ANÁLISIS Y OPINIÓN

La caída de un gordo

Por Juan Manuel Morena, director de Mundo Gremial.

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Es muy interesante analizar cómo en los últimos tiempos se fueron dando los cambios en las estructuras de poder y cómo la misma posición de un cargo a lo largo del tiempo pierde su capacidad de incidencia, si lo comparamos objetivamente. Es muy interesante el análisis que hace del mismo Moisés Naím en “El fin de poder”.

El poder está cambiando, no solo en los formatos, sino en los tiempos en que se ejerce y en cómo se ejerce. ¿Tiene el mismo poder hoy un secretario general de la CGT que en 1950 o en 1973? ¿Tiene el mismo poder un secretario general de la UOM en el pasado que uno de cualquier sindicato que queramos nombrar hoy? De eso se trata.

El poder se reconfigura y esto se respira en todos lados. Pasa en las empresas, en las presidencias y en los sindicatos.

Hay dirigentes en Argentina que tienen muchos años al frente de sus gremios. En lo personal no me preocupa tanto, siendo, en mi opinión, el principal problema el acceso a la postulación, poder realizar el acto eleccionario y presentarse con todas las garantías básicas de una vida democrática que requiere cualquier tipo de organización, bajo su naturaleza lo permite. Hay estatutos que en este punto son una máquina de impedir, pero no es el asunto al abordar esta nota.

Están dadas las condiciones para que caiga el primer gordo en el sindicalismo argentino

En estos días tenemos un caso testigo, y por demás interesante, que es el proceso de crisis en la cadena Carrefour. La empresa realizó un arreglo con el secretario general del Sindicato de Comercio (SEC), Armando Cavalieri, y el mismo fue desconocido por las bases, conducidas por Ramón Muerza, el secretario de organización del gremio. Ahora la empresa tiene que volver a negociar con quien realmente representa.

Parece un conflicto más o un hecho perdido, pero no lo es. Puede ser el inicio de algo que no sucede desde la democracia hasta la fecha, el inicio de la caída de uno de los dirigentes sindicales más importante de la actualidad, y esto se puede dar por la vía democrática.

El estado que conduce Mauricio Macri debería ser el primer interesado en que se den esas condiciones, porque son las que el «Cambio» necesita. No por la vía de la intervención, sino por la de un proceso transparente.

El foco tiene que estar en el Sindicato de Comercio, en ese sindicato en el cual votan los jubilados más que los afiliados, que afilian a parte del grupo familiar para inflar un padrón que solo Cavalieri maneja. Hoy su  oponente tiene herramientas al alcance de la mano, de campañas modernas, para neutralizar ese tipo padrón y encontrar patrones comunes para llegar a sus votantes potenciales.

Pero las condiciones ya están dadas en la calle para que caiga el primer gordo en el sindicalismo argentino, con una renovación real, no heredada ni prestada.

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