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ANÁLISIS Y OPINIÓN

4 de junio de 1943 y el despertar de la conciencia colectiva

Por Emmanuel Bonforti *

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“La revolución del 4 de junio no es una revolución más. No está destinada a cambiar hombres o partidos, sino a cambiar un sistema (…). Aspira, por lo tanto, a ser profundamente transformadora, especialmente en su sentido moral y humanista”

Proclama revolucionaria atribuida a Juan D. Perón.

El 4 junio y la disputa por los sentidos.

La historiografía liberal considera a los sucesos del 4 de junio de 1943 una revolución militar de tinte autoritaria. El liberalismo se centra en la caracterización fragmentada de algunos personajes del proceso omitiendo el carácter integral del fenómeno y las consecuencias que la Revolución implicaron para nuestro ciclo histórico.

Hombres del pensamiento nacional como Ernesto Palacio consideran a la Revolución fundamental en los aspectos políticos, sociales y económico. En esta línea, para Palacio el 4 de junio significó un reverso de los sucesos del 6 de septiembre de 1930 y lo que se consideró la Década Infame.

Entre 1930 y 1943, dice Palacio los problemas nacionales en lugar de resolverse se habían agravado y los argentinos parecían condenados a vegetar permanentemente. Palacio sostiene que se vivían momentos de persecución y acusaciones falsas sobre el movimiento obrero que reclamaba una vida más justa. El mismo Palacio señala que la clase política no ofrecía respuesta a una crisis que más allá de lo social era profundamente espiritual. La decadencia y la entrega económica derivaban en preguntas existenciales que fueron respondidas durante la década del 30 a través de la cultura popular, por ejemplo, las letras de tango.

En ese marco La Revolución de acuerdo a la biografía de Pavón Pereyra sobre la vida de Perón apuntaba a la defensa de las instituciones, la lucha por la soberanía y la unión americana. Una agenda que seducía a las mayorías y en principio nadie podía oponerse a sus postulados en un país que carecía de instituciones. En Argentina el sistema plutocrático había entregado la soberanía y la agenda de la política internacional parecía congraciarse con los imperios democráticos.

Lo cierto es que en la Argentina semicolonial resultaba complejo de un día para el otro desmontar la estructura dependiente. Así, los recelos en los primeros días de la Revolución no tardaron en llegar. Identificamos una formación heterogénea en el nuevo elenco gobernante que derivó en contradicciones y tensiones. El discurso antiliberal era un piso de acuerdo, pero la cuestión se complejizaba sobre el camino a tomar en relación a la cuestión social. Lo que en un primer momento generó confusión con las organizaciones gremiales quienes llegaron a sufrir la promulgación del Estatuto de Organizaciones Gremiales.

La Revolución Nacional de 1943 bajo la lupa de FORJA, Eva y Juan Perón.

En términos generales como mencionábamos anteriormente la Revolución en su primer momento generó expectativas. Los hombres de la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA), yrigoyenistas distanciados del radicalismo por la conducción de Marcelo T. de Alvear, claves durante este período en su crítica a la dominación económica y cultural, sintetizaban contemporáneamente la Revolución del 4 de junio en tres puntos. El primero sostenía un grado de expectativa, con la Revolución se terminaba un régimen caracterizado por la entrega de nuestra soberanía y nacionalidad. El segundo punto, FORJA mantenía su confianza por la instauración de un nuevo proceso basado en un nuevo sistema moral que atravesará las instituciones y las conductas de los hombres de Estado, lo que posibilitaría los anhelos de emancipación económica y justicia social. El tercer elemento que manifestaba FORJA tenía que ver con un aspecto esencial en el cuerpo teórico desarrollado por los viejos yrigoyenistas, esto es, la imposición de un programa de emancipación económica, política y cultural como afirmación de la personalidad histórica y esencial de la argentinidad. Posteriormente los Forjistas mantendrán desencuentros con algunos sectores Revolución, señalando por momentos el excesivo elitismo de algunos miembros del elenco gobernantes.

En sintonía con los Forjistas el propio Perón tiempo después señaló algunos errores de los primeros momentos de la Revolución vinculados fundamentalmente con el escaso margen de participación popular en sus inicios. Perón sostenía que lo ciudadanos tenía derechos electorales, pero estos son difíciles de ejercer plenamente cuando las clases trabajadoras se encontraban sometidas a la voluntad patronal. Entre 1943 y 1945 se pone en tensión el clásico esquema liberal de la ciudadanía plena, donde primero se debían adquirir los derechos civiles, luego los políticos y por último los económicos.

