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ANÁLISIS Y OPINIÓN

José Minaberrigaray: «El movimiento obrero debe ser más proactivo y marcar agenda»

En una entrevista exclusiva con Mundo Gremial, el dirigente gremial del SETIA analizó la actualidad del sector textil y trazó los desafíos del sindicalismo en la pos pandemia. Las paritarias 2021 y el futuro del gremio.

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José “Vasco” Minaberrigaray es uno de los dirigentes sindicales de la nueva camada sub 55 que sueña con un cambio en la estructura sindical tendiente a afrontar los nuevos desafíos del mundo del trabajo. Hoy es el Secretario Gremial e Interior y conductor del Sindicato de Empleados Textiles de la Industria y Afines (SETIA), uno de los sectores industriales de mayor impacto en la economía nacional.

Con una extensa trayectoria gremial en el ámbito textil, Minaberrigaray convoca al movimiento obrero a realizar un «mea culpa» y orientar los objetivos sindicales a generar un movimiento obrero protagonista en la agenda política.

«Sería una pena que sigan transcurriendo los años y uno no se vaya aggiornando a esta nueva dinámica que se está proponiendo, porque puede llegar a tener consecuencias verdaderamente nefastas. No producir cambios a tiempo puede ser catastrófico», disparó en una extensa entrevista con Mundo Gremial.

¿Cómo evaluás los años del macrismo en relación a políticas industriales para el sector textil?

– El macrismo nunca logró conformar un tipo de política verdaderamente para el desarrollo del sector. En todas las reuniones se habló de una supuesta reconversión, había que reconvertirse en otra cosas pero sin decirnos en qué. Hubo ayuda, como el REPRO y demás, pero todo eso era como darle algo a un enfermo que ya sabés que el desenlace es fatal.

No fueron incentivos para el desarrollo si no más bien para acompañarte al cementerio. En ese proceso perdimos una cantidad de trabajadores impresionante. Decían que venían a crear puestos de trabajo con calidad y lo único que hicieron fue precarizar aún más la industria.

Y ahora con el nuevo gobierno, ¿cuáles son las expectativas?

– Con el nuevo gobierno hay una política de desarrollo industrial más profunda con algún tipo de sustitución de importaciones o de incentivos a la producción. Vemos que hay mucho empresariado que ha comprado maquinaria nueva y eso es alentador. Nadie invierte una cantidad de millones de dólares en maquinarias sabiendo que puede perder dinero.

Es muy esperanzador ver cómo han encarado los primeros pasos, después obviamente llegó la pandemia, pero al principio hubo muchas señales de querer industrializar el país.

Nos hemos reunido con (el ministro de Producción) Kulfas. Tenemos muy buen diálogo con Ariel Schale (secretario de Industria), que conoce la industria y el proceso. Hay funcionarios que conocen la industria, hay ida y vuelta. Eso te da tranquilidad.

Pero la pandemia, imagino, truncó o al menos postergó varios de los proyectos en materia industrial, ¿cómo impacto la Covid-19 en el gremio y en la actividad textil?

– La pandemia fue un antes y un después para nosotros. Hubo que gestionar rápidamente un montón de cuestiones tanto sea desde lo social como lo sindical, en la parte médica también hubo que implementar un montón de cuestiones, como atención por videollamada, reforzar las cuestiones domiciliarias, salir a hacer nuevas contrataciones. En la parte sindical fue todo un desafío con el homeoffice y las nuevas modalidades del trabajo. Fue complicado.

En la pandemia es muy fácil ser oposición porque verdaderamente nos quitó la previsibilidad, la proyección. A nosotros nos pasó de estar discutiendo con la cámara de indumentaria un incentivo o un bono y de repente a las dos semanas estar discutiendo suspensiones porque habían cerrado shoppings y locales de venta. Es complejo gestionar en pandemia por los altibajos.

Hubo empresas con muchísima consciencia social respetando todo, otras que tiraron algún manotazo de ahogado donde hubo peleas importantes respecto a suministrar transporte, seguridad sanitaria. Pero hoy se tomó mucha más conciencia por parte de los trabajdores y las empresas.

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A pesar de todo, y en ese contexto, el gremio afrontó las discusiones paritarias y determinó una recomposición salarial cercana al 47% para los trabajadores de la rama textil y el próximo mes hará lo propio con la rama indumentaria.

Para Minaberrigaray, el futuro es prometedor con un sector empresario apostando a la inversión y una dinámica que vislumbra un crecimiento sostenido en el sector.

¿Cómo percibís el próximo tiempo en la actividad?

– Hay un grupo empresarial en el país que sigue invirtiendo permanentemente, hoy Argentina no tiene un problema de capacidad tecnológica, hay capacidad ociosa obviamente por capacidad de mercado.
Pero hay por delante desafíos muy importantes, es muy esperanzador para los trabajadores porque se ha dado una cierta dinámica que nos permite ver el futuro como una perspectiva para el crecimiento del sector.

Eso es importante, quedan por delante algunas charlas que deberá dar el movimiento obrero en esta salida pos pandemia. Deberíamos ir viendo la cuestión de la generación de empleo, ver cómo se pueden ir generando nuevos empleos a través de la industria.

