Al margen del debate acerca del modelo sindical, las organizaciones sindicales en nuestros tiempos, tienen a grandes rasgos, tres funciones básicas. A saber, una primera función, llamada democrática-representativa, en donde cada trabajador tiene una voz entre sus pares y, la posibilidad de participar en la vida interna de los sindicatos. Existe otra función, a la que podemos denominar económica, cuya esencia es la defensa del salario y de las condiciones de trabajo. Por último, tenemos una función social-territorial.
Con alrededor de 4 mil sindicatos y más de 4 millones de afiliados, producto de las luchas sociales y la revitalización de las convenciones colectivas de trabajo a partir de 2003, se ha visto fortalecido el aspecto democrático de los sindicatos.
De la misma manera, la función económica se ha fortalecido en el marco de las luchas democráticas en una sinergia virtuosa con el gobierno nacional por lo menos hasta finales de 2011.
La función social-territorial, es la que consideramos en este momento, la función estratégica. Veamos porque,
Es, en el territorio próximo de la vida social, en donde se obtendrá la información de las necesidades y aspiraciones de nuestro pueblo. Este necesario proceso de proyección territorial de las organizaciones sindicales-como lo expresáramos en notas anteriores-, acompaña el renacido desenvolvimiento de los municipios.
En el territorio próximo se encuentran los sectores de trabajadores desocupados o con ocupaciones precarias. Es también en el territorio, en donde se asienta el trabajo no registrado y las innumerables formas de explotación laboral. Es bajo diversas pseudo empresas, escondidas en viviendas particulares o talleres clandestinos, en donde un grupo nada desdeñable de compatriotas son sometidos a condiciones indignas de trabajo, por fuera de cualquier legislación del trabajo.
El avance político del movimiento obrero se dará no solo con una mayor participación en las listas electorales, sino con una mayor presencia en el territorio. Ahí también, se encuentra gran parte de las capas medias en situación de vida similares a la clase trabajadora.
La diversidad del mundo cultural que la TV pretende homogeneizar, se encuentra en el ambiente próximo, en toda su expresión heterogénea. Hacia allá habrá que ir en busca de lo nuevo por representar e interpretar. “Lo social” es “lo relacional” y, la construcción de un proyecto nacional, de una comunidad nacional, requiere en esta etapa de tanta fragmentación, en principio, conocer y encontrar lo común entre lo diverso.
Ante la pérdida de representación de los partidos políticas tradicionales, la población se replegó a instancias primarias-afectivas de pertenencia. Reaparece el barrio como el espacio vital de identificación, las organizaciones o iniciativas culturales sin mediación política. En fin, el espacio próximo en donde los municipios se erigen como principal referente institucional de un nuevo ordenamiento social.
Los sindicatos siguen siendo un referente esencial de la representación social de los argentinos. Su fortaleza se explica por la trascendencia que la “relación de trabajo” sigue teniendo en la vida cotidiana. Más allá de los cambios culturales y, de las múltiples identificaciones que definen a cada persona, el principio de la solidaridad entre quienes desarrollan una misma actividad, sigue gravando a fuego la reproducción de la vida en sociedad.
Los sindicatos, fueron no solo el sector de la sociedad que más apoyó las decisiones de los gobiernos en esta última etapa, sino que por el lugar que ocupan en nuestra sociedad, es el factor principal de recuperación del tejido social gravemente agredido en las décadas anteriores.
Los sindicatos, pueden junto a los gobiernos municipales, darse una estrategia en común para atacar sin reparos el trabajo en negro, cuya permanencia en valores elevados, es el principal obstáculo para la inclusión y la justicia social.
