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ANÁLISIS Y OPINIÓN

La CGT y su verdadera representación

Por Alberto Buela, columnista de Mundo Gremial.

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Esta semana que pasó se realizó la re-reelección de Moyano como secretario general de la CGT y el movimiento obrero argentino sumó una central más en su haber; ahora ya son cinco: 1) está de Moyano. 2) la de los Gordos. 3) la Azul y Blanca de Barrionuevo. 4) la CTA de Micheli y 5) la CTA de Yaski. Toda una panoplia de representaciones donde el que desaparece es el trabajador.

Ideológicamente la de Moyano, la de los Gordos y la de Barrionuevo son peronistas mientras que la dos CTA son socialdemócratas. Ninguna de las cinco llega a la derecha ni a la izquierda, pues están y se mueven en el marco de “lo políticamente correcto”. Esto es, lo establecido, lo aceptado, lo sancionado por los poderes indirectos para que se cumpla.

Son contados con los dedos de la mano los dirigentes sindicales “políticamente incorrectos” porque cada vez más los sindicatos dependen para su existencia y funcionamiento de los dineros del Estado. Si bien en Argentina la fuente de poder de los sindicatos radica en sus afiliados y su capacidad de movilización, esto se ha ido trastocando hasta llegar a la actual situación; Estado-dependencia.

En el modelo sindical argentino, construido sobre la base de la ley 23.552 de 2 de octubre de 1945 siendo Perón Secretario de Trabajo, el sindicato “con suficiente representatividad”  es el que negocia los convenios colectivos de trabajo con las cámaras empresariales y el Estado. Cuando se multiplican los sindicatos en un sector se crean las Federaciones que son las que toman la posta de “la negociación”. Los sindicatos pueden incorporarse o no a estas federaciones que son conocidas como entidades de segundo grado.

¿y la CGT, qué función cumple?. Cumple en este modelo solo dos funciones: la representación exterior, por ej. ante la OIT y la representación política de los trabajadores (Claro está,  que esto último no está contemplado ni previsto por ninguna ley).

El mundo sindical que cayó irremisiblemente en las manos de los abogados insiste en ignorar este último aspecto esencial y definitivo y se limita a aconsejar quien viaja al exterior y quien no. O peor aun, en limitar la representación política de la CGT en conseguir diputaciones para el movimiento obrero que, en general, son ocupadas por esos mismos abogados.

Cuando en realidad la representación política la ejerce la CGT en los paros, las movilizaciones y las huelgas. Y llega su plenitud con el llamado a “la huelga general revolucionaria”.

Pero como ninguna de “las cinco” está en condiciones de realizar esta representación, sea por condicionamientos ideológicos- el peronismo desde hace años es tan solo un simulacro- el gobierno puede descansar tranquilo sobre el amasijo de relatos liberadores que vuelca todos los días por televisión.

 

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