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ANÁLISIS Y OPINIÓN

Esa peligrosa idea de no incluir la cláusula gatillo

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Por Leandro Moro, economista, columnista de Mundo Gremial.

En plena negociación paritaria suenan numerosas voces del gobierno y sectores empresarios proclamando a la clausula gatillo como una de las principales fuentes de la elevada inflación reinante. Sin embargo es importante repasar algunos conceptos para entender tanto las fuentes inflacionarias como los riesgos de no atar los salarios al IPC.

Comúnmente suele decirse que la inflación es el resultado de la puja distributiva entre trabajadores y empresarios, sin embargo este escenario no podría generarse sin un desajuste previo. ¿Qué genera entonces la inflación? Básicamente la inflación es la pérdida sistemática de valor relativo de la moneda respecto del resto de los bienes y servicios de la economía. Ahora bien, como en todo mercado el valor del dinero vendrá dado por las fuerzas de la oferta y de la demanda. Si cae la demanda de dinero, porque por ejemplo, hay menos confianza en la moneda, entonces cae el valor del peso, y hay más inflación. Por el otro lado, el de la oferta, supongamos que el Banco Central emite descontroladamente para cambiarle los dólares que el tesoro ingresa por toma de deuda externa, la cantidad de dinero aumenta por arriba de lo que la gente desea para realizar sus transacciones y consecuentemente el peso termina perdiendo valor, en este caso por la sobreabundancia.

En este esquema, sin un desequilibrio en el mercado de dinero, la famosa puja distributiva entre capitalistas y trabajadores no tendría lugar, al menos no en la magnitud que podemos observar hoy día en Argentina.

Teniendo en cuenta esta definición, pensar que la inflación es el resultado del aumento de los salarios, es un error técnico gravísimo. De hecho, que los salarios aumenten es, en sintonía con lo enunciado en el párrafo anterior, el resultado puro del ajuste de los mismos a la depreciación de una moneda mal administrada y no al revés. Sostener esto es además de un error técnico, una falta a la honestidad, dado que varios funcionarios del gobierno actual, sostenían lo opuesto durante la campaña.

Por otro lado, el riesgo macroeconómico es de una implicancia fenomenal. Una inflación descontrolada frente a un aumento de sueldos con un tope bajo, derivaría en una caída abrupta del nivel del salario real. Las consecuencias inmediatas son el aumento de la pobreza y de la indigencia. Además en términos macroeconómicos el resultado es el de la caída del consumo. Por lo tanto es importantísimo destacar que el ímpetu de los empresarios por no dar aumentos acordes a la inflación, a la postre generará una caída abrupta de las ventas, lo que conllevará a la quiebra de numerosas firmas.

En consecuencia, la mala política económica, la mala política monetaria y el mal diagnóstico de la misma, terminará por ajustar por el lado del salario de los trabajadores, lo que no solo no corregirá el problema inflacionario, sino que además generará el efecto opuesto al buscado.
La lucha contra la inflación tiene dos ejes claves que la fundamentan, el cuidado de los más vulnerables y la estabilidad macroeconómica, los cuales, como se argumento en la presente, estarán cada vez más lejos de conseguirse si no se incorpora la cláusula gatillo en la negociación paritaria.

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