ANÁLISIS Y OPINIÓN

La marcha contra la Corte y el portazo de Máximo ponen a prueba los equilibrios de la CGT

Por Emiliano Russo, columnista de Mundo Gremial.

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Hay dos hechos de la jornada que marcan, de alguna manera, un desafío a la cohesión que busca la nueva conducción de la CGT: la marcha contra la Corte Suprema de Justicia y el desafío de Máximo Kirchner al Presidente al renunciar a su cargo en Diputados en oposición al acuerdo con el FMI.

La marcha que desde las 18 se realiza frente al Palacio de Tribunales para exigir la renuncia de los 4 ministros del máximo tribunal fue organizada por el juez Juan Ramos Padilla, que de hecho será el único orador, y dirigentes como Luis D´Elia y de la cúpula de la CTA Autónoma. Y, a la que dio su respaldo Pablo Moyano a través de su frente sindical junto al acompañamiento del diputado y dirigente de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky.

El líder camionero no subirá al escenario, sólo lo hará el magistrado y luego habrá una lectura de las organizaciones participantes, como forma de mostrar «autonomía» de los organizadores. Pero sí su sindicato se hará presente para mostrar repudio a los distintos fallos judiciales que tienen a la familia Moyano en la mira.

Pese a la presiones, la CGT ha resistido su participación en una marcha con la que no concuerda en su estilo y por siempre haber respetado la investidura institucional de los jueces de la Corte.

Desde hace años Pablo ha rubricado una alianza con Máximo Kirchner. A contramano del resto de la conducción cegetista, y de otros representantes el sector de «Los Gordos», que no tiene sintonía con el hijo de Cristina Kirchner.

El año pasado hubo un cónclave entre dirigentes como Héctor Daer, Andrés Rodríguez y José Luis Lingieri con Máximo y Wado de Pedro en un local de San Telmo. Pero, más allá de las formalidades, continúa la desconfianza entre ambas partes.

Por el contrario, Moyano viene construyendo un vínculo con el renunciante dirigente que sorprende hasta sus íntimos. Incluso un allegado ha pronosticado más de una vez un quiebre por las diferencias ideológicas entre ambos. Pero la relación política continúa.
Sin dudas, se trata de posiciones antagónicas entre los máximos representantes de la central obrera que tienen el desafío de surfear estas tensiones para garantizar la unidad.

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