ANÁLISIS Y OPINIÓN
Desafíos en el abordaje de una regulación internacional del trabajo de plataformas
Por Luciana Mercedes Ambrosio

La elección del tema “El trabajo decente en la economía de plataformas” como punto 5to. del orden del día de la 113 Conferencia Internacional del Trabajo celebrada en junio de 2025 pone el foco en una nueva forma de trabajo en el mundo, emergente de innovaciones en los modelos de negocios y organización laboral, el desarrollo tecnológico y la digitalización.
Es indudable que el trabajo de plataformas constituye una importante fuente de puestos laborales y representa la oportunidad de incorporación o reinserción en el mercado laboral de millones de personas que estaban excluidas, ya sea por carecer de capacitación suficiente para acceder a un puesto con mayor calificación o por tratarse de trabajadores migrantes, quienes encuentran menos restricciones para acceder a este tipo de empleo.
Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones la calidad concreta de trabajo que ofrecen estas plataformas es pobre, con evidentes riesgos a la salud de los trabajadores, excluyéndolos de los sistemas de seguridad social, expuestos a jornadas por demás extensas de trabajo, con serias restricciones a la posibilidades de sindicalizarse y negociar colectivamente.
La OCDE fue uno de los primeros organismos internacionales que abordó el tema en su publicación sobre las Perspectivas de Empleo en el mundo del 2019, donde destacó que si bien estas nuevas formas de trabajo permiten a los trabajadores organizar sus labores en un marco de flexibilidad (una ventaja, por ejemplo, para quienes tienen responsabilidades familiares) era imprescindible establecer un estándar mínimo de derechos para evitar la profundización de desigualdades e inequidades, en un mundo con déficit de trabajo decente.
El estudio del documento elaborado por la OIT como punto de partida del debate para la 113 Conferencia permite advertir que los desafíos que trae aparejado este nuevo objeto normativo no son pocos, lo que ha generado posiciones antagónicas de los representantes tripartitos durante el transcurso de las discusiones.
Los grupos empleadores solicitaron no ser expuestos a expectativas demasiado elevadas, defendiendo a ultranza la supuesta “autonomía” de los trabajadores de plataformas. Sin embargo, esta generalización es insostenible pues hay un enorme universo de trabajadores de plataformas carentes de autonomía que justamente son los más vulnerables y para quienes se reclama mayor protección.
Plataformas digitales en la OIT: los trabajadores logran sostener el texto del futuro convenio
Los representantes gubernamentales por su parte, asumieron distintas posturas consecuencia natural de la diversidad de sistemas jurídicos y realidades que enfrentan: pocos países concentran la mayor cantidad de trabajadores digitales (India, China) mientras que, a modo de ejemplo, se puede mencionar que existen numerosos países del continente africano donde la brecha digital es considerable y aún hay una gran cantidad de población que carece de acceso a internet.
Los portavoces del sector trabajador por supuesto abogaron por la implementación de normas protectoras para un sector vulnerable que hoy carece de la más mínima protección en materia salarial, sindical, de salud y seguridad en el trabajo.
Si bien a lo largo de los ocho días que duraron los debates se logró avanzar de forma muy dificultosa con menos de un tercio del texto propuesto, se pudo establecer un (por momentos frágil) consenso sobre conceptos básicos, como ser el tipo de instrumento a adoptar (en el caso, Convención con Recomendación) definición de “plataforma digital” y de “trabajador de plataforma”, la incorporación del término “intermediario”, la definición de lo que se entiende como “remuneración o pago”, y el ámbito de aplicación de la convención.
La discusión seguirá en 2026, oportunidad en la que se deberán abordar temas por demás complejos como son las prácticas más inaceptables de las plataformas: unilateralidad en las reglas de gobernanza mediante la forma de convenio servicios que resultan ser auténticos contratos de adhesión, el cobro de tarifas a los propios trabajadores, las evaluaciones de trabajo en forma de calificación de clientes o mediante algoritmos, entre otras.
Mientras tanto, la OIT ha convocado a mantener el diálogo social tripartito en cada país, con miras a alcanzar consensos que permitan que el segundo tramo del doble debate transcurra con mayor fluidez.
Así las cosas, es momento de asumir la responsabilidad histórica que cabe a cada uno de los actores sociales en torno a una Convención que constituye una gran oportunidad para dignificar el trabajo del futuro, pues todas las personas que trabajan en plataformas merecen la protección de las leyes para acceder a condiciones justas y equitativas de trabajo aptas para lograr su máximo desarrollo.
