales dentro de la misma empresa, dificultando los acuerdos en el tiempo y, además, por la imposibilidad de igualar el aporte de diferentes secciones, que -es lógico- contribuyen con distinta incidencia en los márgenes de contribución.

Por esas razones, es que cobró vigencia la “tercerización” en las últimas décadas, la que entre sus principales ventajas nos brinda:

• Mayor especialización y mayor productividad

• Mayor economía de escala en la especialidad

• Mayor flexibilidad laboral

• Permite transformar algunos costos fijos en variables

Cabe preguntarse, ¿cuáles productos o servicios convendría “tercerizar”? Ante todo, conviene separar los tipos de bienes producidos, según sean complementarios o suplementarios al productor. Los complementarios hacen a la esencia del negocio de éste, y, es cierto, podrían estar o no sometidos a condiciones de confidencialidad o de secreto comercial. Pero, aunque este tipo de servicios no es el más sencillo de “tercerizar”, muchas veces es conveniente hacerlo por razones de costo (por ejemplo, la liquidación y administración de las retribuciones al personal). En cambio, los servicios suplementarios son siempre tercerizables, en la medida que esta tercerización brinde un beneficio económico o transformen, como dijimos, a un costo fijo en variable.

¿Por qué los sindicatos suelen combatir la “Tercerización”?
Por prejuicio ideológico, que les impide considerar las ventajas del sistema, tanto para las empresas intermediarias como para los trabajadores. Veamos un ejemplo, últimamente muy criticado. Desde siempre, la tarea de los “desfloradores” de maíz se realizó de la misma forma: trabajadores que migran temporariamente desde los pueblos más pobres de Santiago del Estero, hacia los lugares de cosecha. Es verdad que viven en condiciones precarias, pero no son mucho más precarias que las viviendas permanentes en sus propios pueblos. Sin embargo, estos trabajadores “golondrinas” saben claramente que cada campaña agrícola les dejará una módica, aunque insustituible, diferencia económica, que ayudará a sus familias a alimentarse durante el resto del año.

Las empresas intermediarias que contratan estos contingentes, les pagan las retribuciones legales y hacen los aportes y contribuciones correspondientes, tanto a la Anses, como a la obra social y al sindicato que corresponda. Por cierto, les proveen comida, vivienda y sanitarios. Puede haber excepciones, en que se mantienen condiciones deplorables, tal como también ocurre en algunas empresas con el trabajo formalmente registrado. La crítica es puramente ideológica y prejuiciosa, importando poco -cuando se quiere eliminar la subcontratación- que se destruya una de las escasas fuentes de trabajo que tienen los santiagueños rurales, miembros de una población que sufre los mayores índices de pobreza y de desocupación existentes en nuestro país.

La “tercerización”, un método que en otros países se utiliza como una vía genuina para aumentar la productividad (3), en la Argentina, algunas veces, ha sido usada para evadir o eludir las cargas sociales y las contribuciones que imponen la legislación laboral y los convenios colectivos de trabajo. Pero, cabe recordarlo, un trabajador sólo cobra “de bolsillo” dos de cada tres pesos del salario que paga su empleador, lo que invita a que el trabajador se transforme en cómplice de esa evasión. Por eso, para reducir esta “tercerización” espuria que elude sus obligaciones legales, hace falta también una profunda revisión de la legislación impositiva y laboral, la que actualmente hace que a una parte del espectro productivo le resulte imposible operar dentro de la ley. (4)

Este prejuicio también existe en los sindicatos de EE.UU., que no entendieron que la decadencia de Detroit se debió a la pérdida de competitividad de la industria norteamericana, sobre todo, como consecuencia de los altísimos niveles salariales y de los exuberantes sistemas de jubilación y retiro. El presidente del sindicato de la industria automotriz estadounidense United Auto Workers, Bob King, dijo que su organización está forjando una coalición global para incrementar el poder de los trabajadores del sector, en un intento de asegurar una “tajada justa” de las ganancias de las empresas (5). Es decir, pretende que la industria automotriz opere con los mismos estándares de costos en todos los países, pues acusa a la competencia internacional de impedir que los obreros norteamericanos ganen más.

Lo mismo sucedió en Brasil y, precisamente, es el sindicato del ex-presidente Lula Da Silva el que tuvo que adaptarse a las nuevas condiciones internacionales de la industria. “El dilema que enfrentan las antiguas banderas del sindicalismo [brasilero]: aceptar reducción de salarios y de derechos sociales a cambio de promesas de creación de nuevos empleos, o bien, decir no y ver como las inversiones son transferidas a otros países”, así se titulaba un artículo. Haberlo admitido, hizo posible que transcurran más de tres décadas sin huelgas en la industria automotriz. “Los sindicalistas metalúrgicos de San Pablo, enfrentaron ese dilema [en 2008] con General Motors, que prometía hacer nuevas inversiones y crear novecientos puestos de trabajo en su fábrica de São José dos Campos, San Pablo, siempre y cuando que el piso salarial, bajara de 1.800 reales a 1.200 reales”. (6) Cabe recordar al respecto, la frase de quien era presidente de General Motors do Brasil, Marcos Munhoz: “La diferencia entre los brasileños y los argentinos es que cuando nosotros llegamos al precipicio, negociamos; los argentinos, saltan”.

