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ANÁLISIS Y OPINIÓN

Con la mira torcida

Con la boca llena de unidad, los sindicatos vivieron otro Día de la Lealtad separados. Broncas con el gobierno y pedido de participación política.

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El 17 de Octubre reflejó otra vez las fallas en la mira del sindicalismo argentino. Al menos de precisión contra quién, cómo y a qué apuntar. Divididos, los mosaicos gremiales protagonizaron otra jornada que oscurece un panorama cada vez más desenfocado.

La mañana de la Lealtad comenzó con un acto en el Estadio de Obra Sanitarias. Los Gordos e Independientes lanzaron un movimiento político sindical con intenciones de participar en política, en las listas del año que viene. El acto tuvo la liturgia peronista, el color, el calor y encididos discursos. Todo con la misma estética y metodología que los actos de 1983. Tal vez de antes también.

Más tarde, en Plaza de Mayo congregaron los gremios del Frente Sindical, las CTA y el espacio de la Corriente Federal. La convocatoria y la organización fue pobre y mala, con quejas de todos los sectores.

Hubo discursos acalorados. Algunos de los oradores fustigaron contra el acto de Obras y los dirigentes de la Mesa chica “que se encerraron en un estadio”, sin entender que el objetivo de ayer de la CGT fue un lanzamiento, no una demostración de fuerzas. Ni entre ellos se entienden.

Cada sector evidenció un posicionamiento político, aunque sin materia que sustente las posturas. En la Plaza y en Obras Sanitarias todos parecían opositores, pero ratificaron la presencia en el Frente de Todos, con ausencia en los festejos del presidente del PJ, Alberto Fernández.

Lealtad partida. Con la boca llena de unidad, los dirigentes vivieron otro Día de la Lealtad separados. En Obras lanzaron un dispositivo político, pero haciendo proclamas de algo que ya no existe, de una sistema de correlación de fuerzas y contrapesos que la política real no pone sobre la mesa. Las direcciones de dónde se dirimen las listas están en otro lado. Ellos van con Filcar.

La presión en política se genera con armados reales. La lógica gremial no aplica simétricamente en lo electoral. Los fiscales y “los apoyos” son solo el feed para habilitar futuras conversaciones, pero no implican compromisos electorales.

Participar en política necesita de una estrategia, a lo largo del tiempo y con alianzas de confianza, y hoy eso no está ni en Azopardo ni en San José. El sindicalismo opera en un terreno que ya no existe y en torno al discurso de Perón sobre los gremios de hace 70 años o más. Los resultados están a la vista.

Política se hace con agenda y candidatos. ¿Cuál es la agenda de la CGT y cuáles son sus candidatos? ¿Existe un modelo territorial de trabajo? Intendencias, diputados…
El desconcierto es grave y peligroso para un sindicalismo con pretensiones, pero sin precisiones.

Juan Manuel Morena, director de Mundo Gremial.

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