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ANÁLISIS Y OPINIÓN

La finalidad de la Huelga General

Por Pascual Daniel Persichella, columnista de Mundo Gremial.

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Como me suele pasar cada vez más seguido, el motor que me impulsa a exponer algunas ideas es ese discurso mediático, anti obrero y antisindical; desembozado e indudablemente interesado. No gratuito.

Comentarios como al pasar: ¿Para qué sirve una Huelga General? Nada cambia después de una Huelga General. Al País le cuesta “x” millones de pesos. El País pierde “x” millones de pesos. Al País se lo levanta con trabajo. Son la línea bajada, como riego por goteo o a manto (inundando todo). Como la gota que horada la piedra.

El objetivo de este desarrollo es exponer a los trabajadores, para qué sirve hacer la Huelga General.

Entonces, sólo para despejar la cuestión, cabe indicar sobre las otras consignas muy convenientes, que el único día en que la participación de los trabajadores en la construcción de la riqueza nacional tiene salarios tan altos, como para alcanzar las cifras propaladas como pérdida, es cuando no hay dudas que estos salarios no se van a pagar.  Y que el trabajo que levanta a un País, mejor dicho, al Pueblo que constituye al País, es el que existe ante todo y que es digno. No cualquier trabajo ni a cualquier precio.

Sin olvidar, que el centro de la discusión mediática nunca es analizar las causas económico sociales que llevan a las organizaciones sindicales a disponer la medida más extrema, sino; el rosario de corrupción y delictuosidad en los sindicatos y sindicalistas, genéricamente tratado. Y otras cuestiones, que por vía de excesos llegan hasta a prejuicios clasistas y racistas.

Mi cometido es que los trabajadores en sentido filosófico, es decir con el alcance que se asigna al Trabajo Humano en la pertinente Encíclica Papal, como hacedores de toda actividad humana lícita; o de un modo más pagano, entendidos como la única clase de hombres. Sin dejar de dirigirme también y especialmente a aquellos que viven de un salario, bajo, mediano o alto. En suma, a todos los que viven del producto de su trabajo personal, cualquiera sea su forma. Mi pretensión digo; es que se comprenda la primordial finalidad de una Huelga General.

Considero que una Huelga General legítima, es la que luego de pacientes y dilatadas negociaciones previas y decisiones sindicales del caso, tiene un evidente éxito en la calle el día que se la ejecuta. Debe ser contundente.

Si ello ocurre, amerita que analicemos qué significa en un sistema democrático, donde la Huelga es un Derecho Constitucional expreso; y la actividad sindical tiene tutela sindical también de rango constitucional.

Si nuestros inefables constructores del discurso mediático han puesto en valor, fenómenos como “las cacerolas” y “el campo somos todos”, con cierta inorganicidad y muy sectoriales, casi sectarios; con cuanta mayor sustancialidad merece fijar posición respecto a la finalidad de la huelga general. Que no harán ellos, debemos hacerlo nosotros.

Aunque escalones por debajo de una votación general o una iniciativa popular; es una herramienta constitucional de los trabajadores, que expresa su voluntad mayoritaria, que es la mayor parte del pueblo sin dudas.

Esta sola faceta numérica, bien ganada en la historia y en las calles, no tiene el debido reconocimiento en el discurso imperante; lo que es lógico, porque a ese discurso lo impone el Poder, que no es el de los trabajadores.

La Huelga General pone en crisis a la política económico social de un Gobierno. Es un democrático y mayoritario llamado de atención a esa política. Democrático porque es el ejercicio de un derecho constitucional y mayoritario porque en cualquier sociedad, la mayoría son trabajadores en sentido lato y estricto.

Ante ella, un Gobierno que escucha porque le interesa el pueblo trabajador, debe corregir el rumbo; receptando razonablemente la demanda de este. Es el fin inmediato de una Huelga General: Adecuar el modelo al reclamo obrero.

Si el Gobierno no modifica su gestión; es acá donde toma total trascendencia política la Huelga como herramienta constructora de una futura voluntad popular sustituyente.

Debe haber un acto de sinceramiento colectivo: si los trabajadores holgaron con razón porque están sufriendo una política económico social; la conclusión es que al Gobierno que no cambia el rumbo no le interesa ese sector fundamental de la población. Es el momento en que la clase trabajadora, por defensa propia, debe comenzar a construir esa voluntad popular sustituyente.

La Huelga General exitosa es el repudio al modelo socio económico que está ejecutando un Gobierno.

Entonces: sí sirve para algo la Huelga General.

Ocurre que, al Poder Imperante, Gobierno y poderes económicos, hoy más que nunca; no le conviene que las mayorías tomen conciencia de este sentido y finalidad de la Huelga.

Por ello todas las maniobras distractivas valen. Para este cometido el ingenio no tiene límites: todo el descredito posible a lo sindical es poco, se pone en valor al que fue a trabajar despreciando al que ejerció su derecho constitucional a holgar, se muestra ante todo el desorden, la mugre, la basura que quedó después de una movilización, el discurso establecido de siempre es que la huelga es política, inoportuna o que -justamente- mañana nada cambia.

De lo que se trata para tal Poder imperante, es que no se comience, menos que se piense, una construcción colectiva de sentido y con finalidad propia. Que no se reflexione que el problema es el modelo y que la solución es cambiarlo, obviamente por los carriles democráticos correspondientes.

Por ello me atrevo a sostener que Huelgas Generales exitosas sin generar cambios de dirección en la gestión del Gobierno que las recibe; deben necesariamente significar abrir un camino de construcción de una voluntad popular sustituyente del modelo que no contiene ni comprende las demandas del pueblo trabajador.

Y para ello deben prepararse el movimiento obrero y sus organizaciones sindicales.

Hay que comenzar a pensar y construir el nuevo modelo, programa o proyecto humanista y con justicia social. Las dirigencias sindicales vigentes, porque es lo que hay; deben concentrarse en negociar con la clase política pertinente planes y medidas de gobierno, más que cargos en las listas o gabinetes. Ambas cuestiones se pueden hacer, pero lo innegociable es la dirección del Gobierno por venir: el programa. Porque el modelo es lo importante.

Los trabajadores deben recordar de un modo activo, militante y colectivo; que la víscera más importante es el bolsillo; pero su bolsillo. El ruido mediático y seguramente la cuota de delictuosidad en el ejercicio del Poder Político reciente, han generado amnesia colectiva, confundiendo el bolsillo de los desposeídos con el de los que poseen. “Así no”.

 

PASCUAL DANIEL PERSICHELLA

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