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ANÁLISIS Y OPINIÓN

El gobierno divide entre los sindicalistas buenos y los malos

Por Nicolás Alberio, columnista de Mundo Gremial.

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En estos dos años y medio la relación del gobierno de Cambiemos con el sindicalismo, principalmente, con la CGT podría ser calificada de buena. Salvo excepciones muy puntuales, como el ambivalente vínculo con Hugo Moyano o el cero diálogo con la CTA, la gestión de Macri supo tejer acuerdos que facilitaron el buen entendimiento de las partes.

En el verano estalló el escándalo que protagonizó el Ministro de Trabajo Jorge Triaca, con maltratos, precarización laboral y la designación de una empleada de su familia en un sindicato intervenido por su gestión.  Algunos pensaban que esto podía hacer tambalear el vínculo, pero el sindicalismo no dijo nada. Todo quedó olvidado, el Ministro se equivocó y punto.

El año siguió como veníamos y muchos gremios se sumaron al “club del 15” y acordaron las paritarias por el número que añoraba el gobierno. Así, los secretarios generales de Obras Sanitarias, Unión Tranviarios Automotor, Luz y Fuerza, entre otros pusieron sus firmas.

Del otro lado, los gremios opositores desde el primer día, CTA, pero también Camioneros, y otros tanto, no rubricaron aún sus acuerdos y reclaman sumas muy por encima del 15%, que se ajustan más a la realidad de lo que va a ser la inflación de este año.

En medio de este contexto, el gobierno volvió a la carga con la Reforma Laboral que quedó trunca en diciembre última, y como si no faltaran problemas, en pocos días el dólar se disparó, la oposición logró que avance el proyecto que retrotrae a noviembre de 2017 los precios de las tarifas y el Presidente anunció que volveremos a pedirle un crédito al Fondo Monetario Internacional.

La noticia generó un impacto en la sociedad, consciente por la experiencia histórica de lo que implican las pizarras del dólar y un acuerdo con el Fondo. Sin embargo, en un relevamiento general, el sindicalismo no salió a cruzar el gobierno.

Son pocos los dirigentes que se desmarcaron. Por ejemplo, el dirigente bancario Sergio Palazzo, quien se declaró en estado de «alerta y sesión permanente» ante «la grave situación económico-social que golpea el bolsillo de los trabajadores», y rechazó el anunciado regreso al Fondo Monetario Internacional (FMI).

Muchos más enfático en el rechazo fue la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), que lidera Juan Carlos Schmid (FeMPINRA), y la Juventud Sindical Nacional (JSN) que encabeza Juan Pablo Brey (Aeronavegantes),  quienes instaron a la conducción de la central cegetista a decidir “una medida de mayor dureza”, que incluya un paro general, contra la política económica que “no comparte gran parte de los argentinos”.

Rápidamente, el jefe de Gabinete, Marcos Peña,  destacó la «actitud responsable» que, a su entender, prima «en la inmensa mayoría» de los dirigentes sindicales, a quienes diferenció, aunque sin nombrarlos, de estos otros sectores, que rechazan los aumentos tarifarios y el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

«No vamos a especular sobre cuestiones que puede plantear una persona», respondió el jefe de ministros al ser consultado sobre la advertencia de una posible convocatoria a un paro nacional, lanzada por el dirigente cegetista Juan Carlos Schmid en el marco de una movilización que se desarrolló el lunes desde el Palacio de Tribunales hasta el Obelisco.

El mapa de situación es este y seguramente lo seguirá siendo. El tema está por verse en agosto, cuando la CGT convoqué al confederal para elegir sus nuevas autoridades. Mientras tanto la relación del gobierno y el sindicalismo seguirá pudiéndose calificar como buena.

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