Por Marcelo Peretta, Doctor en Farmacia y Bioquímica, Universidad de Buenos Aires
La mortalidad de las endoscopias realizadas para diagnosticar cáncer, úlceras y otras dolencias digestivas es bajísima: 4 cada diez mil casos.
Incluso esos pocos casos se dan en pacientes que ingresan en muy mal estado de salud, que no fue la situación de Débora Pérez Volpin.
¿Se cumplió el protocolo?: dosis exacta de anestesia, cantidad suficiente de personal adecuadamente formado, equipamiento y tecnología disponible, etc..
Aunque el Propofol es seguro y produce una anestesia suave y rápida a los 30 segundos de aplicado en vena, su dosis debe ser exacta, sino es irreversible. Puede producirse paro cardíaco. ¿Se administró la dosis correcta? ¿Se uso Naloxona para revertir el paro cardiorespiratorio?
Aunque se desconoce su mecanismo de acción, sí se sabe que le Propofol puede producir: alergia, hipotensión, depresión respiratoria, supresión respiratoria (apnea) y paro cardiorespiratorio.
De ahí que el lugar debe poseer un monitor de pulso que mida presión arterial y nivel de oxígeno y haga un electrocardiograma continuo, y desde luego, un equipo completo de reanimación cardiopulmonar. ¿Lo tenia? ¿Funcionaba?
En el lugar debe haber al menos 4 personas: un médico gastroenterólogo, a cargo de introducir el tubo por la boca y observar las cavidades internas, un anestesista encargado de sedar y despertar al paciente -y de actuar en caso de urgencias cardiorespiratorias-, y 2 enfermeros o instrumentistas que colaboran. ¿Estaban? ¿Poseían la formación y experiencia adecuada? Existen denuncias a esa clínica de que durante las guardias no hay profesionales sino técnicos a cargo de los procedimientos.
No se si fue homicidio culposo, pero muy posiblemente sea mala praxis. El abandono de la clínica a la anestesista, que debió presentarte a título individual, revela la intención de que el hilo se corte por la parte delgada.
Cabe recordar que a esta clínica entraron otros jóvenes famosos que también salieron muertos. Es vox populi en el ámbito de salud, que la clínica invierte más en hotelería que en tecnología médica y salarios.
Hoy que se objetan a algunas obras sociales, cabe destacar que éstas brindan un gran servicio de salud, con solo el 20% de lo que perciben estas prepagas de gran renombre, que son inflexibles para cobrar la cuota, lentas para brindar atención y tibias para dar explicaciones, que en este caso ni siquiera se atreven a firmar.