ANÁLISIS Y OPINIÓN
Agosto de 1968 y la ratificación del programa de la CGT de los Argentinos
Por Lic. Emmanuel Bonforti – Columnista de Mundo Gremial
Publicado
Hace 4 años|
«Nosotros hemos dicho que preferimos honra sin sindicatos y no los sindicatos sin honra (…). No tenemos aquí ninguna prebenda personal que defender, pues para defender a nuestros compañeros no hace falta ni el sillón ni el edificio. Lo hacemos porque lo llevamos en la sangre desde que hemos nacido» (Raimundo Ongaro)
A modo de aclaración, el texto que se desarrollará a continuación forma parte de un conjunto de trabajos vinculados a analizar el itinerario histórico del movimiento obrero argentino a través de su conformación, sus disputas internas, las luchas, las transformaciones, las negociaciones, es decir pensar la construcción identitaria de una experiencia de carácter excepcional en la región.
Analizar la evolución del movimiento obrero implica también comprender la relación entre la historia y la política. En ese sentido, como decía Arturo Jauretche, “la Nación es una vida”, una continuidad pero que no siempre logró ser comprendida por los diferentes claustros universitarios. Así, la realidad se presenta como un conjunto de verdades elementales que son fácilmente comprendidas para nuestros paisanos, en este punto agrego, verdades comprendidas por la clase trabajadora.
Así nace la necesidad de comprender la política como la historia del presente y ésta como la política del pasado, axioma que no escapa a la realidad del movimiento obrero. Durante años, o en los procesos regresivos para nuestro pueblo trabajador, se transitaron caminos políticos de falsificación de la historia; en esos momentos, nuestros compatriotas asistieron a la política de la anti nación.
Cuando se piensa en la CGT de los Argentinos inmediatamente recordamos la presentación de su programa en mayo de 1968. Pero durante ese año, la CGTA conducida por Raymundo Ongaro tuvo una actividad prolífica que empezó en marzo con el Congreso Normalizador Amado Olmos, continuó con la confección de un programa y hasta supo acompañar planes de lucha como la del gremio petrolero de Ensenada durante el mes de octubre.
El presente artículo tiene como objeto analizar el proceso de conformación de la CGTA, su contexto de emergencia así también como indagar sobre las jornadas de ratificación del programa que se dieron en agosto de 1968.
El nacimiento de la CGTA se debe inscribir en la larga lucha de la organización del mundo obrero nacional, que va desde la conformación de la montonera como sindicato del gaucho, a la proletarización del inmigrante, pasando por el pueblo obrero que despide a Yrigoyen en 1933, o el obrero que reclama por su Coronel el 17 de octubre de 1945.
El anclaje histórico permite pensar en la construcción de una identidad específica que configura una clase trabajadora con fortalezas y debilidades, instancia que posibilita comprender el conflicto desde los antagónicos o lo sectores en disputa, explotados o explotadores. En este punto, una mirada realista del conflicto sentencia que explotación y poder aparecen como un par opresor para comprender la identidad.
Ante esto, advertimos una continuidad histórica desde el momento de conformación de la clase obrera hasta la época de constitución de la CGTA y se identifican similares adversarios, mismos métodos de explotación en períodos regresivos para este colectivo. Al ser 1968 precisamente un avance de la reacción ante el pueblo organizado, se registra una separación entre la Nación y el Estado, la primera, en tanto componente popular y trabajador se enfrenta ante un Estado que avanza sobre la conquistas y la organización sindical.
Son indicadores de esta última reflexión la anécdota de la presentación del Ministro de Economía aclarando que su nombre es Adalbert y no Adalberto. La construcción de la identidad de clase también es aplicable al bloque histórico antagónico al movimiento obrero. Así por ejemplo, Adalberto Krieger Vasena presenta un linaje ajeno al pueblo trabajador, su padre financió el golpe de Estado contra el gobierno de Hipólito Yrigoyen, mientras que el apellido materno se vincula a uno de los grandes verdugos del movimiento obrero, su tío fue Pedro Vasena, dueño de los talleres metalúrgicos donde se llevó a cabo la masacre obrera.