Perón comienza a estar preocupado fundamentalmente por la ampliación de los derechos sociales, para este momento recuerda el bochornoso caso de los trabajadores de los yerbatales, sometidos a un régimen de semi esclavitud o los hacheros en el norte del país. El entonces Coronel Perón era un hombre crítico del período precedente, más tarde sostendrá que el 4 de junio fue un medio para resolver conflictos pendientes. Perón consideraba que 1943 significó el despertar de la conciencia colectiva de nuestras masas y la primera vez que se plantea orgánicamente la posibilidad de avanzar en un programa de reformas sociales.

Eva Perón dijo acerca del origen de peronismo, que éste no nació en 1943 pero que el 4 de junio fue la fecha que se levantó el telón sobre el escenario para Eva Perón: “el pueblo no estaba allí como si lo estuvo el 17 de octubre de 1945 o el 24 de febrero de 1946”. El 4 de junio significaba el primer paso para llegar al pueblo y aunque el Ejército es el pueblo, no es todo el pueblo.

1943 el primer Estado que decide discutir con el capital.

Si bien la década del 30 señala tenuemente los primeros atisbos sobre la intervención en la relación capital trabajo es a partir de 1943 donde observamos como comienza a desarrollarse de manera más institucional los mecanismos de intervención estatal en materia de trabajo.

Las nuevas formas de intervencionismo estatal se explicaban también por una gimnasia huelguística que fue en ascenso a partir de 1935. En se marco, se instituye como actor central el Departamento Nacional de Trabajo primer mediador entre los conflictos laborales.

De acuerdo a los trabajos de la época el gobierno de la Revolución reforzó la política con respecto al mundo del trabajo a partir de octubre de 1943 cuando Perón asume el Departamento Nacional de Trabajo. El nuevo funcionario aparecía con un perfil diferente al que mostraban los duros compañeros de armas. Perón se ofrecía más abierto y flexible a la hora de establecer relaciones con el movimiento obrero. A partir esto, toma como punto de partida a la Unión Ferroviaria, destrabando diferentes conflictos y logrando la adhesión de viejos socialistas que al principio lo miraban con desconfianza.

Por primera vez, comenzaba existir un dialogo maduro a nivel político entre el Poder Ejecutivo y el movimiento obrero. La política pasaba a ser un ámbito de resolución social, se otorgan aumentos salariales por decreto, se comienzan a firmar centenares de convenios colectivos, se fijan salarios mínimos e indemnizaciones por accidente de trabajo. Se crean por primera vez Tribunales de Trabajo que sustituyen a fueros del ámbito privado encargados de resolver la relación capital trabajo, se extienden leyes jubilatorias y asimismo se trabaja en ámbitos que hacían a la cotidianeidad del trabajador, como era la cuestión de los alquileres.

De esta manera podemos comprender al 4 de junio de 1943 como el inicio de una nueva era y como todo comienzo contradictorio. Resultaría un error mostrar a Perón como un iluminado que con su política primero en Departamento Nacional de Trabajo y luego en la Secretaría de Trabajo y Previsión Social resuelvía la vida del pueblo trabajador. Perón es un hombre de una generación atravesado por una nueva sensibilidad social, política cultural, pero también es un hombre del Ejército consciente de las debilidades de un país semicolonial. Para esta época Perón reflexiona sobre la Defensa Nacional y es consciente que para emprender tamaña tarea es necesario el bienestar de todas las fuerzas sociales, entre ellas el mundo del trabajo. Un país sin industria era un país vulnerable y para el desarrollo de aquella era necesario contar con un alma que eran los trabajadores. En la política interna Perón es consciente de la necesidad de unir a los argentinos luego de años de desencuentros, esto implicaba también la supresión del conflicto social y la tensión entre clases, pero esto demandaba también un nivel de vida digna que hasta el momento los obreros carecían. Con lo cual 1943 en el balance implica una nueva forma de abordar la relación capital trabajo, a través de lo que Perón sostenía como armonía de clases donde prontamente el concepto Revolución pasará a ser reemplazado por el de evolución.

* Columnista de Mundo Gremial. Docente de la materia Pensamiento Nacional y Latinoamericano, Departamento de Planificación y Políticas de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa)

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