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Cooperativas y mutuales

Cooperativa Obrera de Máximo Paz adquiere planta faenadora de pollos

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(Ansol).- “Estuvimos pagando hasta el año pasado, recién hace tres meses terminamos la escrituración. Hoy ya es todo nuestro. Fueron muchos años de lucha y tenemos una alegría enorme porque ya no nos pueden sacar nada más”, explica Depieri. “Las máquinas que tenemos son nuevas. A lo largo de los años de gestión se invirtieron alrededor de 2 millones de pesos para estar donde estamos ahora”.

“Todo empezó en el 98, hace 13 años. La planta había sido alquilada, fue trabajada un año y la largaron. Los trabajadores en ese momento se acuartelaron, y después de un proceso de lucha empezaron a trabajar”, comenta. “Yo estoy acá desde que comenzó la cooperativa, en octubre de aquel año. Era joven y no entendía demasiado, pero sabía que no había otra salida para mantener nuestras fuentes de trabajo”, rememora el ahora presidente de la empresa, que está asociada a la Federación de Cooperativas de Trabajo de la República Argentina (Fecootra).

Esta entidad de segundo grado busca integrar, desde hace 21 años, a las cooperativas de trabajo y fomentar de esta manera el desarrollo económico centrado en las personas. La singularidad de estas empresas consiste en su contribución al crecimiento social y económico, a la creación y permanencia de la ocupación laboral, a la lucha contra la marginación, a la cohesión social y a la integración democrática de los ciudadanos, coadyuvando al Estado a sostener y fomentar la cultura del trabajo y la creación de estructuras de apoyo al empresariado social, afirman desde la federación.

Dentro de ese marco, cada experiencia tiene sus particularidades y sus dificultades, pero siempre se pueden superar con el esfuerzo colectivo. “El primer consejo tuvo una muy mala gestión, dejó una deuda importante de por lo menos un millón de dólares. Las máquinas fueron todas a remate, la planta también. En su momento, el matarife nos dio una mano con las máquinas, después le devolvimos la plata. Con el tiempo pudimos comprar la quiebra, la mitad de la plata en subsidios del Inaes y la otra mitad todo por trabajo propio”, relata Depieri.

La cooperativa comenzó faenando 1.800 pollos con tres equipos y cuarenta asociados. Ahora duplicaron el rendimiento y trabajan con 3.600 pollos a través de seis equipos y más de ochenta asociados. La productividad de la planta ronda el 70 por ciento del su potencial total.

Además, el 80 por ciento de los trabajadores son jóvenes, y de los originales quedan sólo diez. “Muchos no lo ven cien por ciento como una cooperativa. Las asambleas las tuvimos que hacer obligatorias porque los muchachos no sienten la obligación y responsabilidad de participación”, problematiza Depieri.

“Ahora estamos apuntando a lo edilicio, revoque, piso, techos y pintura. Más adelante vamos a ampliar las instalaciones y el vestuario, que quedan chicos. Queremos seguir creciendo ahora que podemos sin ningún miedo y continuando la gestión cooperativa”, concluye.

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