Otro indicador simbólico es el vínculo entre el embajador argentino del gobierno de Onganía en los Estados Unidos, Álvaro Alsogaray y Spruille Braden, acérrimo opositor a Juan Domingo Perón.
Conviene recordar que en los meses previos a la conformación de la CGTA, se producen las grandes movilizaciones de la FOTIA, armados sindicales que hasta el momento negociaban con el gobierno deciden restarle apoyo. En paralelo, el plan económico oficial consistía en la devaluación del peso, el congelamiento de salario y la apertura económica, un clásico plan de ajuste y transferencia de ingresos.
De esta manera, se va reforzando una construcción de identidad sindical que hará irrupción en escena. Es así como aparece la figura de Raimundo Ongaro liderando un rama del sindicalismo que se autodenominó combativo. Esta rama se materializa institucionalmente bajo el nombre de la CGT de los Argentinos, levantando una serie de consignas contrarias a las impulsadas en el plan económico mencionado anteriormente.
El comienzo de la breve historia es el 28 de marzo de 1968 durante el Congreso Normalizador, el cual empieza con un reclamo hacia un sector de la dirigencia sindical. Por otra parte, el registro de la confrontación también adquiere ribetes políticos, que será una constante durante el período de la resistencia peronista donde se no se observa con claridad una división entre las arenas sindicales y políticas en los reclamos del movimiento obrero.
Durante el Congreso que no implicó más que la ruptura de la CGT oficial, Raimundo Ongaro tomó la palabra comentando que se encontraban presentes aquellos gremios más humildes, los que posteriormente se llamarán los hijos de los pobres, todo un registro simbólico de construcción de identidad. En esa línea, Ongaro dirá, «Nunca dijimos nada, todo lo aguantamos por el pueblo, por la patria y por los trabajadores y trabajadoras. Todo lo aguantamos por unidad, solidaridad y disciplina”.
Posteriormente, Ongaro recibió una carta de Perón desde el exilio que al finalizar dice, «El tiempo será el mejor juez y mejor testigo porque las infamias pueden cometerse: lo difícil es borrarlas. Llegará un día en que cada uno deba rendir cuentas de sus acciones. Mientras tanto responderán ante su conciencia. Le ruego salude a los compañeros”.
El 10 de mayo será el gran día de lanzamiento, que se materializa con un comunicado que desarrolla el programa de la CGTA. En el mismo se advierte el estilo de redacción de Rodolfo Walsh, quien realiza un recuento de coyuntura y sostiene que la clase obrera vive su hora más amarga. La primera parte es un informe de la situación donde se advierte experiencias sociales similares a las cualquier país del Tercer Mundo transita, dando cuenta que el horizonte de movilidad social ascendente construido por el edificio social del peronismo comenzaba a derrumbarse. Las malas condiciones de la clase obrera son consecuencia del acercamiento con el FMI. Asimismo, este programa recupera una impronta social cristiana, aquí se percibe la huella de Ongaro. Por último, lanza una convocatoria amplia, de ahí su carácter político, ya que invita a sumarse a todos aquellos sectores perjudicados por la política económica del gobierno: empresarios nacionales, pequeños comerciantes, universitarios, militares nacionales, iglesia.
El programa será ratificado y confirmado durante agosto, y en un comunicado breve se hará hincapié en la función de la propiedad, en la creación de riqueza nacional por parte de los trabajadores, en la defensa de los sectores básicos de la economía nacional, en el desconocimiento de los compromisos financieros firmados a espaldas del pueblo; y se denunciará también, el avance el capital monopólico y la desprotección de la industria nacional.
El contenido del Programa de la CGTA y su ratificación serán uno de los últimos momentos de carácter progresivo y creador por parte del movimiento obrero, de ahí la importancia de señalar este proceso y caracterizar la coyuntura. En definitiva, fue la CGT de los Argentinos uno de los momentos de autoafirmación identitaria del mundo obrero, motivo suficiente para recordarla.
* Emmanuel Bonforti es docente de la materia Pensamiento Nacional y Latinoamericano, Departamento de Planificación y Políticas de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa)
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