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ANÁLISIS Y OPINIÓN

El que manda es el virus, ¿pero hasta cuándo?

Azorados, los gobiernos mundiales viven el día a día en base a los mandatos del COVID-19: en la reunión de la CGT con el Gobierno se estudió como empezar a salir del aislamiento para empezar a darle robustez a una economía que se enflaquece con el correr de las horas.

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Tardó pero llegó. Y llegó en plena cuarentena: hablamos del almuerzo que compartieron en Olivos, de milanesa de pollo con papás al horno y bebidas sin alcohol, una decena de dirigentes de la CGT con el Aleph del poder en la Argentina. De fondo, la televisión transmitía prácticamente en cadena nacional la desmesura que se vivía en los bancos con la afluencia de miles y miles de jubilados y beneficiarios de planes sociales.

“Alberto estaba muy enojado”, resumió uno de los comensales a Mundo Gremial. Y agregó con tinte sindical: “La Bancaria se puso inflexible para que los bancos no trabajen cuando debió haber sido considerada una actividad esencial y se llegó a este cuello de botella; ellos no originaron el problema, pero sí fueron parte de la maquinaria de ese despelote”, se despachó la misma fuente.

Hablando de virus -y acaso como un escudo para repeler la información que emergía como lava corrosiva de la tele- el jefe de Gabinete Santiago Cafiero activó su portátil y en un Power Point le mostró a todos los presentes un mapa híper detallado de dónde vive cada argentino que pueda ser portador del virus y cuál es su grupo familiar. Alcanza a más de 250.000 argentinos y es un trabajo minucioso que elaboró Migraciones. También Alberto Fernández hizo un paralelismo con lo que pasó en España tomando las acciones que se hicieron en ambos países desde el 6 de marzo: “Las diferencias son notables y lo vemos en las realidades con las que conviven ambos países si de muertos y contagiados hablamos”, graficó otra fuente para MG.

Por lo que informaron en la conferencia de prensa post encuentro, la semana próxima empezará a sesionar un Comité de crisis del que participarán los dirigentes sindicales junto a empresarios bajo la tutela del Gobierno. Evaluarán cómo encarar el proceso de salir de la cuarentena para ir reactivando la economía, pero evitando que se descontrole el virus. “Hay que ver qué nichos de actividad pueden ir volviendo a la normalidad a partir del 13 de abril. Por ejemplo: en aquellas fábricas que se trabajaba en un turno ahora se trabajará en dos para evitar el aglomeramiento de personal”, comentó a Mundo Gremial uno de los presentes vinculado al sector industrial. La gran duda es cómo implementar el servicio de transporte. Se entusiasmó el mismo dirigente: “El coronavirus cambió el paradigma, hay riquezas formidables que vieron disminuido su patrimonio un 50% o más; por lo que estamos delante de la reivindicación de los sectores productivos y no del sistema financiero como verdadero motor de la economía”.

A propósito de comités, Héctor Daer y José Luis Lingeri seguirán junto con las autoridades de la Superintendencia de Salud la próxima inyección de fondos a las obras sociales. En los siempre vidriosos números de las prestadoras de salud sindical, a fines de abril el Gobierno debería completar los 7.300 millones de pesos comprometidos, de los cuales “ya recibimos de manera muy desordenada unos 2.400 millones”, explicó una fuente. Pero agregó un dato que hará ruido y contó Mundo Gremial la semana pasada: “Hay muchos sellos de obras sociales que en el fondo son una pantalla para beneficiar a las prepagas porque reclutan personas con ingresos altos y que gozan de buena salud”, introdujo. Siguió: “Lo que se planteó en la mesa con el Presidente es una distribución de los fondos más justa. Por ejemplo, la obra social de los empleados del ACA que es una organización de no más de 5.000 afiliados recibe fondos proporcionales a los 300.000 que tiene inscriptos y esto es inadmisible”. Finaliza la explicación: “Ese cuantioso plus de afiliados lo logran por acuerdos con las prepagas que incluyen mayores prestaciones para captar más personas sabiendo que no van a usar el servicio pero que sí van a cobrar el dinero de la Súper. Bueno eso ahora se terminó; se va distribuir por lo real”. Además de SUTACA, se mencionó, como había hecho este medio, varias obras sociales vinculadas al mundo marítimo. Y también la obra social de los árbitros.

Además del Presidente y Cafiero participaron por el lado del Gobierno: Gustavo Béliz (secretario de Planeamiento Estratégico), el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello; y el jefe de asesores de la Presidencia, Juan Manuel Olmos. En tanto el plantel sindical estuvo encabezado por los cosecretarios de la CGT, Héctor Daer (Sanidad) y Carlos Acuña (Estaciones de servicio) acompañados de José Luis Lingeri (Aguas), Andrés Rodríguez (Estatales), Rodolfo Daer (Alimentación), Gerardo Martínez (Construcción), Antonio Caló (Metalúrgicos), Armando Cavalieri (Comercio), Hugo Benítez (textiles), Víctor Santa María (Porteros) y Carlos Frigerio (cerveceros).

Cada uno de los dirigentes hizo un repaso de cómo está su actividad y qué problemas enfrentan frente a los cuidados a tener en cuenta por la pandemia, pero también indicaron el termómetro económico en el que se encuentra su sector. De paritarias, claro está, ni se habló. Como tampoco del encuentro con Hugo Moyano ocurrido el día miércoles. A propósitos de esa visita, aquel día un dirigente que estuvo ayer en el almuerzo compartió con este cronista: “No tiene explicación la visita del Presidente al Sanatorio Antártida, debería haber ido a la CGT que allí se anidan todos los sectores, esenciales o no”. Ayer esa herida había quedado suturada.

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