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ANÁLISIS Y OPINIÓN

Correo Argentino: la historia del país condensada en una empresa

Los idas y vueltas, la poca proyección a futuro y la desidia privada y estatal dejan blanco sobre la negro la conducta indigna de la clase dirigencial. En el medio suicidios y agonías de los trabajadores.

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En los noventas y a días de que Encotel S.A. (Empresa Nacional de Correos y Telégrafos SA) fuera privatizada, Ramón Baldassini, dirigente que entró al Guinness por haber estado 52 años al frente de la Federación de Obreros y Empleados de Correos y Telecomunicaciones, aseguraba en entrevistas de la época que el Correo estaba “obsoleto, decaído y desactualizado”. Es decir había que hacer un mangment: nada mejor (o peor) para esa tarea que el entonces presidente, el privatizador serial Carlos Menem. Lo hizo de la mano de Franco Macri cuando en agosto de 1997 le otorga la licitación de la empresa estatal. Para el sindicalista las cosas habían arrancado mal desde el vamos: se acordó pagar un canon al Estado de 102 millones de dólares cuando Encotel recolectaba 502 millones anuales. “Fue un tremendo error”, sentenció por aquel entonces el jefe sindical.

Baldassini conocía el paño: SOCMA (Sociedad Macri) solamente pagó el canon durante el primer año. Lo que no llegó a declarar públicamente es cuál habrá sido el arreglo por detrás para que se haya hecho este pacto comercial. Desde un gremio hacen esta cuenta: “Los Macri tenían 7 empresas luego de la Dictadura y pos Correo, 47”. Siguieron sin pagar hasta que en 2003 Néstor Kirchner lo estatizó bajo el nombre “Correo Argentino”.

Los recuerdos de los trabajadores de aquella época bajo imperio de los Macri agitan broncas a los trabajadores actuales del Correo Argentino con los que se ha comunicado Mundo Gremial. “Había listas negras y cada día corrían versiones de gente a la que iban a despedir; por supuesto que pagando indemnizaciones cuotificadas que se licuaban con el paso del tiempo”, cuentan. Y recuerdan “aquel caso en que un trabajador al que despidieron se tiró por el hueco del montacargas suicidándose el mismo día en que se enteró”. La decadencia del menemismo, política y económicamente hablando, más “el uno a uno” de Domingo Cavallo ya habían hecho estragos y eran años en los que corría el parripollo, el remis, la cancha de paddle y los kioscos como inversiones post indemnizaciones. “Más de uno se fundió y la pasó muy mal; claro que hubo muchos más suicidados”. Es que entre los trabajadores figuraban ex veteranos de Malvinas y personas hipoacúsicas: “No hubo contemplación con nadie”, agregan.

Hablan de un limpieza de 10.000 empleados sobre los 20.000 que estaban en nómina. Parte de ese plan se desplegó ni bien llegó SOCMA: construyó una planta en Monte Grande para nuclear allí todo el sector de “Correspondencia” para luego redistribuir las cartas en distintos centros de distribución: “Teniendo todo el edificio de Correo (ubicado en los cruces de las avenidas Corrientes y Alem), puntualmente el piso quinto, abrió ese galpón para robotizar y reducir al personal”.

Recientemente y como publicó Mundo Gremial, hace poco hubo una seguidilla de paros por despidos: de ahí, la actual secretaria general de AATRAC (Asociación Argentina de los Trabajadores de las Comunicaciones), Natalia González, aseguró que actualmente la nómina de la empresa son 21.000 trabajadores.

Como siempre la Argentina muestra esos vaivenes: de privatizarla a estatizarla, de 20.000 trabajadores a 10.000 y ahora de nuevo con 21.000. Lo llamativo es que el mundo de la comunicación cambió el paradigma: los mails, personales e institucionales, en muchos casos reemplazaron la correspondencia porque tienen validez jurídica. Sin embargo el Correo emplea más gente de que cuando no existía esa herramienta. Y también comentan a Mundo Gremial: “El gobierno actual abrió el canal de ventas exclusivo del Correo porque cada vez hay menos trabajo; de hecho mucho de Mercado Libre se perdió; como así también distribución de cartas de organismos públicos”.

En aquellos años de privatizada, cuentan que a Mauricio Macri se lo veía desfilar por el ministerio de Trabajo; no sé sabe si como lobbysta de su padre o como funcionario del Correo. Sí aseguran a este medio que el expresidente tenía su oficina en el segundo piso y “no cualquiera accedía a ella”. También recuerdan que “aquel que entraba era cacheado por personal de seguridad”. También, y picardías para trabajar el dinero algunos días, “se pasó a cobrar el último día hábil del mes al quinto”. Todas cosas que fueron sumando al malestar del personal regido por el Excel como única herramienta de gestión.

El Correo es medular en los procesos electorales porque tiene la capilaridad para llegar a todo el territorio y en la discusión económica se discute si esa empresa debe ser rentable por ese servicio que presta. Es que la empresa es un gris: en el DNU que firmó Kirchner se indica que la se le retira la concesión a SOCMA para poner el Correo en manos de una administradora bajo la órbita del ministerio de Planificación “para conducirla a un proceso de privatización”; lo que a la vista nunca ocurrió. “Siempre fuimos un ni”, describen ese limbo jurídico desde un gremio. Y agregan: “Ese DNU se fue renovando; técnicamente deberíamos ser parte de la administración descentralizada del Estado pero si preguntás si somos empleados públicos o privados, nadie nos sabe decir”.

Por el hermetismo que impera en este sector es muy complejo saber qué dicen a nivel institucional los cuatro gremios que anidan allí. Ellos son el mencionado AATRAC, que es una organización de primer grado con llegada todo el territorio nacional que previamente se llamaba: Asociación Argentina de Trabajadores Telegrafistas y Afines; Fejeproc (Federación del Personal Jerárquico y Profesional De la Secretaría de Estado de Comunicaciones), que es el gremio de los jerarquizados que nació en 1969. La Foecyt (Federación de Obreros y Empleados de Correos y Telecomunicaciones), nacida en 1957. Y la Foecop (Federación de Obreros y Empleados de los Correos Oficiales y Privados), que se crea a raíz de un desprendimiento de Foecyt cumpliendo un rol de sindicato de empresa con la llegada de SOCMA; y con la intención de romper el equilibrio sindical.

Vale mencionar que AATRAC, Fejeproc y Foecyt son los dignatarios del convenio colectivo de trabajo. Hugo Moyano, figura sobre la que siempre se vincula a OCA, tiene afiliados a camioneros por fuera del Correo, a través de empresas tercerizadas que prestan el servicio de reparto (NdR: antes el Correo tenía flota propia que también fue desmembrada durante el macrismo). En tanto, el gremio de Carga y Descarga, los eternos contrincantes de los Moyano, confiaron a Mundo Gremial que no tienen afiliados en el Correo.

Y un último dato: para agosto de 2017, y con Mauricio Macri como presidente del país, se entrecruzaban todas estas líneas político sindicales: a través del entonces poderoso Mario Quintana se buscaba revitalizar al Correo mediante la incorporación de funcionarios vinculados al grupo Pegasus, y también de otros directivos ex Oca. En ese entonces, Moyano acusaba al macrismo de querer quedarse con el negocio del reparto de tres reparticiones públicas.

Pasó el tiempo y las administraciones, pero nada modificó la decadencia que denunciaba Baldassini hace más de 20 años.

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