La inflación mensual del 7,4% obligó a la CGT a confirmar la marcha del 17

Con una inflación récord, que tocó el 7,4% en julio y anualizada alcanza un 71%, la CGT se ha visto obligada a marchar el 17 de agosto más allá de las discusiones internas por expresar el malestar obrero por una situación, a todas luces, perjudicial para los asalariados y para los trabajadores informales.

Desde hace un mes cuando la central obrera anunció la movilización al Congreso hubo varios intentos por bajarla. El último ocurrió días después de la asunción de Sergio Massa en el ministerio de Economía. Incluso el funcionario había anunciado un cónclave con empresarios y sindicalistas para hoy que finalmente no ocurrió: hay diferencias con la suma fija que desea negociar como forma de compensar el salto en los precios. En paralelo, el presidente Alberto Fernández dijo que la convocatoria iba a realizarse para anudar un acuerdo de precios y salarios.

Es en este marco, que el co-titular cegetista, Héctor Daer, no le quedó otra que blanquear la protesta. «Desde la CGT decimos Primero La Patria y nos vamos a movilizar el 17 de agosto, para llamar a la responsabilidad a todos los actores políticos. Queremos un Plan Anti inflacionario. Queremos defender nuestro salario. Basta de especulación», explicó el pasado miércoles en ocasión de participar de un acto en el gremio de Sanidad.

Lo cierto es que dentro de la central obrera hubo distintas consideraciones acerca de la viabilidad de la protesta. Mientras sectores referenciados en «Los Gordos» eran quienes deseaban postergar la marcha, el moyanismo pidió salir a la calle contra los «especuladores» a quienes sindican como responsables por la disparada inflacionaria.

También, como finalmente postuló Daer, muchos pedían que la protesta pueda interpelar a la clase política por su responsabilidad en el problema inflacionario, que desde hace 15 años alcanza los dos dígitos y ahora va en camino en alcanzar los tres dígitos.

Sí hubo coincidencia en no marchar hacia plaza de Mayo. Hace un mes, cuando se anunció la movida, la debilidad política del Presidente era un dique de contención para los dirigentes más iracundos. «Si vamos a la Plaza, podemos voltear al Gobierno», había reconocido un jefe gremial. La llegada de Massa renovó las expectativas del oficialismo pero el problema sigue ahí. Por lo pronto, no hay ningún plan inflacionario en marcha pero sí medidas que buscan tranquilizar las variables macroeconómicas.