ANÁLISIS Y OPINIÓN
Bases K y conducciones bajo liderazgo del PJ tradicional: un debate en etapa gestacional
Un nuevo escenario se plantea a futuro, aunque la germinación ya se da de hecho en la mayoría de los gremios: las bases no se sienten ideológicamente alineadas con sus conducciones nacionales.
Hicieron sus primeros palotes gremiales bajo el gobierno de Néstor Kirchner, llegaron a delegados durante el cristinismo y sortearon el macrismo, entre una inflación galopante, un plan fiscal de ajuste con subas de tarifas colosales y cierre de Pymes; para finalmente, bajo imperio del coronavirus encarar la militancia gremial virtual; algo que, gracias a su juventud, sortearon mejor que sus jefes atrincherados en sus domicilios por el ASPO y por miedo al contagio. Ese caldo de cultivo emerge de las entrañas de los gremios, de las bases que se sienten identificados con las reivindicaciones del kirchnerismo a la par que el secretariado nacional que los conduce mira con recelo a ese sector, principalmente a La Cámpora.
Este espacio, creado por Máximo Kirchner, no solo se mete en los pliegues del poder y la política sino en lo que reporte caja, poder y territorio. Hablamos de las intendencias del conurbano, pero esa misma descripción le cabe a los sindicatos: esa capilaridad es tierra fértil para el camino de armados políticos de largo aliento. Por lo bajo, hay células moviéndose y dándole forma.
Hoy esto se está cocinando y ese replanteo existe; y más pensando a futuro: desde la cartera laboral comparten la visión de Mundo Gremial: “Cristina es el dirigente que más derechos les dio a los trabajadores y tenés dirigentes anti Cristina”.
El que tiene una guerra sórdida con La Cámpora es Leonardo Fabre, de APOPS (Asociación del Personal de los Organismos de Previsión Social); uno de los principales gremios que anidan en la Anses. Siempre ávido de empapelar la Ciudad de Buenos Aires con su carteles provocativos de colores rojo y azul; el último que confeccionó este año explica ese pensar velado en muchos sindicatos: “Peronismo o La Cámpora”. A los días, militantes camporistas le intervinieron los carteles con un “Con” encima de la “o”. Explican a este medio desde el entorno de Fabre: “La Cámpora gestiona mediante el desplazamiento de empleados para ubicar a su militancia”.
Eso se vio en 2015 cuando el Frente para la Victoria perdió contra Cambiemos y más de mil empleados militantes de La Cámpora en la Anses se refugiaron en el SECASFPI (Sindicato de Empleados de la Caja de Subsidios Familiares Para el Personal de la Industria). Sobrevivieron a la gestión macrista bajo ese paraguas. Hoy se le animan a Fabre ya sea con críticas por las redes, como acusándolo de misógino al atacar con agresiones a la titular de la Anses, Fernanda Raverta.
El planteo encierra no solo ideológico, sino también la cuestión generacional. Y la CGT, por el último Consejo Directivo realizado esta semana de agosto, pareciera sentir ese olor a naftalina y busca aggiornarse. Como plantea este autor en su libro Evolución Sindical -editado a fines del año pasado- existen varios puntos que la Central obrera está empezando a considerar: cupo femenino, inserción de los movimientos sociales en una secretaría y usar la tecnología; algo que empezó a hacer de manera muy rudimentaria al crear su primer sitio web en junio de este año. Aún no tomó en consideración la creación de nuevas secretarias como es la de Medio Ambiente, piedra angular del futuro del Trabajo; ya sea por la generación de nuevos empleos como por la desaparición de otros. Tampoco se sabe si se incluirá una secretaría de Tecnología para crear un Observatorio del Mundo Laboral; algo muy factible si se incluyera a los trabajadores informáticos.