ANÁLISIS Y OPINIÓN
La CGT Moyano denunció más pobreza y caída del salario
La organización sindical realizó fuertes críticas a la gestión del Gobierno y apuntó contra el eslogan kirchnerista «No fue Magia», al considerar que esa frase «sólo expresa el grado de fantasía del relato oficial».
A continuación, el comunicado completo:
NO FUE MAGIA
Al término de su mandato la Presidenta Cristina F. de Kirchner enarboló esta frase que pretende ser bandera de su gestión de Gobierno; en rigor, sólo expresa el grado de fantasía del relato oficial y su lado opuesto, la realidad socio-económica.
La pobreza, una variable intensamente discutida desde las oficinas del Ministerio de Economía, hace tiempo fue dejada de medir oficialmente. Qué mejor evidencia que esa “no evidencia”. Uno de cada tres argentinos está bajo la línea de la pobreza, el 27,8 % de la población del país no alcanza los ingresos suficientes para llevar a delante una vida digna. Son 12 millones de ciudadanos atravesados por las urgencias del presente y con el camino vedado hacia el futuro. Basta con señalar que este país tenía en 1975 unos 22 millones de habitantes y 2 millones de pobres, mientras que hoy, con 41 millones de habitantes se cuentan 12 millones de ciudadanos bajo la línea de la pobreza. Es decir que de los 19 millones que representan el incremento poblacional del último cuarto de siglo, 10 millones cayeron a la dura realidad de nacer y vivir en la pobreza. Este dato permite mensurar el carácter de la involución y regresividad social vigente. En esta línea de análisis, el 5 % de la población, poco más de dos millones de personas, no llegan a la línea de ingresos indispensables para poder alimentarse bien todos los días. Son los indigentes. El último escalón de una pirámide social mal construida.
Los últimos diez años demuestran que el 10% más rico de la población de la Argentina ha concentrado su riqueza a expensas del 10% más pobre. Los trabajadores, el sujeto fundamental en el discurso político para empujar el consumo interno, solo participan de apenas el 33 % de Producto Bruto Interno. Muy lejos del “fifty-fifty” pregonado. El otro 67 % restante se encuentra en las manos de los mismos de siempre: los propietarios del capital y los dueños de la tierra. La “inclusión” tantas veces pregonada, apenas si alcanza para planes de acción social, son las migajas que caen de la mesa en la distribución de la “torta”. En muchos aspectos la matriz económica sigue siendo la misma de la década del noventa. Existe una tenue dirección para sustituir exportaciones pero la verdadera transformación sigue pendiente, la sustitución de la oferta exportable es cambiar el país que somos porque aún somos productores primarios y necesitamos dejar de serlo.
El poder adquisitivo de los trabajadores, herramienta fundamental para el crecimiento del mercado interno, hace ya cuatro años que viene siendo furgón de cola de la inflación. Las paritarias, esa discusión que año tras año nos pone en pie de igualdad con el poder económico, solo alcanza para ir paliando en parte la pérdida de 1 a 3 % del poder de compra de los salarios ante el aumento de los bienes de consumo. En los últimos dos años hemos discutido aumentos salariales que, en la suma de ambos periodos, llega alrededor del 60 %. Un número que pareciera a pedir de boca de los trabajadores, si no fuera porque la inflación, dramáticamente, lo ha superado. Al mismo tiempo a este flagelo se han sumado dos fuertes devaluaciones puntuales y una más, por goteo, que mes a mes multiplica la formula inflación/devaluación.
La desocupación está oculta con números que disfrazan el trabajo precario. Tenemos un parate en la creación de nuevos empleos que ya lleva más de 18 meses mientras se practica una verdadera devaluación del trabajo con precarización en los contratos del Estado municipal, provincial y nacional. Es así como la administración pública se ha convertido en el principal motor de creación de empleo; desnudando la carencia de trabajo productivo, la ausencia de trabajo genuino, y para colmo, a muchos de estos trabajadores ni siquiera se les respeta Convención Colectiva alguna, cobertura de salud o aportes a la Seguridad Social…. Otro pase de magia de la era K.
Los cultores del “vaso medio lleno”, mientras están en el poder, denostan a quienes, desde la crítica con afán constructivo, exponemos los problemas sociales. La responsabilidad de quien conduce es escuchar a quienes dirige sus políticas. A todos. El vaso sigue estando ahí, su visión a medias distorsiona la realidad efectiva. Y aunque algunos consideran que no es necesario cambiar nada y apuestan a seguir con esta inercia de políticas parciales, sigue sin prestarse atención a la cuestión verdadera que es lo colectivo que nos incluye: en este presente de urgencias y en el futuro de esperanzas.
Nuestro deber es correr el velo del “discurso” para dejar en evidencia el mundo subterráneo. Ese que sigue ahí, sin soluciones definitivas. Es cierto, “no fue magia”. Es política de Estado. Mal hecha y con soluciones a medias. Que en definitiva no es solución.
Buenos Aires, Octubre 2015 – HUGO MOYANO SECRETARIO GENERAL CGT