La falta de flexibilidad laboral en cuanto a “tercerización” y personal temporario, ha provocado que sólo prosperen dos grandes sectores en términos de dotaciones de trabajadores: 1) aquellos en que por razones tecnológicas, tienen una baja incidencia de mano obra en sus costos totales (trabajadores petroleros); y 2) los pertenecientes a sindicatos que han admitido en mayor o menor medida la “tercerización” (trabajadores de la construcción, comercio, rurales o de servicios) (7). La industria argentina (con restricciones en algunos gremios) empleaba, en 2007, al 21% de todos los asalariados del país; el comercio el 17%; las actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler el 13%; los servicios sociales, de enseñanza y de salud privada, 12%; trasporte, almacenamiento y comunicaciones 8%; otras actividades de servicios comunitarios sociales y personales 8%; construcción 7%; agricultura, ganadería, caza y silvicultura 6%; seguidos por aquellos que más traban la tercerización o el trabajo temporario, como hoteles y restaurantes, 3%; intermediación financiera, 3%; servicios de electricidad, gas y agua, 1%; minas y canteras, 1%; y pesca y servicios conexos, menos del 1%. (8)

Como sabemos, si bien en los últimos años el desempleo se redujo a menos del 8%, ello no se condice con el crecimiento del PBI en ese período (entre el 7,5% y el 8,5% anual). Ocurre que lo que ha seguido cayendo, es la creación de nuevos empleos (9). Esto obedeció a varias causas:

1. Por haberse alcanzado una mayor productividad al incorporar nuevas tecnologías y haber aplicado mayor focalización en economías de escala.

2. Por haberse destinado una mayor inversión en tecnologías sustitutivas de mano de obra, como consecuencia del incremento de los costos laborales por encima de los precios de venta o por arriba de la variación en el tipo de cambio.

3. Por haberse estimulado y fomentado la “industria del despido”, tanto por parte del Poder Legislativo, como de los tribunales judiciales laborales, provocando un alerta empresario frente a la incorporación de nuevo personal.

4. Por una menor oferta de mano de obra -formal o en “blanco”- por parte de quienes cobran asignaciones por desempleo y asignaciones por hijo, y que no quieren figurar por ello inscriptos en la Anses con un trabajo formal.

En economía nada es casual. Si aplicamos nuevos impuestos o incrementamos los costos de producción, la consecuencia será inexorable y se reflejará en un par de años: paulatinamente caerá el nivel de empleo en “blanco”. Lo que en buen romance se llama: “escupir al cielo”. Es fácil y halagüeño para un político proponer -o para un legislador votar-, más feriados o más días de vacaciones, pero el daño económico hacia el futuro será tremendo. Aunque no se sientan responsables, serán los causantes. Así estén muertos o derrotados cuando ese daño se concrete.

Estudio Adolfo Ruiz & Asociados
Microeconómicas

Informe sobre economía, management y negocios

_________________

1) “La Solidaridad en el Derecho del Trabajo”, por Jorge Rodríguez Mancini, Editorial Quorum), citado por el Diputado Federico Pinedo, en las observaciones al proyecto de modificación del artículo 30 la ley 20.744 de Contrato de Trabajo (t. o. 1976) modificatorias, sobre subcontratación, delegación y solidaridad.

2) C5N, entrevista de Gerardo Rozín, 14-02-2011.

3) Dada su importancia, hace 3 años se constituyó en nuestro país, CASEEC (Cámara Argentina de Servicios Empresarios Especializados y Complementarios).

4) IDESA – Informe Nacional N° 360, 24-10-2010, www.idesa.org

5) “El sindicato del sector automotor de los EE.UU. quiere forjar una coalición global”, en The Wall Street Journal Americas, 22-03-2011, La Nación, Sección 2, pg.4.

6) “Bandeiras caídas”, por Otto Filgueiras, en AutoData, abril 2008, pg.52.

7) “Características del Empleo en el sector privado por provincias”, Fundación Garantizar el Desarrollo, pg.41.

8) “Características del Empleo en el sector privado por provincias”, ob. cit. pg 4.

9) “Cae la generación de empleo y no por culpa de la crisis financiera mundial”, informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), en www.Urgente24.com, 24-11-2008.

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