Hoy se cumplen 40 años de la primera huelga nacional realizada en el país contra la última dictadura cívico-militar.
Fue el 27 de abril de 1979 y provocó que el régimen otorgara un aumento de sueldos general del 19 por ciento al día siguiente.
La protesta fue impulsada por históricos dirigentes sindicales en repudio a la política económica instrumentada por José Alfredo Martínez de Hoz. Lo hicieron desde clandestinidad con muchos de ellos detenidos.
Además del cese de la represión, reclamaban sobre salarios, por mejores condiciones de trabajo, la liberación de los detenidos y la recuperación del estado de derecho.
La organización del paro estuvo a cargo de la «Comisión de los 25», uno de los sectores en que se dividía entonces el sindicalismo argentino.
Entre sus principales dirigentes se destacaba el protagonismo del dirigente cervecero Saúl Ubaldini, quien ya en democracia fue elegido secretario general de la unificada Confederación General del Trabajo (CGT).
El 21 de abril de 1979, la «Comisión de los 25» convocó a una jornada de protesta para el 27, siendo encarcelados, antes de la huelga, sus dirigentes más notorios como Ubaldini, Roberto Digón (tabaco), José Rodríguez (SMATA), Roberto García (Taxistas) y Gerónimo Izetta, entre otros.
EL PARO GENERAL DE «LOS 25», A 40 AÑOS
El gobierno de facto de Jorge Rafael Videla, surgido tras el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 que derrocó a la presidente María Estela Martínez de Perón, intervino la CGT, las obras sociales y suspendió la actividad gremial en fábricas y empresas.
Al mismo tiempo, dirigentes sindicales, delegados y trabajadores fueron encarcelados, perseguidos y desaparecidos como parte de la dinámica represiva instalada por el terrorismo de Estado.
A tres años de haber iniciado su gestión como ministro de Trabajo, el general Tomás Horacio Liendo, aplicó la Ley de Asociaciones Profesionales que limitaba la cantidad de delegados de fábrica.
Por esa norma de la dictadura se autorizó la libre afiliación a los gremios, se disolvieron las asociaciones de tercer grado y se exigía una constancia de «buena conducta» de la policía para presentarse a trabajar.
«Nos llevó más de un año organizar lo que para nosotros era una forma de demostrarle a los argentinos y al mundo que los sindicatos estaban de pie. Queríamos protestar contra una política económica, pero también denunciar las violaciones a los derechos humanos que se cometían», recordó a Télam Roberto Digón, entonces líder del gremio de los trabajadores de la industria del Tabaco y referente de los 25.
Esa facción más combativa estaba formada por sindicatos de trabajadores cerveceros -bajo el liderazgo de Saúl Ubaldini-, del tabaco, mecánicos, metalúrgicos, camioneros, taxistas y estatales.
Este grupo resolvió convocar a un paro el 21 de abril -desde la sede del sindicato de los Molineros- pero dos días más tarde, los principales dirigentes que propiciaban la medida de fuerza fueron detenidos.
«Nos llamaron el 23 a una reunión en el Ministerio de Trabajo, estuvimos ahí desde las 14 a las 21. Cuando salimos hubo un apagón, nos subieron a los Ford Falcon de la Policía y nos metieron en Coordinación Federal. A los pocos días de ahí, a la cárcel de Caseros, donde seis dirigentes estuvimos presos durante nueve meses», remarcó.
Pese a estas detenciones, el paro se llevó a cabo y estuvo motorizado por las segundas líneas de los gremios, que lograron que la medida se sintiera en plantas automotrices e industriales del cordón fabril del Gran Buenos Aires, Rosario y Córdoba.
Aunque no contó con una adhesión masiva, la medida de fuerza marcó un hito en la resistencia del movimiento obrero frente a la dictadura.
«Cuando salí de la cárcel organizamos la CGT Brasil con el liderazgo de Ubaldini y realizamos la marcha de Paz, Pan y Trabajo durante la procesión a San Cayetano. El 30 de marzo de 1982 marchamos a la Plaza de Mayo contra la dictadura, que lanzamos tres días antes de la Guerra de Malvinas cuando la dictadura había decidido fugar hacia adelante», puntualizó Digón.