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ANÁLISIS Y OPINIÓN

El vino sobre la mesa

La secuencia viene desde hace tiempo y puede tener muchas lecturas. Todavía queda mucho por analizar. La realidad es que la renuncia de Facundo Moyano tiene muchos factores, pero lo complejo son las consecuencias en las que puede llegar a derivar. La intención es ensayarlas.

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La decisión de la salida de Facundo Moyano de la Cámara de Diputados se tomó aparentemente en los últimos 15 días, desde el cierre de lista hasta el jueves de la foto de Fabiola. Hubo llamadas de Máximo Kirchner, jefe de la bancada oficialista, y de Sergio Massa, presidente de la cámara baja, intentando detener el sello del pasaporte.

Las primeras señales fueron después del cierre de listas, donde el moyanismo no mojó: 1. Pablo Moyano, el más cercano y con buena sintonía K, no apareció más. 2. El mismo jueves de la renuncia allanaron la sede de la obra social en Rosario. Pudo ser justo una casualidad.

El allanamiento se enmarcó en denuncias por extorsión y amenazas impulsadas por afiliados que aseguraron ser presionados para renunciar al sindicato provincial de Santa Fe, hoy sin control de Moyano, para ser asociados a la sede nacional.

Otro detonante del sorpresivo apartamiento pudo haber sido la personalidad de Facundo, un aperitivo que pudo haber jugado fuerte en esto. Dicen que el chat de Diputados exploto después de la foto del vino, durante una reunión del exlegislador con sindicalistas sub 55. No hubo vuelta atrás con muchas diputadas y “el muchacho quedó muy incomodo puertas adentro”. A esto se suman sus explicaciones y la vuelta al sindicato.

La respuesta de Moyano, en casos dirigidas a integrantes del gobierno nacional, reflejaron también el malestar del moyanismo con el actual ministro de Trabajo Claudio Moroni, otro de los puntos conflictivos arrastrados desde el inicio de mandato de Alberto Fernández. El sector también tuvo cruces con el ministro de Producción, Matías Kulfas, por los bloqueos a empresas.

A su vez, la renuncia se da en la Cámara que preside Massa, el hombre que controla políticamente el Ministerio de Transporte, la puerta de muchos intereses de Hugo Moyano. Pero no son esos los únicos propósitos actuales de la familia. Lo extraño es que hace unos días Facundo propuso montar una empresa estatal para controlar las autopistas.  La iniciativa abrió debates hasta en el propio Frente Sindical que lidera Pablo, con críticas del gremio de los viales.

Pero la lectura que cobra fuerza es la falta o nulo protagonismo en el parlamento del ahora exdiputado. Eso lo afectó sensiblemente. A la fecha no lideraba ninguna Comisión de interés y en su bloque nunca ganó relevancia en proyectos clave.

A Hugo le molestan “las muestras de cariño sin declaración de amor”, y se juntaron muchas. La señal es fuerte y abre muchos interrogantes. El primero es la CGT. ¿Puede cambiar la postura sobre la unidad indiscutida? ¿La inminente elección en la CATT puede presagiar un nuevo escenario cegetista? ¿Sasia va a sostener este acuerdo con los Moyano rupturistas?

“Hugo Moyano siempre juega saliendo para adelante”, dicen cerca de espacio, y la realidad histórica es que al sector kirchnerista siempre le fue mal con los Moyano fuera del fuego.

En octubre Facundo tiene elecciones en su gremio donde “quiere poner a una mujer”. Esta situación podría derivar en un debate interno y algunos vislumbran chispazos por el corrimiento de históricos del gremio de puestos destacados a través de la incorporación de una dirigenta en la primera línea de conducción. En los cuerpos de delegados se percibe el malestar.

Hace un año hablábamos de la vuelta del exdiputado al sindicalismo, algo que cada vez cobra más fuerza. Habrá que ver si el plan original de montar una federación en la actividad se sostiene.

Por qué Facundo Moyano vuelve al sindicalismo

Juan Manuel Morena, director de Mundo Gremial.

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