Una de las grandes charlas que se vienen en el movimiento obrero es la reducción de la jornada laboral. Eso es un punto más importante y se va a hablar en el mundo.

Los países van creciendo viendo la manera de llevar más beneficios a las personas y en esto el movimiento obrero deber estar a la vanguardia. Se habla siempre de reformas laborales, de quita de beneficios, en algún momento tenemos que empezar al revés, qué cosas más de le podemos dar a los trabajadores. En ese sentido la salida de la pandemia puede ser muy auspiciosa para los trabajadores y el movimiento obrero debe estar acorde a esa situación.

¿Cómo es es diálogo en relación a esos nuevos desafíos?

– Tanto el empresariado como la parte gremial del sector estamos siempre viendo la posibilidad de qué mejoras se pueden introducir para que el sector sea más competitivo.

Soy muy optimista, entiendo que el gobierno actual puede tomar medidas tendientes a favorecer al sector, para el desarrollo y para que haya una política de industrialización más profunda.

Y en ese marco, ¿qué debería modificar la CGT y el movimiento obrero organizado para estar a la altura?

– El movimiento obrero debe tener mayor implicancia en el sector político, quedarnos en el viejo discurso del 33% y todo lo demás hoy no suma, eso era otra época, pero verdaderamente es muy poca la representatividad que el movimiento obrero tiene en el Poder Ejecutivo y en el Poder Legislativo.

Hace mucho tiempo que el movimiento obrero no tiene cargo en los poderes ejecutivos y hay pocos representantes de extracción gremial en el Congreso. Viendo que puede llegar a venir una agenda muy importante en material gremial, el movimiento obrero debería estar más presente con una mirada más proactiva y no reactiva, porque después te pasan las cosas y tenemos que ir a golpearle la puerta al presidente para suavizar alguna de las cosas que ya se decidieron.

Hoy somos reactivos y no activos, hace rato el movimiento obrero no pone agenda, la agenda de la política está muy lejos de la del movimiento obrero. Ahí tenemos que hace un mea culpa, hay que hace una revisión con una nueva camada de compañeros que entiendo deberíamos empezar a transitar otro camino.

El movimiento obrero hoy está en un punto de inflexión muy grande, con las decisiones que se tomen ahora y de acuerdo a la capacidad de sus dirigentes con el accionar que tengan pueden llegar a producir un cambio muy importante en la estructura sindical argentina. Sería una pena que sigan transcurriendo los años y uno no se vaya aggiornando a esta nueva dinámica que se está proponiendo, porque puede llegar a tener consecuencias verdaderamente nefastas. No producir cambios a tiempo puede ser catastrófico.

Tengo expectativas en la nueva generación. En la mayoría de los gremios se van a dar cambios generacionales muy importantes que son tremendamente necesarios, eso puede favorecer mucho al movimiento obrero.

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El SETIA en el mundo pos pandemia

El sindicato de los trabajadores textiles transita momentos de cambios y consolidación de políticas tendientes a mejorar los beneficios a los afiliados y las prestaciones de la obra social. Con Minaberrigaray a la cabeza, el gremio atraviesa la etapa de reacomodamiento tras el fallecimiento del exsecretario general Mauricio Anchava.

«Nos tocó gestionar en un momento. Nos subimos a un barco y se nos presentó una tormenta terrible como la pandemia. Pero tenemos mucho futuro, un futuro muy lindo en el sindicato, es muy esperanzador», destacó el dirigente.

Señaló que «hemos logrado conformar un muy buen equipo de trabajo. Logramos concientizar a cada uno de los dirigentes, los delegados, los cuadros de lo importante que era tener cierta adaptabilidad a esto».

En ese contexto, destaca Minaberrigaray, «pudimos prontamente ponernos a disposición de los afiliados, dar respuestas a la obra social. Hemos tenido en las últimas dos gestiones de paritarias buenos incrementos, tenemos una revisión en septiembre en lo que es confección de indumentaria».

«Por lo que vemos para adelante estamos conformes, contentos, esperanzados que se puede llevar al gremio a un escalón más arriba del que está. Estamos conformando un gran equipo a lo largo y a lo ancho del país, con una unidad genuina, verdadera, muy linda», cerró.

Las paritarias 2021 en el SETIA

La conducción del gremio logró un aumento anualizado del 47% en la rama textil. Se llegó a ese porcentaje tras alcanzar una revisión del 12% a principio de año y una paritaria del 35% semanas atrás, sumado al pago de un bono mensual de unos 12.000 pesos, que incluye en aguinaldo, vacaciones y otros ítems de convenio, más una revisión antes de fin de año.

«Les hicimos entender a los empresarios la terrible necesidad que tenían los trabajadores, que venían golpeados por el gobierno anterior y en el medio de la pandemia. Necesitábamos tener un reconocimiento por parte del empresariado, algo que cuesta mucho hacerles entender pero creo a veces a través del diálogo y el «no tan diálogo» se puede arribar a un buen acuerdo salarial. Veníamos con unas negociaciones paritarias anteriores que dejaron cierto sinsabor, pero era difícil mantener una paritaria con fabricas cerradas y con 300 despidos por mes. Es muy difícil gestionar paritarias con personal suspendido, despedido y empresas quebradas», concluyó Minaberrigaray.

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